Los pies de la diosa del Turuñuelo llegaron desde Grecia hace unos 2.500 años

Los análisis realizados a la pieza del yacimiento tartésico confirman que procede de las canteras de Pentélico, lo que la convierte en la escultura de mármol griega más antigua de la Península Ibérica

Desvelan un último sacrificio tartésico de los «liquidadores» en el patio del Turuñuelo

Los pies de mármol de Casas del Turuñuelo, en el momento de su hallazgo Construyendo Tarteso

Frente al último peldaño de la extraordinaria escalera que sube al piso superior de las Casas del Turuñuelo, sobre la tierra que cubrió el masivo sacrificio de caballos que se llevó a cabo en el patio de este monumento tartésico de Guareña (Badajoz) antes ... de su clausura, los arqueólogos del proyecto 'Construyendo Tarteso' se toparon con unos pies esculpidos en mármol que ahora, tras multitud de análisis, se ha confirmado que proceden del Monte Pentélico, al noreste de Atenas (Grecia), lo que convierte la pieza en la escultura de mármol griega más antigua hallada, hasta la fecha, en la Península Ibérica.

Podría haber sido realizada al tiempo que los dos sarcófagos antropoides de Cádiz, datados en el transcurso del siglo V a.C. y que, según algunos estudiosos, habrían sido tallados en mármol griego (un extremo en el que no todos los autores coinciden), aunque éstos no son esculturas de bulto redondo como la de Guareña. «Se encontró en un contexto de finales del siglo V a.C., pero pensamos que la escultura es anterior», señala a ABC el arqueólogo Sebastián Celestino, codirector de las excavaciones junto con su colega del Instituto de Arqueología (CSIC-Extremadura) Esther Rodríguez y autor del artículo 'A los pies de la diosa. Contexto y análisis de la escultura de mármol griego documentada en el patio del yacimiento tartésico de Casas del Turuñuelo' que firma junto a Rodríguez, a Anna Gutiérrez (Instituto Catalán de Arqueología Clásica) y a Alberto Dorado (Universidad de Granada) en la revista 'Complutum'.

En un sondeo realizado en la campaña de 2023, documentaron el zócalo de una construcción anterior al edificio que los arqueólogos están sacando a la luz y creen que la figura bien pudo llegar tiempo atrás a este yacimiento que por su excelente estado de conservación y la riqueza de los materiales que atesora está apuntalando la idea de que la cultura tartésica no desapareció tras la crisis del siglo VI, sino que continuó con cierto esplendor en el valle del Guadiana.

Los diferentes estudios y análisis llevados a cabo apuntan a que el mármol blanco de grano muy fino y de gran calidad con el que se esculpió la escultura procede del Monte Pentélico, la misma cantera que proporcionó la materia prima para la construcción de buena parte de los edificios de la acrópolis ateniense en el siglo V a.C., así como numerosas esculturas de época clásica y helenística.

Detalles de los pies de la escultura Construyendo Tarteso

Por la proporción de los pies recuperados, calculan que esta figura alzada tenía una altura de unos 70 centímetros y por su posición en paralelo, estos expertos sospechan que se trataba de una imagen femenina que adscriben «al final del arcaísmo griego o, más bien, al denominado estilo severo, donde las figuras adquieren más movilidad».

Aunque han rastreado en profundidad la estatuaria griega, no han dado con ningún paralelo. Solo la 'Venus de Cannicella', hallada en una necrópolis etrusca cercana a Orvieto (Italia), «ofrece un atractivo parangón». Esta escultura de mármol griego representa a una mujer desnuda de pie, con pequeños agujeros en la cabeza, el cuello y las orejas para acoplar joyas y se cree que sería una diosa que podría vestirse y desvestirse ritualmente.

Un encargo de una Astarté

De elaboración griega, tal vez fue un encargo a un taller heleno para que realizara una escultura de una diosa venerada en la localidad, lo que justificaría, a juicio de los investigadores, que no se ciña a los cánones griegos. «Las imágenes de Astarté sí suelen aparecer desnudas y en posición hierática, con los pies juntos y adornadas con joyas», recuerdan.

Para Celestino, Rodríguez, Gutiérrez y Dorado, la escultura del Turuñuelo podría representar precisamente a esta diosa fenicia, presente en el mundo tartésico de manera recurrente, tanto por la famosa estatua del Carambolo como por los espacios para su culto reservados en santuarios tartésicos como el citado Carambolo o Cancho Roano. Astarté está muy relacionada con los caballos y en el Turuñuelo se encontró un remate de bronce en cuyos extremos se moldearon dos palomas que simbolizan a la diosa.

«Aunque no parece que haya dudas sobre la elaboración de la escultura de Casas del Turuñuelo en un taller griego, no parece descabellado pensar que podría tratarse del encargo, bien de un jefe local o de la propia comunidad que habitaba el lugar, de una Astarté que podría haber sido venerada en el edificio», sostienen los arqueólogos, que sospechan que había sido colocada en una hornacina en una de las estancias paralelas a la sala central del piso superior donde descubrieron un altar en forma de piel de bóvido. La basa cuadrangular sobre la que se apoyan los pies solo se alisó en la parte superior, la única que quedaría visible al ir alojada en la cavidad.

La superficie de esta basa aún conserva buena parte del azul egipcio con el que fue pintada y que representaría el surgimiento de las aguas marinas de la diosa, a la que se rendía culto desde hacía siglos en el suroeste peninsular, identificada como Afrodita Anadyomene y venerada en Gadir (Cádiz) como Venus Marina. Los análisis han confirmado además que el óxido de hierro conservado en el contorno de los pies y de las uñas también decoró de color rojo el resto de ambas extremidades y no descartan que el resto de la escultura estuviera «también coloreada como era frecuente en la estatuaria mediterránea de la época».

Los investigadores creen que aprovechando las rutas comerciales de la costa mediterránea con el interior, por donde penetraron una gran cantidad de productos griegos y etruscos, se realizara el encargo de una escultura que se adaptara a las necesidades de culto de quienes vivían o asistían al monumento de Casas de Turuñuelo. Antes de su abandono y al igual que los rostros descubiertos recientemente en el lugar, la escultura fue destrozada. Celestino detalla que los pies están «biselados, como si hubieran recibido un golpe en una esquina». Después habrían sido arrojados desde el piso superior y el resto de los fragmentos fueron esparcidos por el edificio, como se hizo con otros objetos. «Por ello, estamos convencidos de que en un futuro podremos recuperar el resto de la escultura», así como las partes que aún faltan a los relieves que aparecieron el pasado año, sostiene.

En la próxima campaña de excavaciones, que comenzará en marzo, los arqueólogos continuarán su búsqueda de la puerta principal del monumento y es posible que se adentren en alguna de las habitaciones que pudieron alojar la estatua y «donde pensamos que quizá esté parte de la escultura», según relata el director de 'Construyendo Tarteso'. Localizar el ámbito donde estaría emplazada la estatua es un reto más al que se enfrentan, «imprescindible», en su opinión, para interpretar la funcionalidad de un lugar que no deja de deparar sorpresas.

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Sobre el autor Mónica Arrizabalaga

Redactora especializada en arqueología y patrimonio. Autora de 'España, la historia imaginada' (Espasa) y coautora, junto con Federico Ayala, de 'La Gaceta olvidada' (Libros.com).

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