Películas desterradas o cómo una parte del cine de Ucrania acabó en Moscú
El Centro Dovzhenko protege la mayor colección cinematográfica ucraniana, mientras lucha por su supervivencia
En el segundo invierno de la guerra, los archiveros no olvidan los filmes expatriados en tierra enemiga
Kiev
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Iniciar sesiónEl corresponsal bolchevique Malynovskyi fue liquidado en la remota aldea ucraniana de Dymivka. El caso apareció en los titulares del periódico 'Pravda' y hasta el mismísimo Stalin lo llegó a comentar. El 9 de agosto de 1926 se estrenó una película relatando este suceso. ... Por desgracia, no llegó completa hasta nuestros días, y sabemos que su quinta parte se perdió para siempre. Este filme, dirigido por Panteleimon Sazonov, se rodó en el importante estudio de Odesa. Todos los aspectos del proceso cinematográficos del celuloide de Sazonov se realizaron bajo el auspicio de la Vukfu (Administración Fotocinematográfica de Ucrania). La cinta original fue arrancada de Ucrania, trasladada a Moscú hace décadas, y sigue custodiada por Gosfilmofond, el Fondo Estatal de Cine de la Federación de Rusia.
Eran los años 20 del siglo pasado, era el apogeo del fugaz 'Hollywood ucraniano'. Entre 1922 y 1930 se filmaron alrededor de 140 largometrajes en los estudios de la Vukfu. Más de la mitad se perdieron. Pero los que se conservan ponen de manifiesto que aquella fue una rara época de pura libertad artística. Duró solo ocho años. Un tiempo más que suficiente parar crear algunas de las obras fundamentales en la historia del cine. 'El hombre de la cámara' se filmó en Ucrania; el reconocido documental experimental capturó la vida en Odesa, Járkov y Kiev. La excepcional Vukfu fue la productora de este metraje monumental del maestro Dziga Vertov.
Muchos artistas emigraron entonces a la Ucrania socialista atraídos por la falta de injerencias políticas en sus creaciones. A Vertov lo siguieron Mikhail Kaufman, Ivan Perestiani o Vladimir Mayakovski. Gracias a la gestión de Vukfu encontraron un impulso, un oasis, para poder desarrollar sus obras y experimentos artísticos plenamente.
'Dymivka o El asesinato del corresponsal rural Malynovskyi' es un caso más en la lista de películas que no han retornado a su tierra. Cuando las políticas de ucranización soviéticas terminaron en 1930, con ellas también desapareció la joven y prestigiosa Vukfu. Los viejos rumores atestiguan que el KGB -los servicios secretos- se personaron en los principales estudios cinematográficos ucranianos para incautar las cintas que acabarían en los archivos de Moscú. Allí se quedaron durante décadas.
Tras la independencia de Ucrania en los años noventa comenzó la colaboración entre el Centro Nacional Oleksandr Dovzhenko y Gosfilmofond para restituir las obras. «No era un proceso sencillo por toda la burocracia y además si queríamos recuperar nuestras películas teníamos que pagar por ellas», explica María Glazunova, una de las trabajadoras del organismo.
Los contactos entre las instrucciones disminuyeron gradualmente a partir de 2014, después la Revolución de la Dignidad y con el inicio de la guerra en el este del país. En la situación actual, con Rusia ocupando los territorios soberanos de su vecino, es imposible que las conversaciones se retomen. «Es una tragedia para Ucrania que una gran parte de nuestro patrimonio cultural esté todavía en el país que inició una guerra contra nosotros», lamenta Oleg, uno de los integrantes de equipo del Centro Dovzhenko.
Dovzhenko, el gran artista Oleksandr Dovzhenko, «el mayor cineasta ucraniano de todos los tiempos», atrajo la atención mundial al cine soviético en los años 30. Era un comunista convencido que siempre prestó atención a las realidades y particularidades ucranianas. Su impronta permanece y la influencia artística que ejerce se nota en el trabajo del guionista alemán Werner Herzog, o en el director estadounidense Terrence Malick. La importancia del director ucraniano es de tal calado que decidieron poner su nombre el archivo cinematográfico más grande del país.
El cine y los documentos que rodean a las películas ayudan a comprender fenómenos como la censura, el totalitarismo o la propaganda
La colección del Centro cuenta con 7.000 largometrajes: documentales, películas animadas ucranianas, extranjeras y otros materiales. Es más que un archivo, es una mediateca, un museo y una editorial. Inaugurado en 1994, la institución logró obtener el estatus de miembro de la Federación Internacional de Archivos Cinematográficos (FIAF) en 2006. Han colaborado con diversas organizaciones internacionales, incluida la Filmoteca Española. Conservan también el único laboratorio de copia de películas de Ucrania. La afamada producción Cyborg de 2017 -una película bélica sobre la segunda batalla en el aeropuerto de Donetsk- se imprimió en el Dovzhenko.
Su mandato es preservar y promocionar el cine nacional. Y con el tiempo se ha convertido en un punto de encuentro de los investigadores que intentan comprender la compleja historia ucraniana a través de las películas. De ahí la relevancia que tiene el recuperar las cintas y poder encajar las piezas que faltan. La identidad nacional de Ucrania ha sido negada categóricamente por los poderes del Kremlin, por eso es vital para todo el sector cultural cuidar sus obras, sea el formato que sea. Encajar la herencia soviética en una Ucrania que soporta los bombardeos rusos es complicado, pero no imposible. El cine y los documentos que rodean a las películas ayudan a comprender fenómenos como la censura, el totalitarismo o la propaganda, destacan desde el Centro Dovzhenko.
Lo soviético y las disputas
La FIAF establece en sus recomendaciones que es el país productor de las cintas el que ostenta el derecho primario para almacenarlos. Por eso los archiveros ucranianos las reclaman. Este es el criterio principal que siguen en el Dovzhenko para catalogar las obras ucranianas y distinguirlas de las rusas.
El trabajo de separar el cine soviético ucraniano del ruso no es una tarea sencilla. «Muchas películas, directores y actores se encontraban en la intersección de varias identidades culturales, y no sólo étnicas, lingüísticas, sino también de clase e ideológicas», escribió Oleksandr Telyuk, director del archivo de la institución, en una columna del medio Suspilne. Primero se tiene en cuenta el país donde se realizaron y después se analizan bajo una óptica poscolonial. «A veces los rusos reivindican el legado de algunos cineastas basándose únicamente en el lenguaje. Sí, Kira Muratova rodó todas sus películas en ruso, adaptó a Chéjov, pero todas menos una se rodaron en Odesa, y no puede haber discusión aquí», sentencia Telyuk.
Hay restos de misiles de rusos en el techo del Centro Dovzhenko. Un proyectil impactó a menos de 50 metros del edificio. Los cristales estallaron, pero el archivo quedó impoluto
Lo 'soviético' se ha asocia casi de manera automática a lo 'ruso'. Olena Goncharuk, directora del Centro Dovzhenko, lamenta que muchos de los exponentes del cine ucraniano de entreguerras fueron conocidos a nivel mundial como 'vanguardia rusa'. El disputado legado cultural de los artistas ucranianos y el intento ruso apoderarse de sus obras es solo una de las muchas líneas de combate que enfrentan Ucrania y sus instituciones.
Hay restos de misiles de rusos en el techo del Centro Dovzhenko. Un proyectil impactó a menos de 50 metros del edificio. Los cristales estallaron, pero el archivo quedó impoluto. Olena Goncharuk se despertó con el sonido de las explosiones el 24 de febrero de 2022. Primero llevó a sus hijos a un lugar seguro y después se dirigió al Dovzhenko. Solo había una persona de seguridad en todo el recinto. Convocó a su equipo y se las ingeniaron para resguardar los materiales. Las jornadas caóticas se sucedían mientras el ejército ruso acechaba Kiev y los temores sobre el destino de las obras no cesaban. El Ministerio de Cultura había bloqueado el presupuesto del centro y en aquellos primeros momentos no disponían de fondos para organizar los traslados. Lograron solventarlo.
Centro amenazado
Cuando los invasores se tuvieron que replegar, el peligro más apremiante cesó. Pero los problemas sólo acababan de comenzar. El verdadero acoso, el más doloroso, vino desde dentro. Las autoridades ucranianas iniciaron un sucio proceso para desmantelar el centro y privarlo de su tan querido archivo. La sociedad protestó y la decisión quedó paralizada, no retirada. Decían los políticos que era una «reorganización». Fue un escándalo que puso de manifiesto las prácticas caciquiles que todavía manejan ciertos sectores de la política en este país. Goncharuk ganó un concurso público de forma transparente para dirigir el organismo, nunca la nombraron oficialmente y hasta trataron de destituirla sin motivo. Además, la Agencia Estatal de Cine de Ucrania dio luz verde a la privatización de dos inmuebles del Centro. Una de las fuentes principales de financiación gracias a los fondos que recibían en concepto de alquiler. El historial de agravios está expuesto en la prensa local.
La batalla fue sonada. Iván Kozlenko, exdirector de la institución, escribió un artículo de denuncia en el medio 'Zabrona' dejando claro que «el caso del Centro Dovzhenko es el frente de la lucha por la democracia, la autonomía de las instituciones culturales, la transparencia y la rendición de cuentas».
MÁS INFORMACIÓN
El equipo permanece firme y sigue explorando vías para mantener su institución a flote. Necesitan financiación para poder tener su propio servidor digital y almacenar sus películas en la nube. Eso es lo que les preocupa.
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