'River deep, mountain high', la canción que iluminó el camino a Tina Turner para escapar del infierno

La cantante vio que podía liberarse de su maltratador el día que grabó este inmortal himno producido por Phil Spector, que sólo llegó al número 1 en España

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Tina Turner, en el estudio de grabación en 1966 abc / VÍDEO: EP

Nacho Serrano

Desde lo más profundo hasta lo más alto. El lecho de un río y la cima de una montaña como alegorías del infierno y el cielo. El primer amor, y el primer odio de Anna Mae. La cruel montaña rusa del matrimonio con Ike Turner. Qué triste paradoja que la enterremos con el apellido de su maltratador.

Cierto es que nada tenía que ver con eso la letra de 'River deep, mountain high', una inocente historia de amistad entre una niña y su muñeca preferida. Pero detrás de un título tan involuntariamente biográfico se halla el rastro que lleva hacia el sendero de liberación de una mujer que por muy irreductible que pareciera, vivía igual de aplastada que cualquier otra víctima de la violencia de su hombre. Le amaba porque ningún otro le hacía sentirse tan querida, tan especial. Por eso, cuando después de los golpes llegaban las súplicas por el perdón, siempre caía en la trampa. La estafa más difícil de desenmascarar.

En 1966, Tina Turner llevaba ya cuatro años casada con el pobre imbécil que dio con la receta del rock'n'roll -su 'Rocket 88' de 1951 es comúnmente aceptada como la primera canción del género- cuando entró a grabar por primera vez con Phil Spector, otro que tal baila. El productor era de la misma calaña que Ike, y posiblemente por eso tuvo el suficiente olfato emocional para entender que si quería sacar lo mejor de Tina en el estudio, tenía que conseguir aislarla. Alejarla de quien quería hacerla pequeña, dependiente. Ike jamás había permitido que su chica grabase una sola nota sin estar él a su lado controlando cada detalle, pero Spector supo cuál era la mayor de sus debilidades: el dinero. Así que le ofreció veinte mil dólares a cambio de permanecer ajeno a la grabación. Es más, no había trato si no accedía a quedarse fuera del estudio mientras ella cantaba. Hacerlo sola le cambió la vida.

«Grabar esa canción me abrió los ojos a otras posibilidades, me sentí liberada, emocionada, preparada para el reto de cantar por mí misma», dijo Tina muchos años después, ya divorciada. No obstante no fue una sesión fácil, ni mucho menos. Tuvo que cantarla «quinientas mil veces» hasta que Spector quedó satisfecho. «Estaba empapada en sudor. Tuve que quitarme la camiseta y quedarme en sujetador para cantar», confesaría la pantera del rock.

Video.

Ike no hizo absolutamente nada en la grabación, pero su acuerdo con Spector incluía la aparición de su nombre en los créditos de la canción, una composición que tampoco es que fuese particularmente brillante, pero que fue esculpida con un ingenio sin igual hasta ese momento, tal como desgranó Barney Kessel, guitarrista de la Wrecking Crew, el famoso grupo de músicos de sesión que participó en este y muchos otros megahits del pop estadounidense: «Había mucha superposición en cada parte. Los tres pianos eran diferentes: eléctrico, tradicional y clave. Y tocaban lo mismo y nadaban alrededor como si estuvieran en un pozo. Musicalmente era terriblemente simple, pero la forma en lo que grababa y mezclaba lo difuminaba y ya no se podía distinguir un instrumento del otro. Las técnicas de distorsión y eco no eran nuevas pero Phil vino y las utilizó para crear sonidos que no habían sido usados en el pasado. Me pareció increíblemente ingenioso».

Analizando más a fondo la letra de la canción, no puede ser más paradójico que fuese la que iluminara su camino hacia la libertad pues en la tercera estrofa, Tina canta al amor entre un hombre y una mujer comparándolo con el que siente un perro por su dueño: «Cuando eras un niño, ¿no tuviste un cachorro? De esos que siempre te siguen, y te siguen, y te siguen. Bueno, voy a ser tan fiel como ese cachorro. Y no, nunca te decepcionaré». Versos tan perversamente bellos como el romance por el que se desvivió, y que nunca fueron cuestionados por la miríada de artistas que hicieron versiones de la canción, desde Harry Nilsson, Deep Purple, The Easybeats o Eric Burdon & The Animals a las mismísimas Supremes, Céline Dion o Annie Lennox.

Curiosa, o más bien incomprensiblemente, el single fue un fracaso en Estados Unidos. Pero en Europa arrasó. Fue número 3 en las listas de ventas inglesas, 8 en las holandesas... ¿y saben cuál fue el único país donde fue número uno? España. Quizá fue así como empezó la historia de amor de Tina Turner con el viejo continente, donde este miércoles ha dejado de respirar.

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