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«El señor Ye ama los dragones», una historia chino-española en el Matadero

La obra de Paco Bezerra, es una comedia «que empieza como thriller, sigue como comedia fantástica y acaba como tragedia

«El señor Ye ama los dragones», una historia chino-española en el Matadero SERGIO PARRA

JULIO BRAVO

La puesta en escena de «El señor Ye ama los dragones», de Paco Bezerra, es una declaración de principios de lo que quiere Juan Carlos Pérez de la Fuente que sean los teatros municipales que él dirige: un hogar para el autor español. El autor almeriense fue uno de los primeros nombres que mencionó Pérez de la Fuente al ser elegido director del Español, y esta obra suya es la primera producción propia de la que se responsabiliza totalmente el nuevo equipo del teatro. Se trata de una comedia -la primera que escribe Bezerra- que trata de reflejar la creciente multiculturalidad de la sociedad española.

La obra, en la que se habla español y chino, nació hace siete años en el Obrador d’estiu organizado por la Sala Beckett de Barcelona. Allí, cuenta Paco Bezerra, escribió la primera escena en un taller, «La otra lengua», en el que les pidieron a los participantes que escribieran una escena en la que se enfrentaran a otro idioma. «Yo escogí el chino. El teatro ha de ser un reflejo de la sociedad en que vivimos, y creo que la literatura dramática no refleja la multiculturalidad madrileña ni invita a que esas nacionalidades pudieran subirse al escenario; no hay papeles para ellos».

Dramaturgias actuales

Paco Bezerra concluyó la obra hace dos años, en la segunda edición del programa de desarrollo de dramaturgias actuales del Inaem. En ella figuran diálogos en chino, idioma que desconoce. «Yo escribía las frases en español y Carmen Fernández España, una poeta y sinóloga que yo había conocido, las tradujo al chino e incluyó su pinyín, su transcripción fonética».

Gloria Muñoz, Lola Casamayor y dos actrices chinas, Chen Lu y Huichi Chiu, componen el reparto de esta función, que dirige Luis Luque -con quien Bezerra ha trabajado en «La escuela de la desobediencia» y «Ahora empiezan las vacaciones»- y que se ha montado en apenas algo más de dos meses. «Encontrar a las actrices chinas fue complicado, pero no tanto como creiamos en un principio».

Convivencia

La función está situada en un «edificio colmena de la ciudad» -no se menciona, pero es Madrid-, en el que conviven una mujer, Magdalena, que vive en el décimo piso, con una familia china que componen Xiaomei y su madre, la señora Wang; en dieciocho años, no han cruzado una palabra, pero una extraña niebla se ha apoderado de las calles en los días navideños, y Magdalena tratará de buscar la explicación en sus vecinas orientales.

La intención de Paco Bezerra ha sido escribir una comedia «que empezara como un thriller, siguiera como una comedia fantástica y terminara como una tragedia. Y que le gustara tanto a un punkie de una casa okupa de Lavapiés como a una señorona de Serrano, que se sintieran próximas».

El título de la obra, «El señor Ye ama los dragones» es un proverbio popular chino que, según Bezerra, «enciera una historia; la del señor Ye, que adoraba los dragones y los tenía pintados en toda la casa: en el batín, en las toallas, en las paredes, en las sandalias... El rey de los dragones decide ir a visitarle y darle una sorpresa. Pero al verle tan cerca y tan grande se volvió loco y huyó espantado».

Miedo a la verdad

La historia de «El señor Ye ama los dragones» habla, dice Paco Bezerra, «del miedo a la verdad, algo que ocurre en España en estos momentos. Vivimos en la mentira, creyéndonos en la verdad, pero sólo vemos una imagen de esa realidad. El señor Ye creía que le gustaban los dragones, pero en realidad lo que le gustaba era su imagen, su representación. Muchos creemos que conocemos la verdad, pero no tenemos sino una representación de la verdad; la que recibimos a través de los periódicos o las televisiones. La gente compra el periódico o ve el canal que le va a contar las cosas como las quiere leer o escuchar él, para seguir viviendo en su propia realidad y alimentarla. En España, ahora, nadie quiere ver la verdad, porque le tiene un miedo profundo».

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