The National: el indie añejo resiste pero destiñe
Los estadounidenses pasaron por Madrid para presentar sus dos últimos discos editados en este 2023, pero su concierto en el WiZink ante 8.000 espectadores deslució sus canciones por un sonido emborronado
Andrés Castaño
Con The National te pasa como con aquel viejo amigo que nunca fue amigo del alma, con el que agrada reencontrarse, que tiene su gracia, pero que no. Por lo que sea no te convence. La banda liderada por Matt Berninger posee canciones, ... algo indiscutible, pero su sonido va convirtiéndose en algo de otra época, en algo añejo con sabor a barrica, que tira de retrogusto y poco de frescura, de avances. La banda Anoche el WiZink no hizo justicia a su sonido, embarrando sus canciones, y afeando el conjunto. Eso sí, fue un concierto generoso con los más de 8.000 fans asistentes: amplio y extenso, de larga duración, 2 horas y cuarto, y con 29 canciones.
El concierto madrileño de la banda originaria de Cincinatti (Ohio) empezó con un vídeo de la canción 'je ne sais pas danser' de la francesa Pomme, una música que está en la esfera pop, en otra galaxia del indie rock de autor que practica la banda estadounidense. Arrancaron con 3 canciones seguidas de 'First two pages of Frankenstein' su noveno disco: la balada íntima a piano 'Once Upon a Poolside', la letanía épica de 'Eucalyptus' y las programaciones modernas de 'Tropic Morning News' con unos solos de guitarras rematando el final tirando de su particular épica 'a cascoporro'. Tras esos preámbulos, una trepidante 'Dont' Swallow the Cap', para que el concierto tomara pulso, y tocar el cielo cuando atacaron 'Bloodbuzz Ohio', uno de sus himnos incontestables. También sonaron vibrantes, y sin toda su plenitud, otros hits como 'Day I Die', 'Apartment Story' o 'Graceless'.
Es justo reconocer que el septeto lo dio todo en directo. Puso toda la carne en el asador, con un repertorio que fue de menos a más. Parecía como si estuvieran dando los últimos coletazos de su carrera, en plena madurez. Llegando a sus más altas cotas. El guitarra Aaron Dessner recordó en varios momentos su primera visita en 2004 en la sala Moby Dick, con ese aroma de nostalgia comprobando cómo ha crecido la banda en casi 20 años. Berninger, ejerce de buen 'frontman' plena elegancia sobria con sus gafas de pasta modernas, americana, camisa blanca, zapatos italianos, no paraba de moverse, acercarse y jalear al público e incluso se paseó por la zona de la pista del Golden Circle con el clásico 'Mr. November', para estrés de los backliners sujetando y estirando el cable del micro. El repertorio subía y volvía a descender en intensidad, sin captar la atención plena del público, como si fuera un quiero ir a más, y no puedo, me quedo a medias.
Gozábamos cuando los dos metales (trombón y trompeta) imprimían profundidad y fortaleza a las canciones. Algunas piezas que desprenden intimidad y contienen tantos detalles como 'Fake Empire', 'Terrible Love', 'I Need My Girl', 'Pink Rabbits' deslucían por un sonido agarrotado, emborronado. Una lástima para esas 29 canciones, 5 de ellas como bises y 2 horas y cuarto de concierto. El indie rock de autor de The National nunca muere pero un repertorio irregular, desacompasado, lo hacen desteñir, y estropean el todo. Sonaron espléndidas 'Conversation 16' e 'England', de su álbum mágico y redondo 'High Violet' (2010), y cerraron con la calma y el cénit introspectivo de 'Vanderlyle Crybaby Geeks'. Los clásicos no desfallecen pero muestran el paso del tiempo.
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