Romería Vikinga de Catoira: el salvaje y sangriento desembarco en tierras gallegas

Esta es la historia que marcó el desarrollo de Catoira, en Pontevedra. Este municipio de unos 3.500 habitantes se sitúa en la desembocadura del río Ulla, al fondo de la Ría de Arousa. Un enclave tan privilegiado como maldito pues, a lo largo de la historia, fue objetivo de ataques y saqueos. Es así como nace la Romería Vikinga, Fiesta de Interés Turístico Nacional (1988) e Internacional (2002) que se celebra cada primer domingo de agosto. Se trata de una fiesta profana que rememora el papel desempeñado por el municipio en la defensa de Galicia frente a los ataques de los piratas normandos que buscaban el tesoro de la Iglesia de Santiago de Compostela.

Aunque los vikingos son considerados uno de los pueblos más temidos de toda la Edad Media, la realidad es que los gallegos supieron cómo frenar sus planes de conquista, destrucción y avasallamiento. En el año 858, estos temidos saqueadores se marcaron como objetivo Santiago de Compostela y la sede catedralicia de Iria Flavia. Por suerte, los ciudadanos llevaban tiempo preparándose ante un posible ataque, por lo que se ordenó construir defensas y una flota que vigilara todo el litoral. Por este motivo se construyeron las Torres de Oeste, declaradas de Interés Nacional. Aunque en la actualidad sólo quedan dos de las siete que hubo, es escenario hoy de esta festividad que se celebra anualmente en Catoira desde 1960.

Los propios ciudadanos, aunque también están invitados los visitantes que lo deseen, se disfrazan el domingo día 3 por la mañana (12:30 horas) a modo de guerreros vikingos y a bordo de tres naves vikingas ('drakkar', un barco muy temido propio de estos guerreros, junto al 'knarrs', con capacidad para unas 30 personas) simulan el ataque que aconteció en el lugar y el posterior desembarco de esos pueblos del norte cerca de la zona de las Torres del Oeste. La ofensiva se complementa con la dramatización de la resistencia en tierra, en la que participan unas 200 personas ante la atenta mirada de cientos de turistas y vecinos.

Por suerte, aquellos enfrentamientos de violencia, terror y odio se han transformado hoy en una divertida fiesta en la que los temibles guerreros nórdicos invaden pacíficamente el lugar, sustituyendo la sangre que entonces se derramó por vino tinto del Ulla.

Es el Concello de Catoira quien organiza la festividad desde 1990, diseñando un completo programa de actividades culturales que comienzan una semana antes del primer domingo de agosto, el día en que se dramatiza el desembarco. La música folclórica, la gastronomía (los mejillones y el pulpo, por supuesto, no fallan), las verbenas populares o las competiciones deportivas, entre otras actividades, componen una semana que homenajea a quienes trabajaron duramente por conservar una de las fiestas más singulares y de más fama de Galicia.

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Este año, que alcanza su 65ª edición, habrá teatro Vikingo; un 'VikingMusic' con artistas de primer nivel que actuarán durante todo el fin de semana en el centro de la localidad y en las Torres del Oeste; o actividades deportivas y culturales, entre las que se encuentran la celebración de la II Peregrinación de Ajedrez del Ascenso Vikingo, la II Ruta Vikinga en Bicicleta de Montaña por los senderos naturales del municipio o el II Encuentro de Fútbol Gaélico. Tampoco faltarán pasacalles, el tradicional mercado vikingo, que abrirá sus puertas el 1 de agosto; y actividades infantiles.

La Romería Vikinga contará también con el 'Desembarco del Vikinguinho' el último día de la fiesta (lunes 4 a las 11:00 horas). Tras el éxito alcanzado el verano pasado, cuando se puso en marcha por primera vez, los más jóvenes tendrán la opción de vivir su propio desembarco como auténticos vikingos al igual que los adultos en 'drakars' originales, con todas las medidas de seguridad. Eso sí, los menores que participen deberán ir acompañados de una persona responsable.