Los Reyes homenajean a Juana de Aizpuru, pionera de ARCO
Don Felipe y Doña Letizia inauguraron la feria y visitaron el estand de ABC, obra de Javier Garcerá
El ARCO más nostálgico abre sus puertas: amores no correspondidos, homenajes y ausencias
Los Reyes llegaron a ARCO y empezaron su recorrido entre el puesto de Radio 3 y el de Cervezas Alhambra, porque toda inauguración es una fiesta, también aquí (lo de antes es una yincana periodística por más de doscientas galerías, como cuenta Natividad Pulido). ... Aunque bajaron la música minutos antes de que aparecieran los protagonistas… Don Felipe y Doña Letizia solo tuvieron que dar unos pasos entre flashes y murmullos y cuellos estirados como cisnes para llegar al estand de ABC Cultural, donde vieron la obra de Javier Garcerá, 'Dejarse quieto flotar': nueve metros de temple acrílico sobre seda montada en bastidor, o mejor, nueve metros rojos para contar una historia. Allí les recibieron Ignacio Ybarra, presidente de Vocento; Julián Quirós, director de ABC; Jesús García Calero, director de ABC Cultural; y Javier Díaz Guardiola, responsable de arte de ABC Cultural y comisario del estand, que fue el encargado de explicar la instalación con el propio artista, que se sorprendió al ver que la Reina ya conocía su trabajo. «A ti te gusta la seda por un viaje a Japón»… Y así.
En 'Dejarse quieto flotar' todo empieza en una casa en ruinas, con las paredes gastadas por la humedad y el tiempo, y una mesa en el centro con las copas de vino aún llenas, bajo una lámpara de araña: todavía se celebran saraos ahí, aunque el ambiente huele a decadencia y a fin del mundo, o de un mundo, al menos. Después, atravesando un bosque, llegamos a un salón modesto, minimalista, donde un pastor belga (malinois, para más señas) observa el horizonte. «Esta obra es el viaje de ese perro desde el lujo hasta un lugar mucho más austero, donde solo hay una lámpara pequeña que señala los puntos cardinales y un cojín de meditación. ¿Qué ha pasado? El perro ha intuido antes que nadie el peligro y ha abandonado el caos para ir a un lugar más sereno a través de la naturaleza. Nosotros estamos rodeados de crisis, de peligros, pero aquí nadie mira nada y seguimos festejando», nos cuenta Garcerá. ¿Pero no es ARCO una fiesta? Ay.
El perro, por cierto, es el suyo, y antes de ser mascota estuvo con la Guardia Civil detectando explosivos, así que la metáfora adquiere más fuerza en la intimidad (un pastor, pero alemán, había rastreado antes el pasillo del estand: protocolo de seguridad). El paisaje también es de Garcerá: es una estampa de Mijares, en el corazón del Valle del Tiétar, donde tiene una cabaña para retirarse y trabajar en un silencio que es casi imposible encontrar en Ifema. Y otro: 'Dejarse quieto flotar' es propiedad de la Fundación Caja de Burgos.
Aunque el título de la obra es un verso de María Zambrano, Garcerá sitúa su origen en un cuento de Edgar Allan Poe, 'La máscara de la muerte roja', donde un príncipe llamado Próspero y otros mil nobles se refugian en una abadía llena de lujos para salvarse de una terrible pandemia que puede matarlos en media hora, después de sudar sangre. Su plan es vivir encerrados en el lujo hasta que pase la hecatombe. «Es un poco lo que estamos haciendo nosotros», ríe Garcerá, que recalca: «El sentido de la obra está en el cojín de meditación que está al lado del perro. Es una invitación a buscar la atención. Porque es el perro el que se ha dado cuenta de lo que está sucediendo gracias a que está atento… Nosotros siempre estamos en otras cosas. Estamos donde se supone que tenemos que estar, pero nunca estamos donde estamos», sentencia el artista.
A los Reyes los acompañaban el ministro de Cultura, Ernest Urtasun; el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida; la directora de ARCO, Maribel López; el secretario de Estado de Cultura, Jordi Martí; el consejero de Cultura de la Comunidad Madrid, Mariano de Paco, y Marta Rivera de la Cruz, delegada de cultura de la capital, entre otros. La comitiva, como siempre nutrida, se detuvo en el estand de la galería Remota, de Argentina, con dos años de vida y piezas de dos artistas: Marc Pérez y Roxana Ramos, que gracias a la invitación venía a España por primera vez y al fin ha podido conocer el país de sus padres…
Visita muy sentimental
De ahí pasaron a Espacio Mínimo, donde recordaron a José Martínez Calvo, su director, que falleció en mayo de 2023. Le dieron el pésame a Luis Antonio Valverde, su pareja y responsable ahora de la galería. Por cierto: este aprovechó el momento para pedirle la bajada del IVA en el arte a Urtasun, que sonrió. Y el Rey le dijo si se podía tocar una escultura. «Claro, y comprar también». Era 'El gran viaje', de Bene Bergado.
Antes de esto, aplausos. Luego, Chantal Crousel, T20 y Sabrina Amrani, con sus esculturas textiles de Grau-Garriga, que en los años setenta triunfó con su trabajo en Estados Unidos, Canadá y Latinoamérica.
Lo siguiente que vieron fue la obra de Noemí Pérez, que lleva años trabajando el paisaje como una víctima silente de nuestro tiempo. En el estand de Instituto de Visión se encontraron una gran estampa de 2x3 metros (carboncillo sobre tela) que representa la selva de Darien, en la frontera entre Colombia y Panamá: es el lugar más húmedo del planeta y, también, una ruta migratoria más bien trágica.
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Ya en el Pabellón 7 (ARCO sucede entre el 7 y el 9), tocaba visitar la histórica Helga de Alvear, muy feliz: «Es una chica muy normal, la Reina. Y él es la primera vez que me ha dado un beso». Luego, Fortes y Filomena Soares. Tras el saludo institucional pasaron por el espacio dedicado al Caribe, algo así como una isla rosa en un mar blanco (o un meteorito, como dijo un veterano del lugar). La visita terminó en el Guest Lounge (ay) con un homenaje a Juana de Aizpuru, reina fundadora de ARCO, que está de retirada. Le entregaron un libro con dedicatorias de diferentes personalidades del mundo del arte, porque las fiestas hay que terminarlas con sentimiento.