Roger Waters contra David Gilmour: el odio que podría desbaratar la venta del catálogo de Pink Floyd

La controvertida compañía estadounidense está compitiendo con otras como Sony, Warner, BMG y Primary Wave en la puja por el repertorio de la banda británica, y por ahora, parece que es la única dispuesta a llegar a la cifra que exigen los autores del 'Dark side of the Moon': quinientos millones de euros. Lo haría a través de Hipgnosis Songs Fund, empresa dirigida por Merck Mercuriadis (ex manager de Elton John), que ya ha adquirido multitud de catálogos de leyenda como los de Red Hot Chili Peppers, Leonard Cohen, Justin Timberlake, Fleetwood Mac, Missy Elliot o Kaiser Chiefs, y que posee parte de los derechos de cinco de las canciones de mayor éxito de las últimos décadas ('Closer' de The Chainsmokers ft. Halsey, 'Uptown Funk' de Mark Ronson, 'Shape of You' de Ed Sheeran, 'Girls like you' de Maroon 5 ft. Cardi B y atención, el 'Despacito' de Luis Fonsi & Daddy Yankee ft. Justin Bieber). De salirse con la suya en este caso, tendría el control sobre todo el repertorio de canciones, los masters de las grabaciones y la explotación de la imagen de Pink Floyd en productos de merchandising.

El grupo parece totalmente decidido a deshacerse de su catálogo, pero conociendo a Waters, podemos esperar sorpresas de última hora. Y es que no sería raro verle boicoteando la operación sólo para fastidiar a su archienemigo y ex compañero David Gilmour. Porque desde hace casi cuarenta años, si Gilmour dice blanco, Waters dice negro.

El desencuentro más reciente ha sido a cuenta de la guerra de Ucrania. Mientras Gilmour publicaba una canción en apoyo del pueblo ucraniano ('Hey, hey rise up', y bajo el nombre de Pink Floyd), Waters ha dejado claro que su posición en el conflicto no está tan clara. «Biden está alimentando el fuego en Ucrania, es un gran crimen. El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, debería negociar», opina el músico, que tampoco ha dejado de insinuar que hay «elementos nazis entre las autoridades ucranianas».

La guerra entre Waters y Gilmour comenzó a principios de los años setenta, y tras lustros de diputas creativas y personales, los momentos de mayor tensión entre ellos se produjeron en 1985, cuando Waters abandonó la banda, y sobre todo en 1986, cuando puso una demanda a sus excompañeros para pedir que se disolviera la marca comercial Pink Floyd. La distancia hizo que las cosas se relajaran durante un tiempo, y en toda esta historia de malos rollos ha habido algunos momentos de tregua, como su reunión con motivo del Live Aid de 2005, o como en 2011, cuando Waters cerró su gira mundial de 'The Wall' invitando por sorpresa a Gilmour y Nick Mason en uno de sus conciertos en Londres. Pero el odio visceral que se tienen los principales compositores del grupo nunca ha terminado de desaparecer.

De hecho, el año pasado tuvieron un enfrentamiento durísimo. A través de una carta a sus fans publicada en sus redes sociales, Waters acusó a Gilmour de exagerar sobre su importancia en las labores de composición de Pink Floyd, y anunció que comenzaría a trabajar en un libro para desmentir la «falsa narrativa» del guitarrista y contar «la historia completa de lo que realmente pasó» durante el tiempo que estuvieron juntos en el grupo, porque «durante los últimos treinta y cinco años ha estado mintiendo sobre quién hizo qué».

Según Waters, el biógrafo Mark Blake dejó claro quién lideraba los procesos creativos de Pink Floyd en un texto que escribió para la reedición de 'Animals', y que por eso Gilmour vetó aquel lanzamiento. «Estas mezclas han permanecido inéditas debido a una disputa sobre algunas notas que Blake escribió. Gilmour ha vetado el lanzamiento del álbum a menos que se eliminen estas notas. No discute la veracidad de la historia descrita en ellas, pero quiere que esa historia permanezca en secreto», aseguró el bajista.

El baterista Nick Mason ha estado en medio de este fuego cruzado todo este tiempo, y si nos fiamos de su equidistancia, podríamos fiarnos también de su versión de la historia. «En mi opinión, creo que el problema es que Roger no respeta a David», dijo en una entrevista de 2018 con la revista Rolling Stone. «Él cree que componer lo es todo, y que tocar la guitarra y cantar es algo que, no diré que nadie puede hacer, pero que todo debe juzgarse por la composición y no por la ejecución. Creo que a Roger le molesta el error que cometió al dejar la banda pensando que sin él se hundiría».

Ese resquemor ha seguido acompañando a Waters todo este tiempo. No hay otra forma de explicar los 'piques' que sigue teniendo con Gilmour aun hoy, a sus casi ochenta años. Y dinero tiene de sobra, así que la historia de la venta del catálogo de Pink Floyd podría reservarnos un final de lo más incierto. Que Blackstone esté de por medio le daría a Waters la excusa perfecta para enrabietar a Gilmour, y encima, quedar como un héroe anticapitalista.