Respeto y dignidad: dos lecciones que José Luis Sampedro aprendió en Tánger
Recientemente, una avenida y una placa conmemorativa en su antiguo colegio rinden homenaje al legado de Sampedro en el corazón de la ciudad marroquí
'José Luis Sampedro. Un hombre fronterizo', de José Manuel Lucía Mejías
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Iniciar sesiónA las nueve de la mañana los niños suben corriendo la calle para llegar a tiempo al colegio Sagrado Corazón de Tánger. Así todos los días desde hace años. Muchos de ellos vienen acompañados de sus madres, que les recriminan su lentitud y sus ... bostezos. Pero todo cambiará cuando estén dentro, cuando compartan pupitres, patios y canicas con sus compañeros. Así sucede hoy en día y así sucedió en el año 1921 cuando un niño José Luis Sampedro acudió por primera vez al mismo colegio.
«De aquella infancia retengo mi primer recuerdo nítido, antes de los cuatro años, en mi primer día de colegio. La memoria me muestra un niño con un babi (así́ se hablaba en Tánger), acuclillado en el patio de recreo y lanzando sus meblis hacia el guá. Veo muy bien aquel rincón del patio y la divisoria entre la luz solar y la sombra de la pared. Llamábamos meblis a las canicas, por corrupción del inglés marbles».
Una obra inédita de José Luis Sampedro verá la luz en el aniversario de su muerte
Adrián G. PeñacobaSu primera obra dramática, 'De autor desconocido', se estrenará diez años después de su muerte, con una lectura teatralizada en el Teatro del Palacio Real de Aranjuez
Así recordaba su infancia José Luis Sampedro en 'Monte Sinaí', ese libro tan emotivo y necesario que daba cuenta de su paso por el hospital neoyorquino cuando estuvo a punto de morir en 1995. Y así lo evoca ahora una placa que el pasado 22 de noviembre inauguró su viuda Olga Lucas, colocada en la entrada del colegio gracias al empeño de la Asociación Amigos de José Luis Sampedro, el Instituto Cervantes de Tánger y la Embajada de España en Marruecos.
Una placa que recuerda que hace más de un siglo por esas mismas calles correteaba, jugaba y aprendía lo que era la vida un niño llamado José Luis Sampedro, que estaba llamado a ser uno de los escritores, economistas y pensadores más influyentes de la lengua española. Un niño que llegó a Tánger con algo más de un año y que salió de allí, para instalarse en Aranjuez, a los 13 años, con una estancia durante unos meses en la soriana Cihuela y en Zaragoza. Un niño, que, sin saberlo, pero sintiéndolo en cada uno de los poros de su piel y en las esquinas de su recuerdo, estaba viviendo en un paraíso de concordia, donde las razas, las religiones, las costumbres, las fiestas, las lenguas o las monedas no levantaban muros, sino que construían espacios de encuentro y de aprendizaje. En Tánger se ponen los cimientos del hombre fronterizo que fue y sigue siendo José Luis Sampedro
La Premio Nobel de Literatura Louise Glück nos recuerda en uno de sus poemas: «Miramos al mundo una sola vez, en la infancia. / El resto es memoria». Y José Luis Sampedro tuvo la oportunidad de abrirse al mundo, de conocerlo, de mirarlo en Tánger, en un Tánger que era tierra de respeto y de dignidad, dos palabras esenciales en el hacer y hacerse de José Luis Sampedro a lo largo de toda su vida.
Y ahí está Tánger como horizonte y como memoria: «Mi primera tierra fue Tánger: una ciudad muy singular por su geografía y, más que por su historia, por su especial condición. No son muchas las ciudades que hayan logrado ser verdaderamente internacionales, como lo fue aquella Tánger mía de los años veinte, en la que abrí de verdad los ojos y aprendí a usarlos hasta mis trece años. Los ojos y todos mis sentidos, estimulados por la variedad y riqueza de los estímulos, disfrutados más con la sensibilidad vital que con el análisis. [...] Ya he dicho que aquella edad no era la del análisis, pero sí la del primer aprendizaje de la vida, y yo tuve la suerte de ejercitarme en la variedad y la libertad. ¡Cuánta naturalidad en mis juegos con camaradas judíos o musulmanes! ¡Qué importaba que en enero a mí me trajesen juguetes los Reyes Magos mientras a mis amiguitos franceses o ingleses se los había traído Papá Noel en diciembre! Las barreras no eran para nosotros».
Sueños y frustraciones
A lo largo de este último año, he tenido la oportunidad de poder dialogar con José Luis Sampedro gracias a su archivo personal, a los miles de materiales que dejó escritos. Un viaje por sus tres escritores, que me ha permitido conocer y profundizar en los sueños y las frustraciones de un hombre singular como fue José Luis Sampedro, sino también conocer mejor la España que sobrevivió a la Guerra Civil española, el mundo que soñó construir y el que sufrió en sus propias carnes y en sus predicciones que, lamentablemente para nosotros, se han cumplido una a una, sobre todo su crítica al despiadado e inhumano crecimiento del capitalismo liberal financiero, que no conoce de límites ni de humanidad. Un diálogo por sus escritos y por sus pensamientos que se ha concretado en el libro 'José Luis Sampedro. Un hombre fronterizo', publicada por Plaza & Janés.
Hoy en día, Tánger recuerda a José Luis Sampedro con una avenida muy cerca de la estación de autobuses, en uno de los barrios más modernos de la ciudad, y con una placa en el primer colegio donde estudió, en el corazón de su casco histórico. Este Tánger que siempre recordó José Luis Sampedro, que fue esencial para comprender su visión del mundo múltiple y respetuosa con las costumbres ajenas.
Hoy en día, en que muchas de las predicciones económicas de las consecuencias atroces del desarrollo globalizado del capitalismo liberal financiero se van cumpliendo, hemos de volver a su obra, a su vida, a su ejemplo, que sigue siendo un faro de nuestro mundo. Como lo fue Tánger para José Luis Sampedro, la tierra del respeto y la dignidad de la que nunca, en realidad, salió. El niño que disfrutaba como pocos de las lecciones aprendidas en su Colegio Sagrado Corazón.
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