Concha Velasco, un tren en marcha con paradas en el cine, el teatro y la televisión
La actriz, tras confesar que tiene un cáncer, recibe numerosas muestras de cariño y de solidaridad
JULIO BRAVO
«Me han detectado un linfoma y me van a tratar con quimioterapia». Concha Velasco sorprendía con estas declaraciones a la revista «¡Hola!» y sembraba entre sus muchos simpatizantes la preocupación y la solidaridad a partes iguales. Una de las actrices más populares ... y queridas de España, lleva más de cincuenta años sobre los escenarios, y es sin duda uno de los iconos del cine español. [ Galería de la dama de la interpretación ]
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Concha Velasco es todavía, a pesar de sus 74 años, una muchachita de Valladolid. Hasta que la salud le ha obligado a echar el freno -por el momento-, su vida artística ha sido un constante tren en marcha que ha pasado por todas las estaciones: teatro de texto, revista, danza, musicales series y programas de televisión, cine ... En sus más de cincuenta y cinco años de carrera ha compartido vagón con los más grandes: desde Manolo Caracol o Celia Gámez en sus inicios, hasta Emilio Gutiérrez Caba o José Pedro Carrión, con quien ha compartido sus últimos trabajos en el cine ( «Flow» ) y en el teatro ( «Hécuba» ); sin olvidarse de sus clásicos, como Fernando Fernán-Gómez, José Sacristán, Manolo Escobar o Tony Leblanc.
Inicios
Concha es, en la mejor de las acepciones, un (bello) animal escénico. Concepción Velasco Varona nació en Valladolid el 29 de noviembre de 1939 (siempre ha exhibido su edad sin pudor alguno). Su primera vocación fue la danza clásica. Bailó en el Ballet de la Ópera de La Coruña antes de trabajar, también como bailarina, con las compañías de Manolo Caracol y Celia Gámez. Su debut en el cine también fue bailando; en la película «La reina mora» (1955). Tras intervenir en varias películas , hizo su primer gran papel cinematográfico en « Las chicas de la Cruz Roja » (1958), donde coincidió por vez primera con Tony Leblanc. A partir de ahí vinieron títulos como «El día de los enamorados» (1959), «Los tramposos» (1959), «Festival en Benidorm» (1961), «La verbena de la Paloma» (1963),, «Historias de la televisión» (1965) -donde cantaba la celebérrima « Chica ye-yé », que la ha perseguido toda la vida-, «Las que tienen que servir» (1967), «Los que tocan el piano» (1968), junto a directores como Fernando Palacios, Pedro Lazaga, Rafael J. Salvia, José Luis Sáenz de Heredia, José María Forqué y Javier Aguirre, entre otros.
Icono del cine
Su consolidación como uno de los rostros imprescindibles del cine español continuó en la década de los setenta y a principios de los ochenta. En los carteles todavía era Conchita Velasco y brilló en trabajos como «Préstame quince días» (1971). «Me debes un muerto» (1971), «Tormento» (1974), «Un lujo a su alcance» (1975), «El love feroz» (1975), «Pim, pam, pum, fuego» (1975), «Yo soy Fulana de Tal» (1975), «Las bodas de Blanca» (1975), «Las largas vacaciones del 36» (1976), «Libertad provisional» (1976), «Cinco tenedores» (1979) y «La colmena» (1982). En ellas estuvo a las órdenes de directores como Fernando Merino, Pedro Olea, Ramón Fernández, José Luis García Sánchez, Pedro Lazaga, Francisco Regueiro, Jaime Camino, Roberto Bodegas, Fernando Fernán Gómez o Mario Camus.
Su papel en la serie televisiva « Teresa de Jesús » (1984), donde interpretaba a la Santa, supuso un punto de inflexión en su carrera, y descubrió a una actriz de grandes recursos dramáticos, hasta entonces prácticamente inéditos. Este aplaudido trabajo le supuso numerosos premios y le abrió nuevas puertas. Desde entonces, sin embargo, su presencia en el cine ha sido más espaciada, destacando películas como «La hora bruja» (1985), de Jaime de Armiñán: «Esquilache» (1989), de Josefina Molina; «Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?» (1992), de José Sacristán; «Más allá del jardín» (1996), de Pedro Olea; «París Tombuctú» 1999=, donde logró una vieja aspiración: trabajar con Luis García Berlanga y «Bienvenido a casa» (2006), de David Trueba.
Televisión
La televisión ha ocupado últimamente buena parte de su actividad artística; en este medio ha desarrollado sus facetas de actriz y de presentadora. Su primera experiencia en la pequeña pantalla fue en espacios dramáticos como «Primera fila», y más tarde «Estudio 1» y «La comedia musical española», y desde que en 1964 participara en la serie « Confidencias », de Jaime de Armiñán, su presencia televisiva ha sido constante. Además de «Teresa de Jesús», ha protagonizado series como «Yo, una mujer», «Mamá, quiero ser artista», «Compañeros», «Motivos personales», «Herederos», «Las chicas de oro» y «Gran hotel». Como presentadora, hay que recordar los programas «Viva el espectáculo», «Encantada de la vida» o «Cine de barrio».
Teatro
Desde que debutara en 1959 con la revista « Ven y ven al Eslava », dirigida por el inolvidable Luis Escobar (cuya voz Concha Velasco imita con mucha gracia), el teatro ha sido uno de los grandes amores. En 1964 interpretó a la Doña Inés del «Don Juan Tenorio», y en 1977 «Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipcíaca», de José Martín Recuerda. Otras funciones destacadas son «Filomena Marturano», de Eduardo de Filippo ; «Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?», «Mata-Hari», ambas de Adolfo Marsillach , «Buenas noches, madre», de Marsha Norman, y «La rosa tatuada», de Tennesee Williams. Un espectáculo musical a su medida, «Mamá, quiero ser artista», la recondujo por el género musical de la mano de Antonio Gala , que escribió para ella «Carmen Carmen» y «La truhana», al que se sumaría «Hello, Dolly», uno de los clásicos del género. Ha interpretado dos obras más del mismo autor: «Las manzanas del viernes» e «Inés desabrochada». Sus últimos trabajos teatrales han sido una nueva versión de «Filomena Marturano», «La vida por delante», «Yo lo que quiero es bailar», «Hélade» y «Hécuba», una función con la que cumplió otro anhelo: interpretar una tragedia.
Son muchos los premios que ha recibido; entre ellos el Goya de Honor que la Academia de Cine le otorgó el año pasado -«el premio más importante de mi vida», confesó-, la Medalla de Oro de la misma institución, el galardón a Toda Una Vida de la Academia de Televisión o el Miguel Mihura de la SGAE.
Paco Marsó
Durante los ensayos del Tenorio conoció a Paco Marsó , también actor, con el que se casó en 1977; él se dedicó fundamentalmente a la producción. Del matrimonio nació un hijo, Francisco. Concha había tenido un niño anteriormente, Manuel. En 2005 se divorció de Marsó, después de varias épocas tormentosas motivados por los problemas económicos, muchos de ellos aireados en la televisión. Concha Velasco es una mujer sincera e impulsiva, que no se esconde y siempre da la cara ante los medios, aunque en octubre de 2012 confesaba a este periódico estar arrepentida «de hber ido a los programas de televisión a contar cosas muy íntimas de mi vida por dinero».
Horas antes del estreno en Madrid de «La vida por delante», en su camerino del teatro de La Latina, Concha Velasco hablaba con ABC y reconocía que Madame Rosa, su personaje en esta función la había vuelto más reivindicativa: «No ha sido solo un personaje, sino una declaración de principios. Si tuviera que definirme como persona, diría que estoy de acuerdo en todo lo que dice y hace».
En aquella entrevista, decía también que «llevo toda la vida educándome para ser feliz. Estudiando para ser actriz, para ser mejor persona, para querer a los demás. Hago ejercicio para no tener envidia de esas grandes actrices que veo en el teatro. Y ahora estoy estudiando para ser vieja y morirme. Siempre he tenido miedo a la muerte, pero ahora estoy incluso preparando mi entierro; se lo quiero dejar por escrito a mis hijos. La vida es nacer y morir, y tienes que acostumbrarte a ese hecho irremediable. Para lo único que no estoy preparada es para estar enferma. Me asusta más el dolor que la muerte».
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