Nacho Vegas: «La música en directo ya no es un elemento de cohesión, sino de distinción»
El artista asturiano llega este sábado a La Riviera de Madrid (dento de Inverfest) para presentar 'Mundos inmóviles derrumbándose', uno de los discos más aplaudidos del año pasado
Nacho Vegas con su banda
En su primer año de vida, 'Mundos inmóviles derrumbándose' ha viajado desde el Teatro Jovellanos de Xixón, hogar de su autor, hasta el Teatro Metropolitan en Ciudad de México o el súper masivo festival Rock al Parque de Bogotá, donde Nacho Vegas ... vivió una de sus tardes más multitudinarias. Ahora, con el disco ya considerado como uno de los mejores de 2022 en casi todas las listas de lo mejor del año, la troupé del cantautor llega a la sala de las palmeras con la intención de generar una velada de música y afectos que alimente los corazones.
La traslación de cada disco al directo es un mundo. ¿Cómo han evolucionado las canciones sobre el escenario en este caso?
La creación del disco fue muy particular, porque se grabó sin tener a la banda conformada del todo. A Joseba Irazoki, Ferran Resines, Hans Laguna y Manu Molina, ahora en directo se suma Julianne Heinemann, que es la musa que le ha dado un extra de sensibilidad. Ahora sí grabaremos con ella algunas canciones que sacaremos este 2023. Tengo suerte de tener a estos compañeros, que en directo están dandole al disco una dimensión más expansiva, conservando la sensación de fragilidad que se percibe en la grabación. En estos conciertos, estamos buscando eso tan difícil de conseguir, que es una fragilidad que se sienta poderosa desde la audiencia.
Fue uno de los mejores discos del año en muchas listas, ¿ha cambiado su percepción de estos rankings con el tiempo?
Cuando estaba en Manta Ray y veía nuestros discos en esas listas me hacía mucha ilusión. Recuerdo que cuando salían las de Rockdelux todo el mundo estaba muy atento, pero hoy en día hay tantas listas que aquella especie de ilusión se diluye más en un océano de blogs. Con la crítica musical hay que tener precaución de todos modos, porque a veces no da tiempo a que determinados discos dejen su poso. Si ves críticas de hace décadas, te encuentras algunas que destruyen por completo algunos discos que luego, con el tiempo, se han ido entendiendo y han sido mucho más valorados. Le pasó al 'Pink Moon' de Nick Drake, por ejemplo. Dicho esto, siempre es bonito salir en una lista de buenos discos.
Verle este sábado en Madrid cuesta 25 euros. ¿Cómo ve el desmadre que se está produciendo con los precios de las giras internacionales? Y sobre todo, ¿no le sorprende que unas entradas a 200 euros de media, como las de Madonna, se agoten en cuestión de horas estando la cosa como está? ¿Puede explicarse porque buena parte del público entiende esos eventos como una inversión en posicionamiento social?
Es alucinante lo que está pasando con el precio de las entradas. Si haces un cálculo aproximado, en diez años han podido subir un cien por cien, o un doscientos en el caso de giras internacionales, mientras que el poder adquisitivo de la gente es menguante. Eso contribuye a una deriva elitista en la música, en la que la gente que puede acceder a los conciertos es sólo la más pudiente. Y respecto a lo que dices del posicionamiento social, estoy absolutamente de acuerdo. La música se ha convertido no en un elemento de cohesión, que es lo que siempre ha sido la cultura popular, sino en un elemento de distinción. Sirve para dejar ver el dinero que tienes. Las grandes estrellas que ponen sus entradas a esos precios no son conscientes de lo que supone para su público de economía modesta. Les genera ansiedad y frustración. Además, son millonarios que no necesitan cobrar esos cachés tan exageradamente astronómicos.
¿La escena de grandes festivales le interesa cada vez menos?
Algunos se hacen con cariño y es bonito tocar en ellos, pero hay otros que son megaeventos ultraesponsorizados que te dan ganas de coger el dinero y salir corriendo de allí nada más terminar de actuar. Siendo sincero, sirven para amortizar algunos riesgos que corres durante la gira. Por lo demás, ya sabemos lo que hay. Poco tiempo, todo muy estricto, con un sonido que a veces no es el que te gustaría…
Video.
¿Ha visto que un fondo de inversión estadounidense ha adquirido el control sobre una docena de festivales españoles muy importantes? No sé si esta tendencia monopolista le parece peligrosa, o quizá piensa que poco se va a notar en una escena que ya es turbocapitalismo puro de por sí…
No conocía la noticia, pero es una tendencia que se veía desde hace tiempo. Los festivales son cada vez más como los grandes grupos de comunicación, donde hay corporaciones muy poderosas que se reparten las teles y los periódicos influyendo en sus líneas editoriales. Los festivales son conglomerados de empresas, y por eso son cada vez más plataformas de consumo donde te venden de todo. Yo he visto escenarios de festivales flanqueados por dos coches Kia, como si estuviéramos en un concesionario.
Sólo faltaban las azafatas con ligueros.
Sí, sí, totalmente (risas). Luego tenemos casos como el Madrid Puro Reggaeton Festival, que se canceló a última hora de muy mala manera porque no tenían los permisos en regla. Me contaron que los organizadores no tenían experiencia en el mundo de la música, venían más del mundo empresarial y veían el festival como una forma de inversión más, no como algo cultural. Y no se preocuparon de informarse bien sobre cómo se trabaja en la música en directo. Después se vieron bastantes casos muy parecidos por toda España. Esta es una tendencia muy peligrosa que va a hacer un flaco favor a todos los promotores que pelean día a día por hacer las cosas bien. Espero que este año se hagan las cosas mucho mejor que el pasado. Y también están los festivales que tienen a sus trabajadores en condiciones miserables, pagándoles cinco euros la hora cuando luego venden una cerveza a siete. Tengo amigos que han trabajado en el sector y me han dicho que a veces no llegaron ni acabar el festival, que se tuvieron que ir al segundo día porque era imposible aguantar el ritmo. Esto tiene que estar más regulado, para que se trate mejor tanto al público como a los trabajadores. Sobre todo, el público tiene que ser más consciente de las condiciones laborales y exigir que sean dignas a los festivales a los que acuda.
En su disco hay reflexiones sobre la falta de contacto entre las personas, y los grandes festivales, por otro lado, me parecen cada vez más el ultimo reducto de la experiencia colectiva masiva y presencial en un mundo hiperindividualista e internetizado.
Sí, los festivales y los conciertos en estadios son experiencias que nos permiten sentir las mismas sensaciones que otro montón de gente, al mismo tiempo y en el mismo lugar. Y eso es muy bonito. Yo recuerdo las primeras ediciones del FIB, y existía esa cosa del punto de encuentro de amigos, donde coincidías con artistas amigos de una forma muy bonita. Eso también va cambiando. Recuerdo una vez que tocamos en el Arenal, y que el mismo día actuaba La Bien Querida acompañada por un ex compañero mío de Manta Ray. Hacía mucho que no nos veíamos, y quedamos en encontrarnos esa noche. Pero fue imposible. Resulta que había que ir pidiendo dos o tres pulseras diferentes para ir yendo de un lado a otro, era todo súper complicado y se tardaba una eternidad. Parecía que estaba todo pensado para que la gente no pudiera fluir como le apeteciese. Me pareció una cosa terrible.
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He repasado entrevistas que le he hecho estos últimos años, y en una de 2018, cuando estallaba el #MeToo, decía que feminismo era el único movimiento político con capacidad de desborde, y lo clavó. ¿Como está viviendo las peleas internas en el movimiento, especialmente con el asunto de la ley trans, y también del «solo sí es sí»?
Con tristeza. Los últimos 8M que hubo antes de la pandemia fueron movilizaciones masivas donde veías a gente muy joven, probablemente teniendo su primera experiencia política. Había chicas de trece o catorce años a las que el 15M igual ni les sonaría mucho, y me pareció un eje movilizador muy importante, junto al ecologismo que también estaba muy fuerte en ese momento. Pero luego todo se desinfló, primero porque nos quitaron la calle con la pandemia, y después con este cisma que es un poco triste. Pero bueno, en todos los movimientos políticos hay diferentes miradas, no es bueno que no sea todo homogéneo. Yo estoy con el feminismo más cañero, más inclusivo, y espero que temas como el de la ley Trans estén más normalizados, igual que hace unos años costó un poco que determinados sectores de la población se acostumbraran a que las mujeres pudieran decidir qué hacer con su cuerpo cuando se quedaban embarazadas. Aunque nunca se sabe… luego aparecen peleas que no te esperas. Así es la historia de la izquierda.
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