La voz de Beth Gibbons alumbra las Noches del Botánico en un concierto para el recuerdo

La que fue cantante de Portishead vino a presentar en directo 'Lives Outgrown' (2024), un disco en solitario de folk y electrónica acompañada por un septeto impresionante, incluyendo guiños a 'Out of Season' (2002), su disco con Rustin Man (Talk Talk), y éxitos incontestables de la banda que la aupó a la gloria

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Beth Gibbons durante el concierto Víctor Moreno

Andrés Castaño

Fue sonar 'Roads' y 'Glory Box' en el Real Jardín Botánico Alfonso XIII de la Universidad Complutense, y sentir como la música nos sobrecoge, como las canciones permanecen, o trascienden. Aquellas dos canciones de 'Dummy' (1993), aquel disco con el que la banda de ... Britstol Portishead hizo historia a base de trip-hop, ritmos lentos, medio quebrados, aderezados por letras repletas de brumas, niebla vital y diluvios generacionales. Y es que Beth Gibbons conserva su duende. Posee una voz que te habla de tú a tú, que se instala en tu regazo y te desarma.

Beth Gibbons nos acompaña desde hace décadas, conmocionando desde la parte más quebrada de la existencia, cautivando desde el interior del alma. Desde Bristol, Portishead puso en el panorama un sonido, el trip-hop, con el que luego, a ritmo de cuentagotas, atesoraron tres discos y un directo, que pasaron a la posteridad. La vida de Gibbons iba más allá, libre, con el pulso a flor de piel, para alinearse con Rustin Man (de Talk Talk) y labrar un disco conjunto 'Out of Season' (2002). Anoche sonaron inmensas 'Mysteries' y 'Tom the Model', y nos dejaron estupefactos por la desnudez y el impacto de la primera y la sofisticación de la segunda. Una muestra de cómo la música vuela a su aire, sin prejuicios.

'Lives Outgrown' (2024) es un disco que funciona desde la calma o el regocijo, donde el folk se alía con la electrónica más suave, pero que Gibbons ha sabido llevar magistralmente al vivo: buscando los matices y subrayando los detalles. Arrancó con 'Tell Me Who You Are Today' con un dúo de violines que señalan el camino. La acústica siempre enhebrando el origen, además de teclados, bajo, batería y percusiones. Por momentos esos trayectos me recuerdan a Lankum, una banda irlandesa que renueva el poder del folk. Desde la profundidad lumínica, destellos de azules, rojos y verdes sostienen 'Burden of Life', en un soslayo de duermevela, o en un desvelo de vida. La música coge sustancia para no desintegrarse en este mundo de arenas movedizas, y exento de valores capitales.

'Floating on a moment', el gran single de último álbum, nos propulsa, jadeos mediante, a un paisaje de ensueño, acústicas mediante, coros vibrantes, como queriendo atrapar el instante. Gibbons sabe crear un mundo mágico, entre la fantasía y la ficción. Nos sirve. Porque queremos escapar de un mundo sin rumbo, camino a la deriva. Porque sí, la música era esto, momentos que nos atrapan, que nos conmueven.

Gibbons tarda en saludar en español, ya avanzado el concierto, pero lo hace de manera natural. Se lanza a agradecer al público y subraya lo a gusto que está. Bien vale un apunte destacado, o un aplauso, el diseño de iluminación que supo captar la intriga, poner el acento en los impulsos, en cada momento, en el latir de cada canción. 'Rewind' me recuerda a unos Einstürzende Neubauten menos aguerridos, pero sí que muestra la furia que hay dentro. Y la necesidad de escaparse de etiquetas. 'For Sale' captura sonoridades arábigas, pero sin perderse en el abismo, o en lo evidente.

'Lost Changes' crece como una canción de aprendizajes, de sensaciones puras, de saberse teñido de las capas de la experiencia. Con todo lo que los violines afinan o apuntan. En directo estremece más aún. En 'Oceans' brota en Gibbons la lírica de Emily Dickinson, y entonces los versos circulan con toda su fortaleza. 'Whispering Love' posee algo de hechizo, y encandila. Sonó todo 'Lives Outgrown' sabiendo amplificar el continente y aupando los contenidos. En los bises seduce lo inmanencia, la trascendencia de Portishead a través de 'Roads' o 'Glory Box', retumba siempre como esencial ese «Dame una razón para ser una mujer / Sólo quiero ser una mujer». Estos clásicos de Portishead evolucionan, llevadas a un terreno más folk, más pausado, focalizando en el poder vocal de Gibbons, en la incandescencia del mensaje, tan fino como rotundo. Con 'Reaching Out' pone punto y final con un ritmo insidioso. Todo sonó magnífico a base de elegancia, presencia, prestancia y sustancia. Desde la aparente calma, desde sonoridades cruzadas y bien especiadas. No todo va a ser purismo. En Gibbons las canciones lo pueden todo. Anoche supimos de lo relevante de su ceremonia, de lo impresionante de sus argumentos. Pura alquimia: emoción a flor de piel. Un concierto breve, pero ya sabemos que lo bueno, si breve, dos veces bueno.

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