Ricardo Gil Lavedra: «El juicio a las Juntas fue consecuencia del empeño de Alfonsín»
El abogado presenta 'La hermandad de los astronautas' (Debate), donde narra en primera persona su papel como juez en el proceso por los crímenes de la dictadura militar argentina
Crítica de 'Argentina 1985'
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Iniciar sesiónEl abogado Ricardo Gil Lavedra tenía 34 años cuando se incorporó al tribunal que tomó parte en el Juicio a las Juntas Militares realizado en Argentina por orden del presidente Raúl Alfonsín. Era la primera vez en la historia que jueces civiles juzgaban los ... crímenes cometidos por una dictadura militar. La decisión de juzgar las violaciones masivas a los derechos humanos hizo que la transición democrática argentina se hiciera sobre un principio básico: la igualdad de todos ante la ley, incluidos los más poderosos.
La crónica y memoria personal de esos años están recogidas en 'La hermandad de los astronautas' (Debate), un libro en el que Gil Lavedra aporta el testimonio de uno de los momentos históricos decisivos para su país. Escrito con la claridad de quien ha sido protagonista y testigo, Gil ofrece detalles de un tema de actualidad gracias a 'Argentina 1985', la película dirigida por Santiago Mitre y protagonizada por Ricardo Darín. En esta conversación, Gil Lavedra habla del juicio por dentro, también del importante papel de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) y del rol decisivo del presidente Raúl Alfosín.
¿Inauguró Argentina una vía hacia lo que conocemos como justicia transicional?
El juicio a los miembros de las Juntas Militares fue inédito. No existían antecedentes de un proceso en el que un poder civil juzgara los crímenes de una dictadura militar. Quizá Grecia o Portugal podrían servir de antecedentes, pero en Grecia se les juzgó por traición y en el caso de Portugal se concentró en los delitos cometidos por una dirección de inteligencia policial. El proceso argentino iba a contracorriente.
¿A qué se refiere?
En el mundo se barría y se escondía toda la suciedad bajo la alfombra. Reconciliar significaba no abrir heridas. El presidente Alfonsín tenía la intuición de que una democracia no podía establecerse sobre una claudicación ética. Había que conciliar y dar una respuesta a esas enormes atrocidades. Nadie quería el juicio, todo el mundo quería mirar hacia adelante. El empeño de Alfonsín permitió que la transición a la democracia en Argentina tuviese lugar sobre la base del Estado de Derecho. Eso tuvo un impacto tremendo. El modelo de la Comisión de la verdad y la Justicia Transicional se replicaron en otros lugares.
¿Qué implicaciones tuvo para la sociedad civil la aparición de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep)?
Fue una herramienta plural integrada por científicos, periodistas, religiosos, intelectuales y personalidades de conducta intachable. Ellos tenían como misión recabar información y testimonios sobre lo ocurrido, para hacer un informe de lo que había pasado en Argentina. Ese informe fue de enorme importancia, porque dejó al descubierto el sistema criminal de la dictadura militar en Argentina. Ernesto Sábato integró la Conadep y fue el encargado de entregar a Alfonsín el informe.
En el filme '1985' no se menciona a Ernesto Sábato. ¿Qué le pareció la película?
Tiene dos grandes méritos y algunos defectos. El primer mérito es que está muy bien hecha, tiene una excelente ambientación de época. Narra una historia dotándola de caracteres épicos. Tiene el enorme mérito de volver a colocar en la discusión pública el hecho histórico del juicio a las juntas militares y conseguir acercarlo a quienes no lo vivieron.
¿Y los defectos cuáles serían?
Tiene algunos fallos históricos. Hay un desdibujamiento de la figura de Alfonsín. Es ridículo pensar que el juicio era una consecuencia natural de la historia y que el papel central lo tuvo la acusación. También desdibuja el rol de la Conadep. Hay una mirada un tanto infantil sobre un momento de enorme tensión. Los militare pedían la amnistía, lo hicieron en los tres alzamientos contra Alfonsín. Además, en las placas finales omiten los indultos de Menem a los comandantes, es decir, los mismos que son el objeto de película.
«Lo normal es que esos juicios no tuvieran lugar», escribe. ¿A qué atribuye que ocurrieran?
Fue consecuencia del empeño de Alfonsín, además, claro, de una cadena de sucesos históricos que los hicieron posible. Mucho se ha discutido y se discute sobre cómo se saldan las cuentas con el pasado. Todas las sociedades buscan la mejor manera de superarlo, pero el principal componente es la verdad. La única forma de reparar el pasado es saber qué ocurrió. Cuesta entender que los militares y cada de las fuerzas armadas argentinas estableciera un sistema criminal que consistiese en secuestrar a las personas, torturarlas para sacar información y asesinarlas después. Y todo en el más estricto silencio.
¿Cómo es percibida en Argentina la justicia hoy?
Ayudó a crear uno de los pocos consensos que se mantienen en la sociedad argentina: el «nunca más», nunca más a la tortura y sí a la democracia. Se mantiene, con magullones, pero perdura. Ha habido gobiernos que reivindican a las organizaciones terroristas que actuó contra la dictadura militar, pero creo que el asesinato siempre es un asesinato, el secuestro es siempre secuestro y por tanto siempre es condenable. A los militares había que juzgarlos, no asesinarlos.
En España se ha apelado a la Ley de la Memoria histórica. ¿Se puede legislar en esa materia? ¿Conduce a algún lugar?
Cada país es soberano y debe buscar la mejor solución, pero la verdad tiene un efecto reparador extraordinario, es lo único que logra sanar las heridas. Hay un derecho de los familiares y de las víctimas, también un derecho de saber lo que ocurrió y dónde están enterrados los suyos. Son cuestiones que tiene que discutir la sociedad española.
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