Recuperan medio millar de piezas de la batalla que expulsó a las tropas de Napoleón de España
Las investigaciones arqueológicas en los alrededores de Vitoria revelan la «extrema dureza» de los combates de 1813 en los montes
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Iniciar sesiónHace 210 años que las inmediaciones de Vitoria fueron escenario de una contienda histórica que, si bien Ridley Scott no ha tenido a bien incluirla en su última película, por su trascendencia en España y Europa inspiró a Beethoven una obra sinfónica por encargo.
El 21 de junio de 1813, el ejército aliado formado por españoles, británicos y portugueses al mando del duque de Wellington asestó el golpe definitivo a las tropas napoleónicas que escoltaban a José Bonaparte en su huida hacia Francia con el oro, joyas y obras de arte españolas requisadas como botín de guerra.
«Sin otra salida que el (camino) de Pamplona, precipitóse por él todo el ejército, con José a la cabeza; más si los hombres que aún tenían piernas pudieron escapar, no gozaron igual suerte la artillería ni la impedimenta que se atascaron en el camino, como los ratones con morrión al querer huir después de la batalla con las comadrejas», relató Benito Pérez Galdós en uno de sus más famosos 'Episodios nacionales', el de 'El equipaje del rey José'.
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Hasta 83 importantes pinturas de ese formidable «equipaje» abandonado por 'Pepe Botella' en su precipitada huida fueron después regaladas por Fernando VII al duque de Wellington. Junto con las bajas humanas, que las fuentes elevan a unas 20.000 entre muertos y heridos (unas 15.300 francesas y en torno a 4.500 aliadas), este grave perjuicio para el patrimonio español fue el saldo negativo de una contundente victoria aliada que expulsó al grueso de las tropas francesas de la Península, forzó a Napoleón a devolver la corona española a Fernando VII y alteró el tablero de fuerzas europeo, al insuflar nuevas fuerzas a rusos y prusianos y empujar a Austria a entrar en guerra contra el Imperio napoleónico.
Hoy un monumento en la plaza vitoriana de la Virgen Blanca conmemora la batalla de Vitoria, presente en todos los libros de Historia sobre la época. Sin embargo, nunca hasta ahora se había estudiado arqueológicamente el campo de batalla donde se libraron los combates. «De hecho es poco conocido incluso entre los propios vitorianos, de ahí el interés científico y también patrimonial, de realizar una investigación de arqueología», señala Gorka Martín, investigador de la Universidad del País Vasco y director del proyecto 'De Wellington a Espartero. Arqueología de los campos de batalla a inicios del siglo XIX'.
El equipo formado por Martín y sus colegas Pablo Carrasco (Universidad de Barcelona) y Jonathan Jacobo Bar Shuali (Universidad Complutense de Madrid) prospectó este verano algunos de los parajes en los que se enfrentaron ambos ejércitos y recuperó «casi medio millar de materiales de diferente tipo y cronología» que ahora examinan con interés. «Su estudio está resultando muy revelador», afirma el arqueólogo, porque gracias a las mediciones del calibre y el peso de las balas pueden establecer qué bando empleó qué munición y por las deformaciones por impacto de algunas de las municiones, saben que fueron disparadas, estableciendo así lugares de tiroteo.
Combates de extrema dureza en la montaña
Los investigadores comprobaron la presencia de la artillería en la llanada, aunque los resultados fueron algo escasos, quizá por ser un lugar más accesible para los expoliadores. En cambio, en la zona de montaña los combates debieron ser de extrema dureza a cuenta de los hallazgos encontrados.
Los más interesantes se realizaron en el flanco derecho francés, a lo largo de los montes al sur de Vitoria. Según relata Martín, «la lucha en este sector fue un combate de montaña, con tropas ligeras de infantería peleando en formación de guerrilla. Nada que ver con los tan famosos choques de formaciones en línea o avances en columna, imágenes prototípicas de las batallas del periodo».
Los objetos hallados muestran a los arqueólogos «una complejidad mucho mayor sobre estos campos de batalla» y que la lucha en los montes se desarrolló a una cota mucho más alta de la que se señala en la bibliografía. «Se ha podido corregir ese error de atribución geográfica», se felicita el director del proyecto. Además, la recuperación de munición de pistola apunta a que «la lucha fue encarnizada y a muy corta distancia».
Además de los materiales típicos de campos de batalla de época napoleónica los arqueólogos encontraron «piezas muy singulares». En un espacio de intenso combate y en una ladera desenterraron una baqueta de fusil francés Md. 1777. Tal vez la perdiera de forma fortuita un soldado francés, pero en ese caso resulta extraño que no rodara ladera abajo. Por eso creen que la baqueta terminó allí porque fue «disparada». Carrasco, que este mismo año recuperó medio millar de piezas de la batalla de Ordal, la última victoria de Napoleón en la Península, explica que en ocasiones los soldados, por nerviosismo o por olvido, tras comprimir con la baqueta la carga en el cañón del fusil disparaban sin retirar la baqueta y ésta salía disparada como una auténtica jabalina, perdiéndola para el resto del combate.
Un escocés que vio toda la guerra
Uno de los hallazgos más curiosos de la campaña de prospección fue una medalla a los 5 años de servicio del 71º Regimiento de Infantería ligera escocesa, o Highlanders. «Teniendo en cuenta que la batalla se libró en junio de 1813 y el desembarco de los británicos en la Península había sido en junio de 1808, este era un soldado que había visto toda la guerra peninsular», subrayan los investigadores. Podría haber estado en la defensa de Lisboa, en la batalla de Elviña, en La Coruña, o en la de Fuentes de Oñoro (Salamanca).
Gorka Martín cree que el soldado que llevaba la distinción probablemente fue herido y puede que muerto en los montes de Vitoria porque este tipo de elementos de indumentaria que se colocaban en el uniforme se desprendían en combates cuerpo a cuerpo, al caerse o al ser un cuerpo arrastrado. Según varias fuentes, el teniente coronel Cadogan, jefe militar del 71º Regimiento de Infantería ligera escocesa resultó herido y después trasladado a un caserío cercano, donde falleció, pero Bar Shuali apunta que las medallas por años de servicio no las llevaban mandos de graduación superior a sargentos. Debió de pertenecer a otro de los que causaran bajas en dicho regimiento. Los investigadores recuerdan que en la batalla de Vitoria «fueron realmente altas: 370 hombres, 89 muertos y 281 heridos».
¿El cañón de un mapa?
Otra pieza insólita que encontraron fue un pequeño cañón de juguete. «Fue toda una sorpresa recuperarlo precisamente en el lugar donde sospechábamos que podría haberse colocado la artillería anglo-luso-española», comenta Martín. Aunque en un principio no le dieron mayor importancia a este pequeño modelo de cañón que, por su tipología, se trataría de una pieza de avancarga en la que se ven los muñones y el cascabel, después sospecharon que podía tratarse de una pieza de la batalla.
«Existen dos posibilidades. Por un lado, sabemos que a los ingenieros y artilleros de la época se les exigía un modelo o maqueta como proyecto de final de estudios, por lo que podría deberse a eso. Por el otro lado, tal como vemos en muchas películas, los militares solían llevar mapas del terreno y colocaban encima piezas de este tipo para marcar posiciones, movimientos, tropas…», explica el director del proyecto antes de resaltar que «se trata de un elemento único hasta el momento».
Varias piedras de sílex halladas, que servían para crear la chispa que provocaba la ignición de la pólvora de los fusiles, están recubiertas por una cápsula de plomo que ha llamado la atención de los investigadores. «Es habitual que en las recreaciones históricas se use cuero o similares para envolver la piedra, pero cuando testamos la piedra recubierta de plomo, la experiencia fue mucho más eficaz», relata Carrasco, que lo pudo comprobar en la recreación de Vitoria 1813, al coincidir con la campaña arqueológica. «La fusión de historia, arqueología y recreación histórica permite conocer aspectos que sin una u otra disciplina nos serían desconocidos», valora.
Los miembros del proyecto 'De Wellington a Espartero' también han documentado en el mismo lugar materiales de la última Guerra Carlista (1872-1876), como cartuchos y restos de municiones que atribuyen a la batalla de Treviño del 7 de julio de 1875. Sesenta años después se luchó en el mismo sitio, aunque con distinto armamento y tácticas de guerra.
Del famoso «equipaje» de José Bonaparte, sin embargo, no han encontrado ningún resto. «De existir, se correspondería con las afueras de Vitoria y esta zona hoy en día se encuentra edificada en su mayor parte o transformada», según describe Carrasco. Una lástima porque resulta inviable, a su juicio, llevar a cabo allí una prospección metálica.
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SuscribeteRedactora especializada en arqueología y patrimonio. Autora de 'España, la historia imaginada' (Espasa) y coautora, junto con Federico Ayala, de 'La Gaceta olvidada' (Libros.com).
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