«Diario de un loco»: La poética dignidad de la locura
José Luis García Pérez protagoniza este monólogo, dirigido por Luis Luque, y basado en un relato de Nicolai Gogol

«Diario de un loco» es uno de los cinco cuentos que componen las «Historias de San Petersburgo» de Nicolai Gogol . El relato de Aksenti Ivanovich Poprishchin, un funcionario de la burocracia zarista cuya principal tarea en el ministerio donde trabaja es afilar las plumas para su director, y que se cree el Rey de España, ha sido adaptado en varias ocasiones para la escena, y ha sido también el vehículo para el encuentro profesional entre José Luis García Pérez y Luis Luque . Actor y director se conocieron hace unos meses, cuando participaban en el montaje de «El gran teatro del mundo», de Calderón, y entonces nació la idea de poner en pie un monólogo -«una cosita, dijimos entonces», ríen los dos-. Eligieron el texto de Gogol y empezaron a trabajar. El festival Fringe, que este año se celebró en Matadero, acogió el montaje, que se alojó en un insólito e inédito escenario : el tejado. Allí, un centenar de personas aproximadamente pudieron asistir durante los cinco días que estuvo en cartel a un espectáculo singular y seductor, donde el progresivo anochecer era un personaje más, y que se convirtió en uno de los más aplaudidos trabajos del certamen.
El montaje
La «cosita» ha crecido, y a partir de hoy, y durante un mes, «Diario de un loco» va a ocupar la sala principal de Matadero . No hay, dice Luis Luque, que modificar especialmente el montaje, que cuenta con escenografía de Mónica Boromello , iluminación de David Hort elano y vestuario de Paco Delgado (candidato al Oscar por su trabajo en «Los miserables»). «La puesta en escena en el tejado -dice García Pérez- nos quitaba unas cosas , pero nos daba otras a cambio que también nos gustaban mucho. No le hemos planteado obligaciones al espectáculo, porque lo que de verdad importa es el texto de Gogol». «En realidad, todo está en la cabeza de Aksenti Ivanovich, enferma o sana. En aquellos tiempos, a los locos se les encerraba en pabellones, y las Naves del Matadero nos ofrecen la posibilidad de recrear esos espacios, y de presentar al funcionario abandonado en uno de esos pabellones. El texto sugiere un espacio onírico y poético, y con esos conceptos hemos realizado la puesta en escena».
José Luis García Pérez, que quería desde hace tiempo embarcarse en un trabajo «personal, único y poético» , asegura que «parece que Gogol escribió la obra ayer mismo, y es sin duda el texto con las palabras más hermosas que he tenido que interpretar».
Texto e interpretación son, por tanto, la columna vertebral del espectáculo, en el que no se juzga a Aksenti Ivanovich. «No nos hemos planteado en ningún momento si está loco o no », asegura García Pérez, mientras Luque apunta: «La clave es que la obra podría titularse “Diario de un hombre”. Huímos de presentar a un loco, y presentamos a un hombre necesitado de amor y que está falto de él».
«¿Qué significa estar loco -se pregunta el actor-; si mi personaje lo está, entonces estamos todos locos ... Aksentei Ivanovich nos cuenta su historia; se encuentra solo en su celda y ahí recrea su mundo. ¿Quién no vive en este mundo de su propia locura artística ?». Es un hombre al que han sometido a los más torturantes tratamientos. «En el texto habla de los palos, de las duchas de agua fría, de los shocks -cuenta Luque-. Ahora, en nuestros días, se dignifica a los enfermos mentales, entre los que hay gente maravillosa y que inspiran una gran ternura. Aksentei es así. Y un hombre de una gran dignidad».
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