De boda con La Cubana
El grupo catalán presenta en el Nuevo Teatro Alcalá su nuevo espectáculo, «Campanadas de boda»
JULIO BRAVO
La Cubana ha vuelto a Madrid. El grupo de teatro catalán se hace notar siempre que llega a una ciudad, y esta vez no iba a ser menos. El jueves 26 se estrena en el Nuevo Teatro Alcalá su último espectáculo, «Campanadas de boda» , ... y la compañía lo presentó a su manera, dando una campanada.
La tienda de la diseñadora de vestidos de novia Rosa Clará, en la calle Velázquez, fue el punto de reunión para los periodistas. Mientras Violeta, la novia (Montse Amat) se probaba trajes en un indiscreto escaparate a la vista de los viandantes, su madre y su tía, Hortensia y Margarita (Annabel Totusaus y Alexandra González) cumplimentaban a los invitados al enlace. Violeta, según contaron, iba a casarse con Vickram Sodhi, un actor de Bollywood , y los preparativos las estaban volviendo locas.
A continuación, todos al autobús rumbo al teatro. «¿Qué os parecen las flores?», inquirían los dos personajes sobre los adornos florales del vehículo. «¿Demasiado recargadas?» . «No, están bien», contestaba un piadoso reportero, que aliviaba los nervios de Hortensia y Margarita.
Las dos hermanas, contó más tarde Jordi Milán, creador y director del espectáculo, llegaron a Madrid en los años setenta, procedentes de Barcelona. Montaron junto a sus padres una pequeña floristería , que con los años fue creciendo hasta convertirse en un próspero negocio, Floristería Las Catalanas. Margarita, la mayor, sigue soltera, mientras que Hortensia se casó con Paco , un policía natural de Valladolid. Tienen tres hijos: Narciso, Violeta y Jacinto , que se han unido al negocio familiar.
Precisamente en el trayecto hasta el teatro el autobús se topa con Regina, una explosiva brasileña nuera de Hortensia, y con los dos hijos de ésta (Babeth Ripoll, Toni Torres y Bernat Cot). Llevan los ramos de flores y los puros para los invitados, y junto a las dos mujeres elevan el nivel del guirigay del autobús. No será la última parada: faltan por subir al autobús la tía Consuelo (Meritxell Duró) y Paco, el marido de Hortensia (Xavi Tena), que contribuyen también al desconcierto. Hay tiempo incluso para el sorteo de un jamón.
La comitiva se detiene a las puertas del Nuevo Teatro Alcalá, donde esperan una gran tarta (de cartón piedra), la inevitable tuna (todos repetidores, seguro, por lo talluditos), unos camareros de Lhardy con el «pica-pica» para los invitados (y también para los transeúntes avispados) y unos policías municipales (estos de verdad, no de guardarropía, que amenazan con sacar la libreta de multas si, por ejemplo, alguien bebe en la calle una de las copas de cava que esperan sobre una mesa (está prohíbido beber alcohol en público), y que miran impacientes el reloj porque el acto se alarga y en torno a actores y director se acumulan ya muchas personas, entre periodistas y curiosos, y crece el desorden.
Sin tener que recurrir a los golpes en la copa con la cucharilla (tiene un micrófono preparado), Jordi Milán explica que desde su estreno han visto «Campanadas de boda» trescientas cincuenta mil personas. Hace cinco años que no actúan en Madrid, donde La Cubana ha presentado espectáculos como «Cegada de amor», «Cómeme el coco, negro» o «Mamá, quiero ser famoso».
Quien acuda a ver «Campanadas de boda», cuenta Milán, se encontrará con lo de siempre: «nos repetimos como el alioli»: «mucho humor, diversión, música y sorpresas ». Sí hay, dice, algo nuevo: «utilizamos la cuarta pared por vez primera». La obra cuenta una boda, sigue; más bien el teatro que se monta cada vez que se organiza una boda, con el mismo rito para un enlace civil que para uno religioso. En definitiva, "Campanadas de boda" es una comedia-vodevil-costumbrista sobre bodorrios ».
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