Shinichiro Watanabe: «Si las emociones son universales, da igual que la historia sea ciencia ficción, wéstern o terror»
El veterano director de anime, responsable de hitos como 'Cowboy Bebop' o 'Samurai Champloo', pasa por el Salón del Manga como auténtico padrino de la mejor animación japonesa
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Carlos Sala
Shinichiro Watanabe es toda una institución dentro del anime. Y él lo sabe. Serio, atento, calculador, escucha con extrema atención las preguntas intentando controlar todos los aspectos de la conversación. Al autor de obras de culto como 'Cowboy Bebop' o 'Samurai Champloo' ... le gusta dejar claras sus opiniones y puntos de vista. Habla lento, medita primero y no deja nada al azar. Sólo tiene una regla, si hay que hacerle fotos, tienes que esperar a que se ponga las gafas de sol. No es vanidad, es una manía de director, de controlar lo máximo posible el relato. Y lo lleva haciendo desde los años 80.
Watanabe pasó por el Salón del Manga como una auténtica institución, aunque con muchas historias todavía por contar. Este año estrenó su último anime, 'Lazarus', una angustiante historia sobre una droga vendida como el gran remedio contra el dolor, pero que después de que sea administrada como analgésico milagroso, se descubrirá que su efecto secundario es la muerte después de tres años. «Antes mi máxima influencia eran las películas, pero a medida que me he hecho mayor he visto que la realidad, y las noticias, son mucho más poderosas para contar historias. La realidad no es distópica ni utópica, es la mezcla perfecta y es lo que yo quiero para mi animación», asegura Watanabe en declaraciones a ABC.
Su introducción al mundo anime fue algo más práctico que vocacional. Las películas de animación eran mucho mejores que el cine tradicional porque no eran tan caras. Por el mismo presupuesto, podías realizar una historia de ciencia ficción extravagante que una historia realista en imagen real limitada a una habitación. Watanabe no tuvo dudas. «Me acuerdo ver 'Urusei Yatsura II. Beautiful dreamer' y quedar hipnotizado por lo que la animación podía conseguir. A partir de aquí supe lo que quería hacer y me olvidé por completo con mi viejo sueño de ser director de cine convencional», recuerda.
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En 1997 estrenó el título que marcaría su trayectoria y lo convertiría en un hito del anime, 'Cowboy Bebop'. Mezcla de western, ciencia ficción y 'noir' con tintes existencialistas, la historia nos presentaba a un grupo de cazarrecompensas que recorría la galaxia en busca de aventuras. Sólo fueron 26 episodios, pero su impacto dura hasta hoy día. Incluso Netflix realizó una versión en imagen real en 2021, que él no pudo ver más allá del primer episodio porque, en la primera escena, ya se dio cuenta que si no la dirigía él, no era 'Cowboy Bebop'. «Cuando empecé, insistí en crear historias que interesaran más allá de un público local, que no fueran hechas por japoneses para japoneses. Me encanta ver que el tiempo me ha dado la razón y ahora el manga y el anime se consumen masivamente en todo el mundo», asegura.
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La clave del fenómeno anime no tiene nada que ver con las historias que se cuentan, ni con los referentes que se usan para contarlas, ni con crear iconos pop reconocibles para todos, sino en transmitir emociones universales. «Si cuentas la historia de dos amigos que se encuentran y uno desaparece o uno se vuelve contra el otro, éstas provocan emociones universales en los personajes que son reconocibles en todo el mundo. Da igual que sean historias de ciencia ficción, wéstern o terror, los personajes siempre tienen que estar en el centro y vivir la historia a través de sus emociones», comenta Watanabe.
El futuro del anime
Lo que tiene claro es que, a pesar de sus 60 años recién cumplidos, todavía le quedan multitud de historias que contar. Y ahora tiene una obsesión, contar una buena historia de terror. «Cuando era pequeño, no podía ver películas de terror. Me acuerdo de títulos como 'El Exorcista' o 'Suspiria' y que era incapaz de acercarme a verlas. Sin embargo, a medida que me he hecho mayor, me han ido enamorando y ahora quiero explicar mi historia, tengo esa necesidad», señala. No puede avanzar de qué tratará la trama, pero que será impactante. «Creo que el miedo que sentía era en realidad curiosidad, un interés profundo que he podido descubrir a medida que me he hecho mayor. Es un gran género en tiempos como éste», afirma.
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El futuro del anime lo ve con gran optimismo y no duda en que seguirá ganando público. «Estar en un salón como Barcelona es asombroso. El entusiasmo de los fans es maravilloso», señala. Del proceso de creación, lo que más disfruta es el momento en que la idea se concreta en animación y se une a la música para que todos los elementos de la película queden establecidos. Y un sueño para sus próximos trabajos, poder adaptar una obra de Philip K. Dick. «A medida que te haces mayor, reflejas más las cosas que te ocurren a ti y a tu entorno, tus vivencias y emociones. Con ello ganas más recursos con los que expresarte a ti mismo y tus historias se vuelven más ricas», concluye.
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