Joan Manuel Serrat, se hace camino al andar
Nadie como él ha sabido expresar con canciones los sentimientos a los que ni siquiera éramos capaces de poner nombre
Joan Manuel Serrat, premio Princesa de Asturias de las Artes 2024
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Iniciar sesiónFue la música de fondo que sonaba en nuestro primer beso, en los lejanos veranos de la adolescencia, en los dolorosos desengaños de nuestros amores juveniles. Serrat siempre estuvo en nuestra vida. Nadie como él ha sabido expresar con canciones los sentimientos ... a los que ni siquiera éramos capaces de poner nombre.
Lo suyo nunca fueron ni las romanzas de los tenores huecos ni el coro de los grillos que cantan a la luna y sí una voz entre los ecos. Versos de Antonio Machado que sustentan la vida de este hombre, que, en su última entrevista tras abandonar los escenarios, afirmaba que lo importante no es la meta sino el camino.
Joan Manuel Serrat: «No soy un perro verde. Me llevo bien con mi soledad»
Pedro García CuartangoEl 22 de diciembre dio su último concierto en el Palau Sant Jordi. Y estas son sus primeras palabras tras la retirada. Repaso a una vida y a una obra plagada de historias, anécdotas... De canciones que son banda sonora de nuestra memoria
La vida de Serrat ha sido una larga andadura que comenzó en Poble Sec en 1943, tiempos de miseria y de posguerra. Un chico de barrio que se matriculó en agronomía y que se ganó la vida como sexador de pollos. Aficionado a la música y la guitarra, su futuro cambió cuando sus canciones empezaron a sonar en Radio Barcelona.
Nada fue sencillo, ni su carrera estuvo exenta de sufrimientos y sinsabores como el exilio durante los estertores del franquismo. Serrat es un ejemplo de lo que apuntaban los clásicos: que no hay estética sin ética. Bien podría decir, como Machado, aquello de nada os debo y me debéis cuanto he escrito. Nunca saldaremos esa deuda.
Serrat se despidió del público a finales de 2022 en una gira en la que no faltaron las referencias a su abuelo, asesinado en la Guerra Civil, y a sus padres. Un justo y necesario tributo porque, como él evocó, ellos le enseñaron los senderos por donde no debía transitar. Hay una profunda verdad en esa apelación a los orígenes. Su futuro estaba tal vez escrito en esa canción de cuna de su madre, la mujer que hacía pijamas para ganar un sobresueldo.
«No me molesta la soledad. La necesito para leer, ver y escuchar. Pero eso no quiere decir que yo sea un perro verde», dijo en su última entrevista. Unas palabras que le definen porque Serrat, siempre discreto, ha querido huir del mundanal ruido y refugiarse en aquellas pequeñas cosas en las que encontró la inspiración, ese término que tanto le cuesta utilizar a un creador que rinde culto al esfuerzo.
Como él mismo gusta subrayar, la vida es fugaz y está sometida a los caprichos del azar. Pero hay en sus composiciones una mística del momento, una exaltación del tiempo perdido y recuperado a través de sus canciones, pura poesía y emoción que nos conmueve.
Vivirá siempre en su música, en los recuerdos de todos los que hemos crecido con sus discos, en la memoria de varias generaciones que descubrieron el amor mientras escuchaban las desdichas de Penélope en la estación o las aventuras otoñales del tío Alberto. Vivirá, sí, incluso después de que el levante otoñal empuje al mar su barca.
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