Shakespeare, una presencia constante

Relevantes figuras de la escena española relatan la vigencia y la influencia en nuestros días del dramaturgo británico

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JUAN IGNACIO GARCÍA GARZÓN

Nació hace cuatrocientos cincuenta años y aún permanece entre nosotros. Su aliento, fecundo e inagotable, impregna y estimula la voluntad de creadores de todas las latitudes. El dramaturgo Juan Mayorga explica en este sentido que «la sombra de Shakespeare es inmensa y va mucho ... más allá de lo meramente teatral, tanto que no nos damos cuenta de que estamos siendo influidos por él a través de otros que han sido influidos antes». Como este autor y director, otras figuras de la escena española se pronuncian a lo largo de estas líneas sobre el universo del Bardo de Stratford y las obras que particularmente consideran más próximas y significativas.

Comencemos el camino citando al ineludible Harold Bloom , quien, tras el nombre del dramaturgo isabelino, puso a su summa shakespeariana el subtítulo de «La invención de lo humano». El gran erudito neoyorquino asegura que «cuanto más se lee y pondera uno las obras de Shakespeare, más comprende uno que la actitud adecuada ante ellas es la del pasmo». Así, con la rendida, pasmada admiración como bandera, entre los autores, actores y directores consultados hay cierta coincidencia unánime en subrayar «El rey Lear», «Hamlet» y «La tempestad» como las tres piezas del Cisne del Avon más apreciadas.

Por el viejo monarca despojado se inclina el actor y director José María Pou, para quien Lear es «una obra cumbre en la que está todo Shakespeare y toda la sabiduría y la historia de la humanidad entera», aunque, como le resulta imposible escoger sola una flor de tan vasto y hermoso jardín, aclara que le gusta también «Noche de Reyes» , «una joya perfecta dentro de sus comedias, con un personaje estupendo, Malvolio, que a cualquier actor le apetece interpretar». Pou es un shakespeariano confeso: «Tengo las obras de Shakespeare siempre a mano en la mesilla de noche, y en mi biblioteca hay un cuerpo entero dedicado a él. Lo leo continuamente, y hasta para preparar cualquier personaje lo hojeo en busca de alguna pista. Lo percibo como un inmenso baúl en el que cabe todo lo humano». El actor recuerda con emoción que tuvo «la oportunidad de interpretar a Shakespeare en inglés, con gente de la Royal Shakespeare Company ; fue –evoca– en el espectáculo «Bosques» , de Calixto Bieito, en el mismo Barbican de Londres , sede durante años de la RSC. Lo recuerdo como un placer inmenso. Por lo demás, en mi carrera, aparte de ese montaje elaborado con fragmentos de obras del Bardo, solo he encarnado al rey Lear, también a las órdenes de Bieito, aunque ahora que caigo, cuando hice de Orson Welles en ‘Su seguro servidor: Orson Welles’, de Richard France, lo asumí como si fuera Falstaff, o sea, un fake Shakespeare».

Juan Mayorga, autor de una adaptación de «El rey Lear» protagonizada en 2008 por el gran actor argentino Alfredo Alcón , recientemente desaparecido, considera que esta obra es «extraordinaria y de extrema complejidad, y cuenta con varios personajes que podrían ser protagonistas, como Edmond y Edgar. En mi opinión, la escena del acantilado de Dover es la mejor y más emocionante que se ha escrito nunca». El dramaturgo subraya que «Shakespeare creó un puñado de personajes enormes con los que se han medido los mejores actores del mundo. Su escritura, que engloba magistralmente acción, poesía y pensamiento, es un prodigio de teatralidad, siempre sabe qué es lo que atrapa de forma absorbente la atención del espectador».

Lluís Pasqual, director del Teatre Lliure , concreta que, «en estos momentos», su obra favorita es «El rey Lear», pero «en otras etapas de mi vida –especifica– lo han sido " Hamlet " o " La tempestad "... Supongo que me estoy haciendo mayor». En cuanto al influjo constante del Bardo es contundente: «Creo que Shakespeare ha influido genéticamente en todos los habitantes de, como mínimo, Europa y América. Y no me refiero solo a los amantes del teatro y su público, sino a los habitantes, en genérico. Es algo que se dice también de Cervantes. Shakespeare ha sido capaz de crear personajes tan potentes como Hamlet, Otelo, Ofelia, Lear..., que para mucha gente a menudo están más vivos que las personas de carne y hueso. Quien posee esa capacidad para influir en la población, es alguien que, en cuanto profundizas un poco, te deja huella. No puedes pasar por Shakespeare indemne, por así decirlo. He montado "Hamlet", "La tempestad", "Como gustéis", "Julio César"... Como dice Peter Brook , uno vuelve a Shakespeare para saber de qué material está hecho. Otros autores, también maravillosos, como Lorca, nos hablan de cómo nos comportamos. Shakespeare nos remite a nuestra materia».

El autor y director Ernesto Caballero, actual responsable del Centro Dramático Nacional , elige «Hamlet», «porque es inmensa y plantea una cuestión de responsabilidad, algo especialmente importante hoy en día. Es un personaje fundamental de la historia de la cultura, embarcado en la eterna cuestión de qué hacer. La otra obra que prefiero es "La tempestad" que, con "La vida es sueño", me atrapó desde muy joven. Hoy la contemplo como la gran parábola del perdón y la renuncia; un cuento de magia en el que la isla de Próspero es un locus amoenus, un lugar utópico donde los valores se subvierten. Próspero viene a ser un gran director de escena, como también lo es Hamlet. Shakespeare comparte con Calderón la gran metáfora barroca de que el mundo es un escenario».

Recién estrenada su versión de «Misántropo» de Molière, el director, autor y actor Miguel del Arco comenta que la elección de una obra del Bardo «depende del momento por el que atraviese tu vida. Ahora, en línea melancólica pero vital, me siento Hamlet por el vértigo de la acción, el vértigo vital de estar siempre expuesto. Siempre ha estado Shakespeare cerca de mí, desde que comencé como actor, como casi todo el mundo tengo una relación muy cercana con él: te achica, te fragmenta, pero al mismo tiempo te hace sentir fuerte, te atrapa, te pregunta, te explica lo humano y por eso lo haces tuyo».

Hamletiano convencido es el actor y autor Juan Diego Botto. «Desde los 15 años –relata– he estado obsesionado con "Hamlet", he pasado mucho tiempo trabajando el famoso monólogo, para desesperación de mis compañeros de clase que tuvieron que sufrirme tres años. Es una obra infinita, siempre contemporánea, porque cada época tiene su Hamlet. Nos habla de la corrupción del poder, de la influencia de la familia… " Romeo y Julieta " también me parece magnífica, con una escena cumbre como es la del amanecer en la habitación de Julieta. Es un amor adolescente que nunca se agota, parece que está escrito para ti en concreto, y en cada momento la apreciamos de una manera distinta».

La directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y gran especialista shakespeariana, Helena Pimenta, abre el abanico de su preferencias y así lo detalla. «Me gusta "Macbeth" por el músculo que posee el texto; " Coriolano " por el contexto que describe, el tema central de la educación para la violencia que el protagonista ha recibido y el primitivismo del lenguaje; "El rey Lear" por la violenta belleza de la historia y de sus palabras, y "La comedia de las equivocaciones" por su exotismo y perfecta estructura cómica”. Para ella, Shakespeare es fundamental: “Ha sido capital en mi descubrimiento del teatro –subraya– y me ha conducido a lo largo de toda mi carrera. Bajo el título genérico de "Xespir" dirigí mi primera obra del poeta inglés. En ella se contaban, en tres horas, "Ricardo III", "Coriolano", "Romeo y Julieta" y " Otelo ". Luego vino la trilogía formada por "Sueño de una noche de verano", "Romeo y Julieta" y "Trabajos de amor perdidos" con Ur Teatro . Más tarde, también con Ur, "Coriolano", "La tempestad" y "Macbeth". Otro "Macbeth" en gallego con Sarabela, y "La comedia dels errors" para el Teatre Nacional de Catalunya. En total, he dedicado veinte años a estudiar a este autor en los libros y en la escena».

El dramaturgo José Sanchis Sinisterra también cree que la elección de un título de Shakespeare «depende de la etapa por la que se esté atravesando cuando se plantee la pregunta y de los intereses creativos que nos animen en ese momento. En mi caso particular –señala–, pesa el hecho de haber realizado una versión de " Cuento de invierno ", que es una obra en la que se advierten las dos grandes alas de esa formidable ave que es Shakespeare (un autor, quiero subrayarlo, por el que siento una admiración incondicional): en sus tres primeros actos tiene las hechuras de una tragedia semejante a "Otelo", y a partir del tercer acto y en los dos últimos, se transforma en una especie de comedia pastoril fantástica. Es una obra compleja y sutil. Por sus aspectos temáticos y filosóficos, me interesan mucho "La tempestad" y "Hamlet". Me gustaría citar también " Timón de Atenas ", una de las obras de Shakespeare menos representadas en España y que está de plena actualidad por su crítica del capitalismo. El propio Marx destacaba cómo en ella se pone de manifiesto que el poder del dinero destruye los vínculos humanos».

A punto de estrenar « Los Mácbez », aproximación gallega a la tragedia escocesa, el director Andrés Lima se decanta por «Macbeth» y « Ricardo III », “dos personajes que se comparan con el público, ambas obras son emblemáticas y hablan de la ascensión y caída de un personaje trágico, es decir, son parábolas muy humanas. También me gusta mucho "Romeo y Julieta", una obra que ensalza el amor y en la que mueren los dos enamorados. Y como gran personaje, me emociona Falstaff, en torno al que hice un montaje en el que había un homenaje a mi padre y en el que yo mismo me vi reflejado. Es todo un monumento del teatro y encarna una manera de ver la vida, es uno de los personajes más poderosos y de los más tristes». Lima afirma que, aunque siempre ha sido su voluntad «hacer teatro contemporáneo, en un determinado momento me di cuenta de que Shakespeare es el autor más contemporáneo».

En las preferencias del actor y director Sergio Peris-Mencheta, sobresale «La Tempestad», «mi última incursión en la dirección –especifica–, aunque a la que más respeto tengo es a "El rey Lear", una obra que sé que haré en algún momento de mi carrera y que puede atacarse desde muchos ángulos: la vejez, el amor, el poder, la traición… Me impresiona también “ Enrique V ”, una obra que trata de la guerra, algo muy difícil de trasladar al escenario. Quisiera destacar también una fobia: me gusta bastante poco "El sueño de una noche de verano". Una cosa está clara: Shakespeare es un autor que te da opción de adaptarlo a cualquier perspectiva, porque lo coloques donde lo coloques siempre funciona. Para mí es fundamental, lo he mamado a través de tres maestros: Manuel Ángel Conejero, que pone el énfasis en la palabra, Ángel Corazza, que se centra en las pasiones, y Peter Brook, con el que trabajé un "Hamlet" durante cinco meses en el papel de Horacio, que me hizo descubrir el juego. A mí me gusta mucho jugar, pero nunca lo había asociado con el teatro, y ese descubrimiento me animó a dirigir. Mientras trabajábanos en el montaje, Brook decidió eliminar un monólogo sin problemas, pensaba en el espectáculo en conjunto no, en la fidelidad filológica absoluta. Cuando le pregunté al respecto, me contestó: "Si Shakespeare viviera hoy, escribiría rap y se llamaría Eminem". Yo creo que el teatro es una celebración y Shakespeare el mejor anfitrión para una bonita fiesta en la que se hace realidad eso de que el teatro es un espejo de la vida".

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