'Only the strong survive' de Bruce Springsteen, el amor como arma de reconstrucción masiva
El nuevo disco del artista de Nueva Jersey es un voluntarioso recordatorio soul de los valores que se están perdiendo en el nuevo orden mundial
Nacho Serrano
El Jefe nos ve agobiados, desorientados. Paralizados y temblorosos como un cervatillo cegado por los faros del nuevo orden mundial. Una pandemia planetaria, una (otra) crisis económica global y una guerra que va camino de alcanzar la misma categoría es demasié para el body, ... y el de New Jersey cree que quizá no sea hora de lanzar nuevos mensajes sino de recuperar los que nos funcionaron como argamasa social en el pasado, con el amor como arma de reconstrucción masiva.
Por eso vuelve con 'Only the strong survive', un disco que, tal como él mismo ha explicado, contiene «canciones que fueron como una epifanía para mí, que me hacen feliz, y que si las canto también puede hacer felices a mis fans». Y al contrario de lo que puede sugerir una paradójica interpretación darwiniana del título, lo que pretende es darnos fuerzas a todos para que nadie se quede atrás en este momento de crisis existencial.
A seis meses del arranque de su próxima gira en España (los días 28 y 30 de abril en el Estadio Olímpico de Barcelona, ambos con entradas agotadas), Bruce Springsteen regresa con el segundo álbum de versiones de su carrera (el otro es 'We Shall Overcome', otro título motivacional lanzado en 2006), el primero en el que sólo ejerce labores vocales. «Decidí hacer algo que no había hecho antes: grabar música centrada en el canto, centrada en desafiar mi voz», dijo el artista al anunciar el álbum en un mensaje de vídeo. «En mis memorias hice una pequeña confesión diciendo que no me consideraba un gran cantante. Pero una vez que comencé con este proyecto, después de escuchar algunas de las cosas que grabamos, ¡pensé que mi voz es genial! Tengo 73 años y estoy pateando traseros, ¡soy un viejete con vigor!».
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El autor de 'Born to run' no hace mal echándose flores: concentrado sólo y exclusivamente en el micrófono, alcanza momentos sublimes como cantante en buena parte de un disco de clásicos del soul y el rhythm and blues interpretados con un claro ascendente -nunca mejor dicho- gospeliano, que convierte joyas de sellos legendarios como Motown, Stax, Gamble y Huff en himnos para la esperanza en estos infelices años veinte.
Producido con su ingeniero de referencia, Ron Aniello, Springsteen aborda con sonido contemporáneo reliquias no muy conocidas -y jamás interpretadas en sus conciertos- que sonaban en la radio durante su adolescencia y que en su día popularizaron The Temptations, Aretha Franklin, Diana Ross & The Supremes, The Commodores, The Four Tops, Elvis Presley, Cher, Al Kooper, Ben E. King, The Walker Brothers, Gladys Knight & The Pips, Tyrone Davis, Joan Osborne, The Funk Brothers, Jackie Shane o The Marvelettes entre otros.
Con la inestimable ayuda de Rob Mathes en la composición y dirección de unos arreglos modernizantes sin ser demasiado atrevidos, el 'boss' capitanea una orquesta de la fe acompañado por su leal E. Street Band en la sección de vientos y una sección de coros formada por Soozie Tyrell, Lisa Lowell, Michelle Moore, Curtis King Jr, Fonzi Thornton y Dennis Collins, que dibujan un futuro mejor con armonías dignas de un 'meet & greet' con el Creador, arrebatadores medios tiempos para bailar pegados ante el crepitar de la chimenea y sí, algún que otro cántico de júbilo enardecido para estadio... o más bien para una marcha civil sobre Washington.
Especialmente brillantes son las revisiones de 'Don't Play That Song', composición del bienquerido magnate de Atlantic Records Ahmet Ertegun, 'I Forgot to Be Your Lover' del gran Booker T. Jones o '7 Rooms of Gloom' del triplete de oro Holland–Dozier–Holland, donde la garganta de Bruce raspa desde el alma arrastrándote a una misa oficiada por el espíritu de The Fifht Dimension.
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La colaboración del ultra mítico cantante Sam Moore (es miembro de tres Salones de la Fama: el del Rock and Roll, el de los Grammy y el de los Grupos Vocales) en un par de temas pone la guinda perfecta a una obra que podría hacer cantar a países enteros cogidos de la mano, en un 'We are the world' para el nuevo milenio. «Mi objetivo es que la audiencia moderna experimente la belleza y la alegría de estas canciones, tal como yo lo he hecho siempre desde que las escuché por primera vez», suspiraba Bruce en una reciente entrevista radiofónica. Y si consigue que la chavalada deje el Tik-Tok y se detenga un momento a escucharlo, bien podría ser uno de esos discos que cambian el mundo.
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