Tina Turner, el ave fénix del soul que nunca se rindió al dolor

La cantante, que con su 'single' de 1984 'What's Love Got to Do with it' se convirtió en la mayor superventas de Estados Unidos, construyó un carrerón alucinante con más de doscientos millones de discos vendidos y, esto se dijo, como la mayor vendedora de entradas de conciertos en solitario de toda la historia. Antes de estos 'shows', en su última época, Turner dedicaba unos minutos a meditar y rezar pensando en todos los asistentes del público. La gente que la rodeaba la tenía, de hecho, por 'la mejor persona que he conocido', de la generosidad que acabó desarrollando. Pero esta bondad e impulso por ayudar llegó porque tuvo que enfrentarse a padecimientos insoportables...

Si su currículum musical fue un triunfo indubitable, la superestrella estadounidense también se doctoró 'cum laude' en Adversidades de la Vida. «No soy sobrehumana, solo una señora de un pueblo llamado Nutbush. Si yo pude llegar a ser indestructiblemente feliz, todos podemos. Quiero alentar a las personas a apreciarse. Si puedo ayudar a una persona más a ser feliz, entonces he tenido éxito en mi misión en la vida», nos respondió a una entrevista a este diario en 2022 tras la publicación de sus memorias espirituales 'La felicidad nace de ti'. ¿Y quién publica un libro de este tipo? Efectivamente, alguien que ha buceado en los fondos abisales.

Nacida en 1939 en el estado de Tennessee, durante los últimos días de la Gran Depresión, la entonces Anna Mae Bullock conoció de primera mano el racismo con recogida de algodón inclusive. Pero ni siquiera ese fue el mayor de sus problemas entonces porque sus padres se odiaban. Y su madre ni quería haberla engendrado y, a sus once, se largó a otra ciudad. Su padre hizo lo mismo a sus 13 años. En aquella época también conoció la muerte de su prima, en quien se había apoyado para sobrevivir al abandono de sus progenitores.

En aquellos años 50, Nutbush y otras zonas del norte de Memphis eran la meca del góspel, el blues y el jazz, y la pequeña Anna Mae conoció, ya en San Luis, a Raymond Hill, saxofonista con quien tuvo un hijo y la conectó al mundillo musical. Pero sería con Ike Turner, quien la subiría por primera vez al escenario, con quien cumplió su sueño de cantar, con quien se casaría, quien le enseñaría la industria y con quien vivió una pesadilla conocida por todos: «Durante años sufrí violencia, física y emocional . Labios rotos, ojos morados, articulaciones dislocadas, huesos fracturados y tortura psicológica», recordaba en su autobiografía. Veintiopoca edad y en un cárcel aterradora.

Pese a todo, Turner tuvo fe en la humanidad. Y abrazó el budismo, que le salvó literalmente la vida como titulamos aquella entrevista en ABC. Estos años 70 fueron también muy complicados en lo profesional, hasta que compuso 'Nutbush City Limits ', un éxito sobre todo en Europa y un blasón de confianza creativa. Un día, su hijo pequeño Ronnie llegó a casa con un rosario de madera lacada marrón y le dijo: «Mamá, esto es para las prácticas budistas. Si recitas 'Nam-myoho-renge-kyo' podrás tener todo lo que quieras». Poco a poco se adentró en la meditación y la autorrealización interior y sacó fuerzas para abandonar a Ike y vivir, por fin, su vida y su carrera en libertad, que se dispararía hasta aquellos Himalayas comerciales antes mencionados: la reina del rock & roll, del soul, de lo que quisiera gracias a su huracanada voz y energía.

Retirada por todo lo alto en Londres el 3 de mayo de 2009, el mito ganó ocho Grammys y cumplió más sueños, como ser actriz en 'Tommy' o 'Mad Max 3'. Y hasta le hicieron un musical, basado en su biografía, de éxito en todo el mundo, de Broadway al West End, también en la Gran Vía madrileña. Pero, como fatal sino, siguió sumando tragedias, como el suicidio de su hijo mayor Craig hace cuatro años.

Se va un imperio, seis décadas de Historia del pop, cuyo mayor proeza, con todo y sin duda, es no haber sido derrotada por el más grande dolor.