El patrimonio de la Biblioteca Nacional, en «grave riesgo» por goteras
El Ministerio de Cultura tardó cuatro meses en poner en marcha unas obras de emergencia que los expertos vieron urgentes desde el primer día
El agua de la DANA afectó a libros, tiró falsos techos y abombó el suelo. «Cundió el miedo», cuenta un trabajador
Una reforma de 1,5 millones pone en riesgo los fondos históricos del Instituto del Patrimonio

La DANA que inundó la Comunidad de Madrid el 3 y el 4 de septiembre de 2023 causó daños relevantes en la Biblioteca Nacional de España (BNE), tanto en su sede de Recoletos como en la de Alcalá de Henares, ambas en situación de ... emergencia. «Los daños ocasionados en ambos edificios van del deterioro de revestimientos hasta el abombamiento de pavimentos de madera o al desprendimiento de falsos techos», señala un documento del Ministerio de Cultura al que ha tenido acceso ABC. En el mismo texto se afirma que se detectaron humedades y «afectaciones» en los fondos, y se alerta de «posibles nuevos riesgos ante futuros pero cada vez más frecuentes, fenómenos climatológicos excepcionales».
En diciembre, el Ministerio de Cultura emitió un comunicado informando de que el Consejo de Ministros había aprobado obras de emergencia en la BNE por un importe de 1.914.950 euros. La nota, escueta, no precisaba qué daños se habían producido, y se limitaba a decir que se iban a reparar las cubiertas y los lucernarios de los patios. «No hay más información que la disponible», respondió entonces el equipo de prensa a este diario. Sí que la había. El documento de 'declaración de emergencia de las obras', fechado el 2 noviembre y que revela ABC, describía la «grave situación sobrevenida» y una situación potencialmente peligrosa para la integridad del patrimonio español. Las obras, que tienen una duración prevista de once meses, empezaron en enero, con las primeras catas, cuatro meses después de la DANA. Por cierto: en el nuevo museo de la BNE, dedicado a la historia del libro y la transmisión del conocimiento, se explica que la humedad es más peligrosa que el fuego…



Todo empezó el 4 de septiembre de 2023, el día de las tormentas. La por entonces directora de la Biblioteca Nacional de España (BNE), Ana Santos, envió una serie de informes al Ministerio de Cultura, a la sazón dirigido por Miquel Iceta, alertando de los daños causados por las fuertes lluvias en la institución. Al día siguiente, la Gerencia de Infraestructuras y Equipamientos del ministerio realizó una visita de valoración en la que constató los deterioros y planteó posibles soluciones. Ese mismo día Santos pidió que se declararan las obras de emergencia. Sin embargo, nadie la escuchó. Tuvo que volver a pedir la declaración el 15 de septiembre, diez días después, repitiendo que «la gravedad de la situación podría afectar a los fondos bibliográficos y arquitectónicos del Patrimonio Histórico Español». Además de los tesoros de valor incalculable que contiene, la sede de Recoletos de la BNE, un edificio del siglo XIX, es en sí misma un Bien de Interés Cultural (BIC).
«El estado de deterioro generalizado originado por las lluvias catastróficas y de acuerdo con lo expresado en los escritos e informes de la dirección de la BNE, la no intervención inmediata supone un grave riesgo de pérdida del patrimonio bibliográfico e inmobiliario de la institución», reza la citada declaración de emergencia firmada por el secretario técnico José María Mediero López, secretario técnico de Infraestructuras del ministerio, el 2 de noviembre de 2023.
Durante años, la BNE ha elevado informes a Cultura informando de problemas en el edificio; entre ellos el de las goteras
La siguiente fecha es el 19 de diciembre de 2023, casi cuatro meses después del primer aviso. Fue el momento en el que el Consejo de Ministros aprobó la declaración de emergencia para «reparar la impermeabilización de las cubiertas y otros elementos constructivos» en las dos sedes de la BNE, sin muchos más detalles. Sin embargo, las opiniones dentro y fuera del Ministerio de Cultura sobre la situación de la BNE eran contundentes.
La citada declaración de emergencia dice que la actuación en cubiertas, paramentos y suelos se considera «absolutamente imprescindible y debe realizarse con carácter inmediato para evitar nuevas filtraciones de agua, concurriendo en este caso, por un lado, la causación de los daños por un acontecimiento catastrófico y, por el otro, una situación de grave peligro para el patrimonio». El problema no se originó con la DANA. Es más: el cambio de las cubiertas del edificio, que son las originales del siglo XIX, era una demanda recurrente de la BNE, tal y como ha confirmado ABC. De hecho, el agua ya había entrado en el edificio antes y después de la DANA, aunque con menos intensidad. En enero se vio afectado un depósito de la planta superior dedicado a la música.
A pesar de la contundencia de las opiniones, pasaron más de cuatro meses entre el aviso de la biblioteca y el inicio de las primeras catas para la reforma. Apenas se realizaron unos parches provisionales en septiembre. ¿Ha pasado demasiado tiempo entre la denuncia y la actuación? El Museo del Prado sufrió una situación similar en marzo de 2023. El día 24 de ese mes se redactó un informe que pedía obras de emergencia en la cubierta de la sala 12, la de las 'Meninas', y en otras que también resultaron afectadas. El 3 de abril de 2023, Marina Chinchilla, directora adjunta de Administración del museo, acordó la declaración de emergencia. Las obras empezaron antes de que llegara mayo, y ahora están en su fase final. «Hay veces que en el ministerio no se valora la amenaza que puede existir sobre el patrimonio. Ha sido una lucha», denuncian fuentes internas de la institución.
Durante años, la BNE elevó al ministerio varios informes sobre problemas en el edificio. La pasividad de Cultura fue tal que a finales de octubre de 2023 se llegó a un cruce de cartas entre las más altas instancias de la biblioteca y el despacho del ministro de Cultura, que finalmente activó los procedimientos para acelerar las obras. Pocos días después se firmó el informe del 2 de noviembre que ha podido ver ABC.
Los principales daños
En la sede de Recoletos, los principales daños son las goteras en la cubierta, que supone la revisión de más de tres mil quinientos metros cuadrados. También es necesario reparar los lucernarios de los patios, donde se ubica el depósito legal, es decir, el lugar que recibe todas las publicaciones que se imprimen, y hay que sellar todo el acristalamiento. Además, hay humedades en los muros del sótano de galerías, donde hay maquinaria y fondos bibliográficos. En la sede de Alcalá, los daños más graves están en el sótano, donde se desbordó la red de saneamiento. Hubo filtraciones en los muros, goteras en el lucernario de la sala de lectura, goteras en las cubiertas intermedias, filtraciones en la fachada de la torre 5, por las ventanas…
El informe de Gerencia de Infraestructuras de Cultura señala que había problemas anteriores a la DANA que no se habían subsanado, a pesar de los intentos. «Sistemáticamente se vuelven a detectar filtraciones de agua», reconoce en el texto el secretario técnico de Infraestructuras. Él avisa de que va a ser una «labor compleja, que exige una investigación previa» para localizar «el origen de vías de agua, sus causas y las afecciones que las filtraciones de agua puedan ocasionar en las instalaciones».
Desde dentro de la BNE cuentan a ABC que durante la DANA se escuchaba cómo fluía el agua por dentro, pero no sabían por dónde, por lo que cundió el miedo. «La cafetería estaba encharcada, las bombas no daban abasto para drenar. Fue una auténtica odisea. En los depósitos veíamos cómo caía el agua… Hubo que tapar varias zonas con plásticos para proteger los libros, poner cubos, usar fregonas y paños…», recuerda, por su parte, Jesús Rodríguez, portavoz de UGT de la BNE. «Como no es la primera vez que nos surgían problemas de goteras, pues ya en previsión solíamos tener esas zonas marcadas».
En la zona de catalogación se mojaron libros, pero afortunadamente eran ejemplares modernos. «El agua caía por la pared… Vinieron los restauradores y se pusieron manos a la obra y tuvieron que secar los libros», añade Rodríguez. «Hay otras zonas en las que los armarios se dejan tapados con plásticos porque cada vez que llueve entra el agua. En la sede de Alcalá se mojaron los fondos hemerográficos».
No todos creen que la actual reparación de las cubiertas y demás intervenciones urgentes vayan a solucionar el problema del agua. «Muchos compañeros pensamos hay que hacer una remodelación integral como la que hizo el Museo Arqueológico, que es la otra parte del edificio de la biblioteca que da a la calle Serrano. Costó dinero y tiempo, pero mereció la pena. En algún momento tendremos que hacer lo mismo», opina Rodríguez.
Hace solo dos años, en la BNE ya tuvieron obras que afectaron a los trabajadores. Y eso por no mencionar que más allá de la emergencia está en marcha una gran reforma del edificio para rehabilitar el jardín de entrada y abrirlo al público (van a construir una cafetería, una librería y un restaurante), cubrir los patios interiores para acondicionarlos para hacer actividades y crear un auditorio en el patio norte.
Los daños de la DANA de septiembre coincidieron con un prolongado periodo de interinidad de la BNE. Tras anunciar Ana Santos en mayo su intención de jubilarse, Iceta activó el procedimiento para sustituirla en junio, 48 horas después del adelanto electoral. Pero el exministro finalmente optó por no elegir al nuevo director estando en funciones, y como la investidura de Sánchez se retrasó tanto, el nombramiento de Óscar Arroyo no se produjo hasta finales de enero.
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