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ABC Cultural

Woodstock 99, cómo el paraíso hippie se convirtió en una orgía de fuego y destrucción

El festival que abrió la veda para tratar al público como ganado lo pagó caro: el caos se apoderó del evento en un fin de semana retratado en dos documentales de Netflix y HBO

El panorama apocalíptico del festival, con los asistentes rodeados de basura y aguas fecales ABC

Nacho Serrano

Un festival de música, sin sus penurias, no sería un festival. A estos sitios se va a estar de fiesta, pero también a sufrir un poquito, no nos engañemos. ¿Por qué si no dejamos de ir cuando tenemos cierta edad? Porque ya no estamos ... para que la tienda de campaña salga volando por los aires por una racha de viento albaceteño en Viña Rock, ni para embarrarnos hasta las rodillas por una riada en el Arenal Sound, ni para aguantar el ritmo infernal de Monegros. Todo eso son penurias asumibles, pero hay otras que no lo son. Como cuando te cobran cinco euros por una botellita de agua y diez por un perrito caliente, cuando te hacen recorrer kilómetros caminando entre basura para ir de un escenario a otro, o cuando llegas a unos baños que hace días que no se limpian.

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