La ruleta de los chanchullos
Decíamos ayer
Aquel fue un escándalo de corrupción política, con altos cargos involucrados y pruebas documentales reunidas por un implicado... pero en 1935
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Iniciar sesiónEn la posguerra su significado derivó en 'comercio ilegal de artículos intervenidos por el Estado', pero la palabra estraperlo se empezó a usar unos años antes como sinónimo de chanchullo y fue a raíz de un escándalo de corrupción que ... denunció uno de los implicados con pruebas documentales, en el que se vieron involucrados destacados miembros o personas estrechamente relacionadas con un partido y que salpicó al Gobierno de entonces. Ocurrió en 1935, durante la Segunda República, no se confundan con la actualidad. Aunque también hace 90 años el 'caso Straperlo' levantó una enorme polvareda. Tanta, que de vez en cuando se vuelve a recordar, como cuando saltó el caso Juan Guerra allá por los años 90. Hay bolas en la ruleta de la vida que tienden a caer en la misma casilla.
Los juegos de azar estaban prohibidos en España en aquel entonces, pero ese pequeño inconveniente no fue óbice para que Daniel Strauss, judío de origen alemán y pasaporte mexicano, introdujera en nuestro país una ruleta que había inventado junto a su socio holandés Joachim Perlowitz y que «había conseguido eliminar el factor de la suerte, convirtiéndolo en un juego de habilidad», según decían. El aparato mecánico, al que bautizaron con su acrónimo 'Straperlo', permitía adivinar dónde se posaría la bola, por un cálculo de los números por los que había pasado, pero «se trastocaba absolutamente con ligeras manipulaciones realizadas por Strauss siempre que funcionó» y «así se obtuvieron ganancias efectivas de cuantía imprecisada», según el sumario del caso.
Para lograrlo, Strauss se trasladó a Barcelona, donde fracasó en su intento de que Companys autorizara su ruleta en Sitges, pero conoció al político Juan Pich i Pon, entonces subsecretario de la Marina, y a Aurelio Lerroux. Este contacto de este último, delegado del ministerio de Telecomunicaciones en Telefónica, jugaría un papel clave en sus planes por ser sobrino de Alejandro Lerroux, fundador del Partido Republicano Radical y ministro de la Guerra en ese momento.
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Gracias a la colaboración de estos y de otros como el periodista Santiago Vinardell o el boxeador Paulino Uzcudun, con los que llegó a un acuerdo económico, Strauss consiguió permisos para instalar su 'Straperlo' en el Gran Casino de San Sebastián, previo pago además de sobornos y regalos. La ruleta, sin embargo, solo rodó unas horas. Al enterarse el ministro de Gobernación, ordenó clausurar la sala de juego. Strauss y socios no desfallecieron y aprovechando el cambio de gobierno de octubre de 1934, que convirtió en presidente a Alejandro Lerroux, reactivaron su tráfico de influencias y lograron colocar el 'Straperlo' en el Hotel Formentor de Mallorca. Aunque también esta vez, apenas duró unos días antes de que ordenaran su retirada.
Arruinado, Daniel Strauss presionó a los involucrados en su fraudulento negocio para que le devolvieran los pagos y al no conseguirlo, trató de chantajear a Alejandro Lerroux, con cartas y documentos comprometedores. Como éste ignoró sus demandas, Strauss escribió al presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora. Desde Holanda, le envió una carta en la que denunciaba haber sido víctima de una estafa y para evitar el escándalo, pues se trataba «de negocios con personas particulares, sino con personajes del Gobierno español, así como con el Gobierno español mismo», le pedía que «cuanto menos» se le devolviera «una parte» de lo que le había costado el asunto. Junto a su escrito, Strauss adjuntaba pruebas documentales.
Lerroux dimitió el 25 de septiembre y un mes después, el escándalo saltó a la prensa. «¡Qué quieren ustedes! -apreció Julio Camba en su artículo 'El Straperlador straperlado'- Yo no puedo por menos de compadecer a ese Sr. Strauss que vino aquí tan ufano con su Straperlo decidido a llevársenos los cuartos y acabó dejándonos ochenta y cinco mil florines, es decir, unas cuatrocientas o cuatrocientas veinticinco mil pesetas».
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