'La sonnambula': Nadine Sierra se consagra
Crítica de ópera
El valor extraordinario de la actuación que Nadine Sierra hizo anoche en el Teatro Real consagrada como una Amina de la que merecerá hablar y mucho en el futuro inmediato

Crítica de ópera
'La sonnambula'
- Música Vincenzo Bellini
- Libreto Felice Romani
- Dirección musical Maurizio Benini
- Dirección de escena Bárbara Lluch
- Escenografía Christof Hetzer
- Vestuario Clara Peluffo
- Iluminación Urs Schönebaum
- Coreografía Iratxe Ansa, Igor Bacovich
- Intérpretes Rocío Pérez, Isaac Galán, Nadine Sierra, Monica Bacelli, Gerardo López, Xabier Anduaga, Robert Tagliavini, Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real
- Lugar y Fecha Teatro Real, 15-XII
Se señala habitualmente que 'La sonnambula' es una ópera válida si se defiende desde la interpretación superlativa del canto. Algún matiz se podría introducir en la idea, sin dejar por ello de compartir el principio de que Bellini convirtió el drama en una silueta decorativa cuyo fondo musical apela a la sensibilidad antes que a la inteligencia. De ahí la importancia de una protagonista clarividente; el valor extraordinario de la actuación que Nadine Sierra hizo anoche en el Teatro Real consagrada como una Amina de la que merecerá hablar y mucho en el futuro inmediato. Imponente, definitivamente arrasadora, Sierra apareció en el escenario con una seguridad aplastante. La escena y cavatina de entrada, 'Come per me sereno', no dejó lugar a dudas de que se estaba escuchando a una cantante colosal, de una técnica superlativa, capaz de agudos impresionantes, de cuidadas medias voces, de una musicalidad meticulosamente refinada, de una notable calidez vocal y de una capacidad de comunicación inmediata.
Nadine Sierra encabeza el primer reparto de una producción que incluye muy serios colaboradores. Junto a ella está Xavier Anduaga dispuesto a remediar el traspié que tuvo en la 'Lakmé' del Real en marzo pasado. Las facultades son portentosas aunque la regularidad no sea en su caso tan precisa. Los nervios iniciales fueron evidentes en el dueto, demasiado entregado al volumen exagerado, falto de ductilidad aunque lleno de franqueza. Anduaga pisa fuerte pero hay un punto de inestabilidad técnica que a veces convierte en artificiosa la emisión. Merece la pena quedarse con el aria del segundo acto 'Tutto è sciolto', en la que demostró que su Elvino puede ser mucho más que un muchacho generoso y que el papel que tiene meandros que conviene explotar.
También Roberto Tagliavini y Rocío Pérez, comparten podio. En el caso del bajo italiano porque surge la experiencia, el saber estar y la autoridad en el dibujo, algo soberbio, del conde Rodolfo. Lo de Rocío Pérez es reseñable gracias a que sus faltas se expurgaron en el segundo acto tras colocar 'De' lieti auguri' en una posición de extraordinario virtuosismo vocal. Buenos cantantes configuran esta 'sonnanbula' que aún encuentra en el foso al maestro Maurizio Benini quien hace una lectura muy cuidada, cariñosa en el acompañamiento, muy sabia en la textura y el color, relajada, cómoda, a veces en el límite de lo débil, asomando la frontera de lo aceptable.
'La sonnambula' del Real es, en realidad, una apuesta sobre algunos debutantes, desde Sierra a la directora de escena Bárbara Lluch, que en una posición contraria a la protagonista, propone un trabajo que sabe a poco, lo que es tanto como decir que corre con buena fe. Lluch ha sabido rodearse de interesantes colaboradores consiguiendo dibujar una atmósfera conveniente. El trabajo escénico debe mucho a la iluminación de Urs Schönebaum y al tenue cromatismo del vestuario de Clara Peluffo, quienes enfatizan el ambiente puritano al que se enfrenta Amina. Más allá, está el cuidado en el dibujo anímico de la propia protagonista, a veces rodeada de bailarines que enfatizan el trasfondo fantasmagórico de su existencia. Y en paralelo, la sequedad gestual con la que se maneja al coro afirmado siempre en posiciones fijas, lo que acentúa la imperfecta construcción de la obra. Bellini, y así lo señaló el musicólogo americano Paul Henry Lang, transformó el sentido dramático de sus óperas en expresión melódica. Lluch lo reafirma al permitir a los cantantes que evolucionen con comodidad aun a consta de convertir la obra en una esquemática realización con el atractivo trasfondo de varias imágenes con memoria cinematográfica.
Pero hay un punto culminante que surge de forma imprevista, gracias al impactante efecto que produce ver a Amina en lo alto, sobre el alero de una cabaña en la gran escena del sonambulismo, antes de que levante los brazos alzados en señal de victoria (se supone que contra la sociedad que la oprime y como respuesta al timorato de Elvino, al que deja plantado). El detalle que juega a favor de un momento siempre arriesgado y que anoche se resolvió musicalmente con extraordinaria sutileza, con formidable acopio de facultades, con algo menos de carnalidad y con un punto de timidez. Puede sonar a defecto pero no lo es, pues incluso, entonces, sobresalió la emocionante imaginación de Nadine Sierra.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete