SOS por Chueca y otros ilustres olvidados
Patrimonio
La tumba del maestro de la zarzuela clama por una restauración, al igual que el panteón de Moratín, Meléndez Valdés y Donoso Cortés, que ha entrado en la Lista Roja de Hispania Nostra y visitamos con dos herederos
El panteón de hombres ilustres de la Sacramental de San Isidro, en la Lista Roja del Patrimonio por su «deplorable estado»
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Iniciar sesión«¡Duerme tranquilo, maestro, que tu Madrid no te olvida, que no te olvida tu pueblo!». Al año de la muerte de Federico Chueca (1846-1908), una multitud de literatos, artistas y políticos se congregó en el cementerio sacramental de San Justo para descubrir ... el monumento erigido en memoria del famoso compositor de zarzuelas. El autor de 'La Gran Vía', 'La Lola' o 'Agua, azucarillos y aguardiente' era tan popular que los guardias municipales tuvieron que contener al inmenso gentío que intentó presenciar el acto. Esa tarde de junio, junto al mausoleo sufragado por la sociedad La Bagatela y su viuda, el poeta y dramaturgo Antonio Casero declamó convencido estos versos que hoy suenan tristemente a hueco. Porque mucha gente en Madrid conoce Chueca por el barrio al que da nombre, la estación del metro y las fiestas del Orgullo, pero apenas recuerda al maestro del género chico y mucho menos su tumba, que más de un siglo después languidece en el olvido.
En la piedra de Almorquí del monumento que esculpió Pedro Estany apenas se distingue la lira o el pentagrama con las notas de la Marcha de Cádiz en su frase «¡Viva España!» reproducidas de un autógrafo del autor. El RIP ha perdido la 'R' y al doliente chispero que cubría parte de la losa con la bandera nacional, en representación del pueblo de Madrid, le falta la cabeza. El paso del tiempo ha ido causando estragos que no se reparan.
Los titulares de la sepultura son los herederos de Chueca «si los hubiere», señalan desde la Sacramental, pero «la asociación La Bagatela desapareció y no queda familia», explica Paloma Contreras, responsable de FunerArte. Esta asociación, que trata de poner en valor el arte funerario de los cementerios, ha impulsado el Proyecto Azucarillos, una recogida de aportaciones voluntarias para restaurar este centenario mausoleo que no cuenta con protección patrimonial.
Es una mañana nublosa, aunque por suerte no llueve, y un puñado de personas escuchan con atención a Paloma y a su compañera Ainara Ariztoy en una visita guiada por la sacramental de San Justo que les lleva a descubrir las últimas moradas de grandes figuras del teatro español. «El busto de Chueca está mejor conservado que el resto de la tumba porque es de mármol de Carrara» responden a una interesada mientras otra visitante fotografía el desastrado mausoleo desde todos sus ángulos.
Después se acercarán hasta el Panteón de Hombres ilustres que alberga los restos de una veintena de conocidos artistas y literatos como Larra, Espronceda, Rosales, Gómez de la Serna o Bretón de los Herreros. Contreras destaca que es el único de los tres panteones de ilustres de Madrid con presencia femenina y por partida doble, porque desde antiguo acoge a la escritora Blanca de los Ríos y a la actriz Jerónima Llorente, «que tiene una tumba para ella sola».
Hace ya un año que el Gobierno anunció el cambio de nombre del ahora llamado Panteón de España para acoger figuras como Clara Campoamor, Carmen Laforet o Margarita Salas, pero de momento no ha habido traslado alguno al edificio construido a finales del siglo XIX en el solar de la antigua basílica de Nuestra Señora de Atocha, donde descansan políticos como Sagasta, Dato, Cánovas del Castillo o Canalejas. «Ni se espera, que yo sepa», comenta el solitario vigilante de este lugar que se concibió para honrar a los españoles ilustres a quienes al menos 50 años después de su muerte las Cortes consideraran dignos de ese honor.
Sin embargo, tras constatar que se desconocía el paradero de grandes como Cervantes, Lope o Velázquez y tras las idas y venidas de los restos de famosos que fueron encontrados -con errores como el de Quevedo o pérdidas posteriores como en el caso de Calderón de la Barca-, el claustro que quiso emular a la Basílica de la Santa Croce, la abadía de Westminster o el Panteón de París se quedó con tan solo trece sepultados. No es extraño que se le haya llamado el «monumento al fracaso» o «el panteón de presidentes asesinados», como lo define Contreras.
Unos pocos visitantes pasean entre los monumentos tallados por Mariano Benlliure, Agustín Querol o Estany, que, eso sí, Patrimonio Nacional conserva en perfecto estado. Aquí nadie deposita flores, como en el más modesto panteón de ilustres de San Justo, donde alguien dejó un ramo junto al retrato esculpido de Larra, un clavel yace a los pies de Espronceda y la familia de Manuel del Palacio colocó una jardinera con flores de plástico.
Sobre el lema de «Bienaventurado el hombre que encuentra la sabiduría» preside este monumento semicircular promovido por la Asociación de Escritores y Artistas Españoles no queda rastro del ángel que acompañaba a la cruz y que probablemente fue destruido durante la Guerra Civil. Tampoco del trofeo de piedra que se colocó después. Sin embargo, se ve limpio y bien atendido, a diferencia del Panteón de Hombres Ilustres del vecino cementerio de San Isidro, que se erigió en memoria de Francisco de Goya (aunque los restos del pintor fueron trasladados años después a San Antonio de la Florida), Leandro Fernández de Moratín, Juan Meléndez Valdés y Donoso Cortés y que recientemente ha entrado en la Lista Roja de Hispania Nostra.
En la Lista Roja
Los hermanos Miguel y María Donoso-Cortés Esteve se acercaron en octubre a comprobar personalmente el «deplorable estado» del monumento denunciado por esta asociación de defensa del patrimonio. «Habría que mantener el mausoleo más cuidado», señaló María mientras su hermano añadía que »aparte de ser un panteón bastante artístico y peculiar, como todo patrimonio debería ser mejor conservado no sólo porque sea de Donoso Cortés y de otros ilustres. Es un recuerdo de nuestra historia».
Al acercarse al medallón con el retrato de su antepasado, Miguel observó con preocupación un boquete junto a la nuca del famoso filósofo conservador que fue secretario de la reina María Cristina. La violenta incisión, que quiebra la piedra, no es fruto del paso del tiempo y sus herederos temieron por un momento que hubiera sufrido un ataque deliberado debido a sus ideas políticas. Precisamente por ser Donoso Cortés «una persona ilustre tan polémica por las personalidades que lo estudiaron y se basaron sus ideas e interpretaciones, como propietarios de su archivo decidimos en 2015 cederlo en préstamo al Archivo General de la Comunidad de Madrid para el libre acceso de la gente que quiera estudiarlo y para la promoción de su persona a través de su documentación de manera directa y pública«, recuerdan. Porque creen que no se tiene una idea justa sobre él. El desperfecto, sin embargo, se remonta a un impacto de la Guerra Civil. «No es por su persona», explica Almudena Moreno, gerente de la Sacramental de San Isidro, que menciona otros daños, como al famoso Cristo de Benlliure, fusilado durante la contienda.
Moreno afirma que, pese a no ser de su competencia, el cementerio ha hecho «pequeñas intervenciones» de urgencia para mantener este panteón decimonónico de ilustres, que fue diseñado por el escultor Ricardo Bellver y que también alberga los restos del militar Diego de León y del compositor Francisco Asenjo Barbieri y su esposa. Su titularidad es estatal y el Ministerio de Cultura refiere a ABC que «ya tiene contemplada la restauración del mismo a través del Instituto del Patrimonio Cultural de España con cargo a su presupuesto ordinario».
El Ministerio de Cultura ya tiene contemplada la restauración del Panteón de Hombres Ilustres de la Sacramental de San Isidro
A pocos metros, la tumba de la cupletista Consuelo Vello, 'La Fornarina' que enloqueció a toda una generación, también clama por una restauración que no llega. «Sus titulares son unos familiares que viven fuera de España», apunta Moreno. No es la única sepultura, ni el único cementerio con sepulturas olvidadas.
En La Almudena, la lápida de Santiago Ramón y Cajal va perdiendo sus letras, la de Dámaso Alonso apenas se distingue por el musgo y la lápida de Concha Espina también pide socorro cerca, según recuerda Paloma Contreras.
En un columbario de su muro norte, en un discreto nicho donde solo consta el número 173, quizá descansen los restos de otro ilustre, el compositor Joaquín Gaztambide. La exhumación del ataúd que se creía de sus restos el pasado marzo en Tudela (Navarra) resultó ser el de una mujer con tacones. Para un antiguo ilustre que iba a ser honrado…
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