Serrat nos (en) canta: despedida a lo grande de un icono

El barcelonés emociona en el WiZink con un repaso a su trayectoria

Serrat, durante el concierto de despedida en el WiZink Isabel Permuy

Andrés Castaño

Madrid

08/12/2022 a las 05:49h.

Se nos va Serrat, un clásico, un maestro, un trovador de calado hondo. Y ya nos sentimos algo huérfanos. Me decía mi colega Villu que Serrat es como nuestro Leonard Cohen, o nuestro Bob Dylan, y no se queda corto Villu.

Porque Serrat integra muchas ... cosas que nos traspasan la piel, y los sentimientos. Serrat nos ha cantado la vida desde 1965, en ese arranque de la 'Nova Canço' catalana, luego trascendiendo etiquetas y géneros. Nos ha acompañado en ese retrato de la sociedad, en esa identidad mediterránea, en esa transición social y nos ha cantado con cercanía, imprimiendo una poética personal pero también mirando a la lírica de Antonio Machado y de Miguel Hernández.

Ha sido un artista con un verbo fino y bravo con el que hemos cantado y acompañado los cambios de época. Serrat se despide con esta gira, 'El vicio de cantar 1965-2022', que le ha llevado por toda nuestra geografía y por Latinoamérica, con paradas en Miami y en Nueva York. Anoche fue la primera de tres noches madrileñas, las próximas el 13 y el 14 de diciembre con todo vendido. Una gira que acabará en el Palau Sant Jordi de Barcelona el 23 de diciembre.

Llegando al WiZink, presidía el cielo una luna casi llena, para ocultarse instantes después entre las nubes, como metáfora de lo que aconteció anoche: la despedida de un clásico, de un mito de la historia musical de nuestro país. Minutos antes de arrancar el concierto veíamos la firma de Serrat proyectada en una pantalla central, para dar paso a unas proyecciones de un telón de terciopelo rojo por el que aparece el 'noi del Poble Sec', a sus 78 años emocionado al encarar este final de gira. Va acompañado por un septeto entre el que se encuentran sus arreglistas, Ricard Miralles y Josep Mas «Kitflus». Nos conquistó con los homenajes a su abuelo materno, en 'El carrusel de Furo'; a sus padres, en 'Canço de bressol', la nana que le cantaba su madre, una trabajadora de SL (sus labores), y el himno a su 'Pare' que suena tan actual en ese canto a la naturaleza, ante la emergencia climática que vivimos.

El fraseo único

El dueto vocal con la violinista Ursula Amargós nos sobrecoge en 'Es caprichoso el azar'. Serrat nos deleita con su fraseo tan suyo, casi hablado, con ese reverberación final tan propia, con esa saber conectar con el público, por su carácter mundano.

Nos habla de sus personajes, muchos inventados, y cómo no envejecen, porque le gusta moverse en esa fantasía de sus historias, letras que se convierten a veces en realidad. Levanta al público con Miguel Hernández con 'Para la libertad' y sus 'Nanas de la cebolla'. En la recta final 'Cantares' de Antonio Machado nos empuja con ese «caminante, no hay camino, se hace camino al andar», y levanta al público con su «golpe a golpe, verso a verso». Interpretan 'Mediterráneo', sin lograr todo su brillo, un poco deslucida, pero igualmente nos emociona, porque ilustra la interconexión entre los pueblos, más allá de las banderas y de las singularidades.

En las visuales aparecen inmigrantes en pateras o salvados, entre esas aguas, y otros símbolos mediterráneos. 'Mediterráneo', el disco de 1971, es uno de los más trascendentes de nuestra música popular. También clama al cambio y a la vida con 'Hoy puede ser un gran día', y nos venimos arriba. La velada se remata con 'Fiesta' con la alegría festiva que desprende Serrat, entre verbenas de la noche de San Juan y la resistencia ante la vida y la tragedia.

Serrat desaparece sigiloso por el telón de tiras de terciopelo rojo, se despide en el umbral como analogía de esa luna que se oculta entre las nubes del cielo madrileño. Se retira un clásico. Serrat representa la música de una época que nos ha visto crecer como sociedad.