Ni mula, ni buey y los reyes, de Andalucía

El libro profundiza sobre el anuncio del nacimiento de Juan el Bautista y el nacimiento de Jesús, en Belén. Según Rouco Varela, la obra “no es separable del autor”, del que hizo un recorrido desde que de niño Joseph Ratzinger expresó su deseo de ser sacerdote, su “vocación intelectual” con su paso por el mundo universitario como estudiante de Teología y luego profesor. “Se puede ser sacerdote con mucha pasión siendo intelectual”, dijo el presidente de los obispos españoles, que defendió la Teología como ciencia.

Y es en este capítulo donde el Papa explica que, como reza la mayor parte de imaginería popular, el niño nació en una gruta y fue puesto por su madre en un pesebre. Este, según el libro, fue colocado en el lugar donde se alimentan los animales porque “es el alimento que da al hombre la vida eterna”.

¿Y del respecto a las bestias? El Pontífice recuerda que los Evangelios no hablan ni de buey, ni de mula. Sin embargo, el profesor emérito Olegario González de Cardedal, explicó que en el libro explica que el profeta Isaías decía en una cita: “El buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no me comprende”. Esto fue rápidamente asimilado y el propio Papa asegura que ahora ningún Belén renunciará a los dos animales junto al niño.

Otro asunto es el origen de los reyes magos. El Papa se hace eco de varias posibilidades, entre ellas la que apuntan que procedan de extremo Occidente, de Tarsis-Tartesos. También refiere que representan las tres edades del hombre, juventud, madurez y vejez. Sin embargo, no les da nombres, tampoco figuran en la Biblia.