flamenco
Las sevillanas más tristes que se bailan en la Feria de Abril
música
«Cantando la pena, la pena se olvida», por eso en el repertorio andaluz se celebra la tragedia
La resurrección artística de Pepe Marchena
Luis Ybarra
Me acerco a este teclado como un perfecto 'malaje', pues vengo con un racimo de sevillanas tristes para bailar en la feria: una escena que se repite cada año. Sevilla se parte el pecho entre lágrimas cuando cambia, sin esmerarse en la transición, el adoquín ... de su casco histórico por el albero, esa tierra hispalense que tiñe de amarillo la Maestranza. Los pasos de pronto son casetas. Los pórticos, lonas de rayas blancas, verdes y rojas. Y todo en apenas dos semanas. La saeta queda a la espalda cuando rasguea la guitarra. Todo troca sin soslayo ni perfil. Bruscamente. Tan de pronto que algunas de las letras que se cantan por sevillanas quedan a medio camino entre un evento y otro, y evocan así al Gran Poder y La Macarena dentro de este compás festivo. Otras, al contrario, anticipan el Rocío.
Sucede en toda Andalucía, en realidad. En esta comunidad conviven sentimientos aparentemente opuestos, por eso Rafael Montesinos tituló uno de sus poemarios 'Con la pena cabal de la alegría' y Machado escribió aquello de «Cantando la pena/la pena se olvida». Este bailar jocosamente por bulerías «Mi estrella de plata/la que me reluce/¿por qué me llevas por este calvario/llenito de cruces?» tiene tras de sí toda una filosofía que calcó también Manuel Molina, aquel junto a Lole, a pocos días de los últimos: «Que nadie vaya a llorar/el día que yo me muera/es más hermoso cantar/aunque se cante con pena». Vuelvo a una fórmula machadiana: «Se canta lo que se pierde». Y reír los males es una forma de desbaratar la nostalgia. De combatirla, porque ante la risa todo hombre cae vencido.
La Feria de Abril, un evento que supone el 3% del PIB de la ciudad y que congrega a cerca de cuatro millones de personas donde así, a ojo, cabrían unos miles, es un muestrario de esta paradoja. Prueba de ello es el caso de Romero San Juan, uno de los compositores más fecundos en lo que a la música popular andaluza se refiere. Tuvo grandes éxitos durante su carrera: desde la rumba 'Sevilla tiene un color especial' que popularizaron Los del Río a las puertas de la Expo. hasta aquel 'Qué poderío' con contundencia de eslogan televisivo. No obstante, la pieza que ha suscitado un mayor número de versiones, que se canta y se baila en toda feria y festejo primaveral de acento sureño, es 'Pasa la vida'.
Aquella sevillana, de una añoranza arrebatadora, dice así: «Pasa la vida,/y no has notado que has vivido cuando/pasa la vida./Tus ilusiones y tus bellos sueños/todo se olvida». Romero San Juan la compuso a principios de los 80. Y a finales de esa década llegó el éxito mayúsculo como parte del 'Blues de la frontera', de Pata Negra, siendo este el gran hit de un disco de culto. Albahaca, Amigos de Gines, Cantores de Híspalis, Raimundo Amador en solitario y María del Monte son otros de los artistas que se han vuelto a acercar a ese ramillete de palabras que zarandean el pecho y la memoria, pero siempre entre palmas y lunares. Toda esa tristeza es acogida en cada efímero escenario del Real. Se festeja en pareja, con paseillos, música y volantes.
Amigos de Gines, precisamente, celebra la partida de la familia escogida sembrando voces al unísono: «Algo se muere en el alma/cuando un amigo se va», y arrancan tras esos versos alegres braceos y palillos. Si se compara con la canción de Alberto Cortez de la misma temática, 'Cuando un amigo se va', mucho más gris, la distancia entre una y otra tiene la dimensión que separa Andalucía de Argentina: todo un océano.
Aquí Paco Candela le canta al alcoholismo por sevillanas, porque se ha encontrado en ese esquema un vehículo de expresión. A Salmarina se le pierde la luna por el agua en un suspiro de José Miguel Évora y a Pascual González no le queda voz ya para rezarle al Cristo del Cachorro con los zapatos manchados de albero y de cera de cirio. Con el eco entre balcones y calles con nombres de torero, pervive. Incienso, caramelo, palmas, rebujito, torrijas, oraciones, bailes... Los elementos se mezclan. Andalucía, con algunos de los municipios más empobrecidos de Europa y un paro juvenil que se trata como el vitiligo, con pura contemplación, muere cualquier día de alegría. A mayor duelo, más fuerte canta.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete