«Quiere imponer una visión del pasado»: los recelos de los expertos frente a la descolonización de museos de Urtasun

Urtasun habló de «superar un marco colonial o anclado en inercias de género o etnocéntricas» que han lastrado la visión del patrimonio. Frases que, para María Saavedra, directora de la Cátedra Internacional CEU Elcano. Primera Vuelta al Mundo y doctora en Historia de América, están huecas: «Me parece que son palabras vacías de significado real que buscan imponer por ley una determinada visión del pasado con el objetivo de contentar a una parte de la población a la que no le interesa la cultura, sino la ideología». Y va a más, pues está convencida de que «legislar sobre la interpretación de la historia supone una clarísima manifestación de esa censura que, supuestamente, el ministro quiere borrar del panorama español».

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El doctor en Historia de América por la Universidad de Sevilla, Esteban Mira, sigue la estela de su colega. Desde tierras andaluzas confirma que una pregunta ronda su cabeza desde que escuchó a Urtasun: «¿A qué se refiere exactamente con descolonizar?». El filósofo Pedro Insua, autor de '1492. España contra sus fantasmas' tampoco lo sabe. Afirma que el ministro no acotó la acción de sus medidas y que usó su discurso para vilipendiar nuestro pasado: «De sus declaraciones podemos extraer que hay una falta de simetría en los museos y que las muestras surgieron de un despojo depredador de culturas que vivían tranquilas en su propia naturaleza. Eso no fueasí», explica.

El ministro de Cultura no explicó en el Congreso cómo se llevaría a cabo esa «revisión» de colecciones que dependen del Estado para superar lo que él denomina «marco colonial». José María Luzón, exdirector general de Bellas Artes, así como del Museo del Prado y del Arqueológico, recuerda que hace años planteó la necesidad de crear una comisión científica con carácter nacional, formada por representantes del mundo cultural y «sin injerencias políticas», que tomase decisiones «sensatas» sobre obras de las colecciones de los museos. «Hay muchas piezas que no están en el museo en que deberían estar», afirma poniendo por ejemplo un fragmento de una inscripción de Ampurias que se conserva en el Arqueológico y que, en su opinión, debería unirse a su otra mitad en Ampurias. «En eso sí estoy totalmente de acuerdo, pero desde luego no con un criterio político, sino con un criterio científico» y «quien tome ese tipo de decisiones que ande con pies de plomo y que no sea un reparto de los museos en el Parlamento. Eso sería un disparate», remarca convencido de que un asunto de este calado «no tiene nada que ver con izquierdas o derechas, esto tiene que ver con la cultura».

La arqueóloga Alicia Perea, experta en el estudio del oro antiguo, cree que al hablar de descolonización el ministro no se refiere a la restitución de piezas porque «en nuestro caso es evidente que no somos un país colonial y no podemos devolver lo que no nos hemos llevado». El Tesoro Quimbaya, que tan bien conoce Perea y que Colombia ahora reclama, «fue un regalo», como el templo de Debod y otras piezas faraónicas donadas por el Gobierno egipcio, recuerda Luzón. Por eso, la arqueóloga cree que Urtasun se debe referir al discurso expositivo que «en algunos museos y en algunos asuntos sí que peca un poco de colonialismo y de etnocentrismo».

El antropólogo Luis Díaz Viana cree que habría que plantear desde los museos «unos relatos con propósitos más universalistas» y contar su origen, vicisitudes y redenominaciones en cada caso, explicando los motivos de que las «piezas están donde están por algo -sean causas nobles y humanísticas u otras más o menos polémicas o vergonzantes- y respecto a las cuales sólo cuando su adquisición o tenencia viole las leyes y convenciones internacionales debería plantearse una devolución futura».

Cesáreo Jarabo, autor de 'El fin del imperio de España en América' (Sekotia, 2023) se muestra, sin embargo, escéptico. «Todo lo que dice este ministro es vago», dice mientras remarca que «la restitución de los tesoros sería una barbaridad porque si España hizo algo en América fue crear cultura, construyendo escuelas y universidades, enseñando latín o haciendo hospitales y carreteras con su propio dinero. ¿Tendría Lima que devolver a España todo ese patrimonio?». Y Mira coincide en que «los museos virreinales de territorios como México o Lima»; son mucho más ricos en material que los españoles. «Sus piezas ensalzan el virreinato y la presencia española... ¿qué hacemos, les pedimos que devuelvan las piezas a España? No tiene sentido», finaliza.

Los expertos también subrayan la importancia del origen de las piezas. «Los museos españoles se encuentran entre los pocos de Europa que no cuentan con obras rapiñadas», desvela Caballos. Nada que ver con el Louvre, el Museo Británico o el Museo de Berlín. «Un ejemplo: la base del Prado es la colección de los Habsburgo, que adquirieron muchas obras e hicieron las veces de mecenas», sostiene. Para él, en definitiva, no tiene sentido descolonizar las muestras, porque, al menos en este sentido, «no hay nada que descolonizar». En este sentido, Luzón recuerda que «España no fue a Egipto a llevarse antigüedades como hicieron otros países y que ahora están en el Museo del Louvre, el Británico, el de Berlín u otros» y en América «no hicimos una gran política de excavaciones para traer antigüedades». El Museo de América se formó con objetos que se traían con valor etnográfico, resalta. «No es comparable ni el tipo de objetos ni la llegada de esos objetos a España».

En esta línea, el politólogo Javier Santamarta, autor de 'Fake news del Imperio español', afirma con sorna que le daría la vuelta a la descolonización que ha planteado Urtasun. «¡Hay que reparar los expolios cometidos por los imperios! Me parece fenomenal. Podríamos establecer ese 'diálogo e intercambio' con, por ejemplo, la National Gallery de Londres, y así recuperar el Felipe IV pintado por Velázquez, que estaba en la biblioteca del monasterio de San Lorenzo de El Escorial», sentencia. Lo mismo que opina Luzón: «¿Qué hacemos con el templo de Debod? ¿Y con las antigüedades faraónicas regaladas por el gobierno egipcio a España cuando se inaugura el canal de Suez?».

Para Cesáreo Jarabo: «La descolonización del Urtasun es un nuevo paso para desprestigiar España». Para este historiador experto en la configuración territorial del nuevo continente tras el descubrimiento de Colón, el nuevo ministro de Cultura está demostrando «una incultura sin límites», ya que la dinastía de los Austrias que se inició en 1516 aplicó a todo su imperio la igualdad.

«España no ha tenido nunca colonias. Cuando llega a América, se expande y sigue siendo España, incorporando los territorios a la Corona como virreinatos, con sus legislaciones, instituciones y gobiernos propios que, lógicamente, dependían de la Monarquía. La participación de los naturales americanos en la política del Imperio fue evidente. Un habitante de Cuenca era tan español como uno de la localidad ecuatoriana de Cuenca», advierte

El historiador mexicano Enrique Krauze apoya esta misma visión, según explicó recientemente en ABC: «Es un gran error hablar de la descolonización, porque hay que tener claro que hay muchísimas diferencias entre las colonias que las potencias europeas establecieron en África en el siglo XIX y los virreinatos de América. En este sentido, hay una amplísima historiografía escrita no solo por historiadores españoles, también por los ingleses, estadounidenses y mexicanos, en la que se explica que estas dos formas de Gobierno no fueron iguales».

Jarabo añade, además, que esta vertiente de Urtasun obvia que las leyes hablaron siempre de «provincias», «reinos», «repúblicas» o «territorios de islas y tierra firme». El término «colonia» nunca se empleó en el ámbito jurídico con los territorios que habían sido incorporados a la Corona de Castilla hasta mediados del siglo XIX.

Con respecto a la «descolonización» anunciada hace más de un año, Krauze añade: «Es un capítulo más de la politización de la historia y yo siempre me opuse a ello. La historia es un saber que hasta ahora no se ha respetado. Tiene que desarrollarse al margen de la política. Los políticos nunca deben dictar la verdad histórica, deben ser los historiadores actuales y los de generaciones futuras».

Un enfoque muy parecido lo tiene el hispanista Manuel Lucena: «El término descolonizar es anacrónico por contemporáneo. No tiene que ver con los objetos de los museos. Estos exigen un deber de neutralidad. Uno no puede organizar un museo para ver tan solo lo que le apetece según una ideología transitoria».