1962: la gran crisis de los misiles
LUIS CONDE-SALAZAR
Encaje diplomático de bolillos, no hacerle demasiado caso a los mayores, tenacidad, paciencia y una pizca de suerte fueron los ingredientes que en 1962 evitaron que una guerra nuclear acabara en una de la peores catástrofes bélicas de la Historia. Aviones espía ... U2 del Ejército de los EE.UU. tomaron unas fotografías que anunciaban que algo grave se estaba cociendo en suelo cubano: los soviéticos estaban instalando en San Cristóbal una base de lanzamiento de misiles tierra-tierra armados con cabezas nucleares que apuntaban directamente a EE. UU. Las opciones del presidente Kennedy eran escasas. La decisión de bloqueo naval que impidiera la llegada de efectivos del Ejército rojo resultó pese a que en el Pentágono había quien pensaba lo contrario. Hubo tiempo para que la razón evitara el holocausto. Aquel fue el episodio más grave de la Guerra Fría y el principio de su fin. Roger Donaldson, director australiano, taquillero de profesión, firmó en 2000 su mejor película, «Trece días», basada en este incidente y en las tensas jornadas de negociación de aquellos días. Un thriller histórico sin desperdicio extraído del libro «The Kennedy Tapes», con el mismo título que el que escribió Robert F. Kennedy antes de morir asesinado. Un filme que, pese a su conocido final, hace mantener el aliento hasta el final con un Kevin Costner estelar en el papel de Kenny O´Donnell, uno de los artífices de que el plan se pusiera en marcha y triunfara. Menos mal.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete