'Hallelujah' de Leonard Cohen y todas las encarnaciones de una canción mas grande que la vida
Un documental repasa todas las vidas del himno que el canadiense compuso en 1984 y que hicieron suyo John Cale, Jeff Buckley y Rufus Wainwright, entre muchos otros
Barcelona
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Iniciar sesiónSi esto fuese una fábula, la cosa podría resumirse así: Leonard Cohen la plantó, John Cale la regó, Jeff Buckley la hizo crecer entre escalofríos, y los 'talent shows' de finales del siglo pasado la exprimieron hasta dejarla hecha unos zorros de ... tanto manosearla. He aquí, resumida en cuatro trazos, la historia de 'Hallelujah', monumental salmo pagano y colosal himno de altar y entrepierna que durante casi cuatro décadas ha ido cambiado de manos hasta convertirse en una canción mas grande que la vida. «Está muy bien, pero la podrían dejar tranquila una temporada», ironiza el propio Cohen en un momento de 'Hallelujah: Leonard Cohen, a Journey, a Song', documental que sigue el rastro de migajas que ha ido dejando desde 1984 una de las canciones más reescritas y releídas de todos los tiempos.
La cinta, que acaba de estrenarse en Barcelona dentro del festival In-Edit, ahonda en la tortuosa gestación de una canción que el canadiense tardó cinco años en escribir; una canción que empezó llamándose 'The Other Hallelujah' y cuya letra se desparramaba en infinidad de estrofas y un montón de cuadernos. Mientras la intentaba acabar, explica el propio Cohen, se vio a sí mismo sentado en calzoncillos en una habitación del Royalton Hotel de Nueva York dándose cabezazos contra el suelo.
Para entonces, el canadiense estaba a punto de convertirse en cincuentón, había sobrevivido a Phil Spector y a la grabación de 'Death Of A Ladie's Man' y estaba la mar de contento con su teclado Casio de 99 dólares. En el horizonte le esperaba el soberbio 'I'm Your Man' y el algo más turbio 'The Future', pero antes habría de estrenar los ochenta y pasar por 'Various Positions', disco concebido como una radiografía a la mecánica de los sentimientos y la naturaleza del amor.
Un álbum que se abría con la aparentemente jovial y casi pop 'Dance Me To The End Of Love', inspirada en la orquesta de un campo de concentración a la que los nazis obligaban a tocar mientras otros prisioneros avanzaban hacia la cámara de gas, y de cuyo interior emergía ese monolito llamado 'Hallelujah'. Casi cinco minutos de éxtasis, fracaso, amor y espiritualidad. Versos para complacer a Dios y palabras para atraer a las mujeres. Un salmo celestial y un himno mundano. «Independientemente de cuál sea la imposibilidad de la situación, hay un momento en que abrimos la boca y abrimos los brazos de par en par… y nos limitamos a decir '¡Aleluya! ¡Bendito sea el nombre'», dijo en su día el músico y poeta canadiense.
Servida entre brumas de sintetizadores y con la voz de caverna de Cohen bailando con la línea de bajo, 'Hallelujah' nació oficialmente en 1984 tras un parto especialmente largo y una conversación con Bob Dylan al que Cohen, avergonzado por haber tardado tanto en terminarla, le dijo que le había llevado sólo «un par de años» escribirla. A cambio, y para hundir un poco más al canadiense en su pozo de desesperación, el de Duluth replicó que él acababa de escribir 'I And I' «en quince minutos la parte de atrás de un taxi».
Un clásico despreciado
El caso es que ' 'Hallelujah' vino al mundo en diciembre de 1984 pero casi nadie se enteró: Columbia, la discográfica de Cohen, odió hasta tal punto 'Various Positions' que ni siquiera se molestó en publicar el disco en Estados Unidos. La historia, como la de tantas canciones que nacen y mueren sin hacer demasiado ruido, podría haber acabado ahí, pero aquello no fue más que el primer capítulo de una serie de encarnaciones y metamorfosis que acabarían haciendo de 'Hallelujah' el clásico que es hoy en día.
El documental, esencialmente anglocéntrico, se olvida de la portentosa versión de Enrique Morente y Lagartija Nick para 'Omega', pero subraya tres momentos clave: el disco de homenaje 'I'm Your Fan' impulsado por la revista francesa 'Les Inrockuptibles' en 1991 y la versión desnuda y a piano que firma John Cale; la emocionante relectura que hizo Jeff Buckley en 1994 en su disco 'Grace'; y el estreno de 'Shrek' en 2001. Esto último fue, de hecho, lo que acabó sacando 'Hallelujah' de órbita gracias a a la versión troceada y sin picante que suena en la película (la de Cale, para más señas) y al fichaje de Rufus Wainwright para que reintepretase la canción, también a solas con el piano, en el disco de la banda sonora.
Doble impacto y jaque mate para un himno que pasó del desprecio de los ejecutivos discográficos a la conquista global haciendo escala en infinidad de programas acabados en 'idol'. Cohen, que en 1995 había ingresado en un monasterio zen, bajó de la montaña justo a tiempo para recoger los frutos de tan descomunal éxito en diferido. El problema es que no había nada que recoger: su representante Kelley Linch había vaciado cuentas y fondos de pensiones, dejando al cantante en la ruina. Vuelta a empezar a los 67 años y un amargo y quebrado 'Aleluya' para celebrar su regreso a estudios y escenarios.
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Por la película también aparece el ubicuo y omnipresente Bono, santo patrón de las causas perdidas del rock, así como un puñado de cantautores de segunda a los que la canción, cómo no, cambió la vida. Pocas cosas más emocionantes, sin embargo, que ver al propio Cohen, 75 años e impecable en su traje de tres piezas, arrodillándose para cantarla sobre el escenario en su gira de regreso de 2008. Otro aleluya, sí, pero ni frío ni roto. Más bien majestuoso y pletórico.
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