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ABC Cultural

Nick Cave en Barcelona: expiación, catarsis y (un poco de) carnicería

El cantante australiano convierte la presentación de 'Wild God' en el Palau Sant Jordi en una imponente ceremonia de rock balsámico y gospel inflamado

Nick Cave, entre el duelo y el confesionario: «El ateísmo es malo para hacer música»

Nick Cave, durante su actuación en Barcelona EFE
David Morán

David Morán

Barcelona

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Nick Cave se ha pasado buena parte de su vida sembrando vientos eléctricos y recogiendo tempestades bíblicas y ahora, más cerca de los setenta que los sesenta, se ha caído del caballo mientras salía disparado del infierno. Epifanía por las malas, Saulo de Tarso ... y Agustín de Hipona en el retrovisor y enamorado de la vida aunque a veces, casi siempre, duela. Y al australiano, no lo duden, la vida le ha atestado atroces puñaladas en los últimos años. Dos hijos muertos, amigos caídos -de Shane MacGowan a Anita Lane, destinataria de la sentida 'O Wow O Wow (How Wonderful She Is)'- y discos cada vez más despojados y desgarrados.

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