María José Montiel: «Ya no hay paciencia en la ópera, hay una prisa desesperante»

Especialmente emocionante para la mezzo es suceder a Teresa Berganza –su gran referente junto a Montserrat Caballé–: «Es un grandísimo honor, un privilegio y también una responsabilidad. La he querido y admirado muchísimo. Era una persona terriblemente humana, muy cálida, muy amorosa, muy cariñosa. Y esa humanidad ha trascendido; los sentimientos profundos siempre se plasman en la voz».

Precisamente la voz es el tema del discurso –«El canto es la voz del alma» se titula– de ingreso de la mezzo madrileña: «La cercanía, el calor, se traducen en la voz, porque es un instrumento vivo que llevamos dentro y dice mucho de nosotros. Una voz nasal, por ejemplo, la asocio a alguien que no es completamente sincero, que es un poco 'pinocho'. Hay voces, o maneras de cantar o de interpretar, que a mí me hacen pensar que una persona es más sincera o es más fría. Se nota mucho en el escenario cuando una persona está sintiendo de verdad lo que canta o cuando es completamente fingido. Dicen que no nos podemos emocionar, que lo que tenemos que hacer es emocionar al público; pero si lo hacemos estamos dando nuestra verdad, y eso es lo más importante. La verdad siempre llega».

María José Montiel es desde hace cinco años catedrática de canto en la Universität der Künste de Berlín. ¿La verdad se puede enseñar? «Hay alumnos muy introvertidos, que tienen mucho que decir y que no lo pueden sacar;a estos hay que enseñarles a sacar hacia fuera estos sentimientos. Hay gente muy fría que es incapaz de lograrlo».

Asegura María José Montiel –y así lo dirá en su discurso– que la cultura virtual que nos envuelve afecta también a las voces. «Vivimos en una sociedad envuelto en papel cuché; estamos perdiendo nuestra auténtica verdad para representar hacia el exterior un personaje que tiene muy poco o nada que ver con nosotros mismos, y eso, artísticamente, es un freno, también para la voz, para poder expresar lo que tenemos dentro nosotros mismos». La cantante es optimista. «Ahora están saliendo otra vez voces muy importantes, sobre todo en España y en Italia. Hemos tenido unos años de sequía, por una especie de moda en que había que hacerlo todo muy bonito y pequeñito... y eso fue perjudicial»,

Era, asegura, algo que imponía la sociedad, una moda. «Podemos hablar casi de alienación, como si hubiera una presión para que no pudieran aflorar las personalidades. Pero en todos los ámbitos, no solo en el canto».

Del trato con sus alumnos, la mezzo deduce que los jóvenes tienen ahora «mucha más preparación general; mi generación aprendía en el teatro, la actual lo hace en la universidad. Y están más preparados en este sentido; por contra, los veo con algo de miedo todavía a expresarse ;yo les animo a no tener tabúes, a ser ellos mismos. Es timidez, pero más vocal que escénica». Y también desinterés. «No es algo general, pero ocurre». Y cuenta que una estudiante –«con una voz extraordinaria»– le dijo un día que había oído hablar de una cantante que se llamaba algo así como 'Cala'. «Era María Callas. 'He oído hablar...'», dice escandalizada.

La prisa es una constante entre los jóvenes cantantes. «Es una desesperación: en mi clase, en la pizarra, tengo escrita en letras muy grandes la palabra 'Geduld' (paciencia). Se ha perdido. «Con 21 años, ¿puedo ya cantar 'Tosca'?» «Pues mira, todavía no»». No hay un solo culpable... «Los teatros, que solo quieren gente muy joven, da igual si está preparada o no, la sociedad... La presión viene por la moda actual de ser perfectos, de estar delgados, de ir al gimnasio. No digo que esté mal, todo lo contrario, pero todo eso distrae; lo primero es el estudio del canto, y si no le dan la importancia que tienen no van a hacer una carrera de cuarenta años. Las carreras se prolongan cuando existe una sólida base técnica; si no, la voz no dura».

La María José Montiel académica va a hacer en Bellas Artes lo mismo que ha hecho durante su carrera. «Impulsar y apoyar la música española, nuestro patrimonio histórico-cultural. Lo estoy llevando a la Universidad de Berlín, a la biblioteca incluso, porque había muy poca música española. La Academia es un lugar de encuentro, de cultura, de arte y lo que voy a hacer es dar el máximo de mí mismo para apoyar a esta institución».

No quiere María José Montiel empañar la ocasión con lamentos pero tampoco dulcificar el camino que le ha conducido hasta aquí. «Abrirse camino fue muy difícil, una auténtica lucha. Cuesta, sangre, sudor y lágrimas hacer una carrera así a pecho descubierto. Afortunadamente he tenido un apoyo impresionante en mi familia; también he podido contar con mi marido, por supuesto, y con las personas que siempre han creído en mí… No puedo estar más agradecida en ese sentido.