Muere la legendaria soprano italiana Renata Scotto a los 89 años

Comenzó su trayectoria en 1952, interpretando, con tan solo 18 años, a Violetta Valéry en 'La traviata', de Verdi, en su ciudad natal; un año más tarde pisó por vez primera, con un gran éxito, el escenario de la Scala de Milán para cantar 'La Wally', de Catalani, junto a Renata Tebaldi y Mario del Monaco. Allí le llegó su primer éxito, refrendado en 1957 en el Festival de Edimburgo, donde con apenas dos días de preparación tuvo que sustituir a Maria Callas en la producción de 'La sonnambula' que, dirigida por Lucchino Visconti, presentaba la propia Scala milanesa.

«Yo debuté muy joven, demasiado -contaba a ABC hace veinte años, con motivo de una actuación en Sevilla-. Entonces no lo sabía, estaba encantada, pero debutar con esa edad fue una locura increíble para mi voz, si hubiera sabido lo que hoy sé, hubiese estrangulado a mi profesor. Yo cantaba y cantaba sin parar. Era feliz, pero a los dos años de debutar, conocí a Alfredo Kraus, él me escuchó y me dijo: 'cantas sin técnica y tu voz está en peligro, mañana vienes conmigo que te voy a presentar a una persona, y me llevó a conocer a la profesora Mercedes Llopart'».

El tenor canario fue uno de los grandes amigos de Renata Scotto, y con él compartió en innumerables ocasiones el escenario. También con otras figuras españolas, como Plácido Domingo, con quien la soprano cantaría en 1988 en el Liceo y un año más tarde en la Zarzuela la ópera 'Fedora', de Giordano. Domingo la despidió en sus redes sociales con estas palabras: «Con el corazón roto por el fallecimiento de Renata Scotto, una de las grandes cantantes de la historia, una profesora dedicada a los jovenes cantantes, y para mí, personalmente, una de mis compañeras de escenario más frecuente, con más de cien representaciones juntos a lo largo de nuestras carreras».

Y es que Renata Scotto desarrolló una fecunda y larga carrera como cantante, pisando los más grandes escenarios de todo el mundo, a las órdenes de los más grandes directores de orquesta y de escena, y junto a los más importantes cantantes. Su repertorio, especialmente centrado en la ópera italiana, abarcaba a compositores como Verdi, Puccini, Bellini, Donizetti, Mozart, Giordano... Entre sus papeles más destacados, su inolvidable Cio-Cio-San en 'Madama Butterfly'; Mimí en 'La bohème', Lucia en 'Lucia di Lammermoor' o Violetta en 'La traviata'.

En junio de 1960 se casó con el violinista Lorenzo Anselmi, fallecido en 2011, y con quien tuvo dos hijos. «Me dicen que soy una prima donna -decía en la entrevista antes citada-, pero yo ahora lo que me considero es una «prima nonna», porque tengo un marvilloso nieto de ocho meses. Es mi mejor regalo».

Además de la enseñanza -había fijado en los últimos años su residencia en Nueva York, donde daba clases y trabajaba con diversos cantantes el repertorio-, se había centrado desde principios de los años noventa en la dirección de escena. Todo está en la música, decía a ABC en 1994. «Hay que conseguir que los cantantes hablen. La palabra es necesaria, porque de otro modo no hay forma de expresar».

Y añadía, refiriéndose a los cantantes jóvenes. «Hay muy buenas voces. Lo que falta es la libertad de expresar. Muchos cantantes no piensan más que en sí mismos, y solo debe pensarse en el público. Éste debe absorber al cantante nada más salir al escenario. Hoy en día, además, hay mucha prisa en llegar arriba. Existen más posibilidades de comunicación, si un cantante triunfa lo llaman todos los teatros, las casas de discos obligan a cantar un repertorio que no es el adecuado... Todo ello hace que muchas carreras prometedoras se queden truncadas enseguida. El talento no está solamente en la voz. Muchas veces, incluso, la voz es un impedimento para el verdadero talento».