Lanzar el móvil al escenario en pleno concierto, la nueva moda que puede matar a tu artista favorito

Esto le ha ocurrido ya a muchísimos artistas, casi todos de la escena descendiente del hip-hop, ya sean de R&B, trap o reguetón. Rauw Alejandro, Bad Bunny, Lil Uzi, Tini, Daddy Yankee, Peso Pluma y muchos otros cantantes del momento han tenido que lidiar con este curioso fenómeno que empezó de una forma más civilizada, ya que al principio los fans de primera fila les pedían educadamente que cogieran su teléfono para grabar un vídeo.

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J. V.

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Pero en algún momento empezaron a tirarlos, desde cualquier parte. Así fue como una fan de Drake consiguió (hace ya un lustro, esto viene más de lejos de lo que parece) que su ídolo grabase un vídeo que se hizo viral, y que después le permitió subastar el móvil en internet sacando miles de dólares por él, sólo por el hecho de haber sido tocado por el ídolo.

El argentino Duki incluso tuvo que parar un concierto en Paraguay el año pasado ante el diluvio de dispositivos. «No revoleen celulares, porque si lo pierden no nos vamos a poder hacer cargo. No tiren celulares, gente, un celular vale mucha plata y es una herramienta. No lo tiren al pedo», gritó desesperado. Aunque también hay fans más avispados, como uno de un concierto de Billie Eilish que tiró su teléfono atado a una cuerda para después recoger la pesca.

Los teléfonos móviles son duros. Y aunque lleven funda protectora, hacen daño. Y se veía venir que antes o después ocurriría una desgracia. Le ha tocado a Bebe Rexha. Un asistente a su concierto en Nueva York el pasado fin de semana decidió lanzar su teléfono móvil a la artista mientras cantaba su éxito 'I'm Good', con la mala suerte de que fue directo a la cabeza de la artista, que inmediatamente cayó al suelo por el dolor. Su equipo salió directamente a ayudarla, y cuando vieron la gravedad de la herida se la llevaron inmediatamente al hospital, donde tuvieron que ponerle tres puntos de sutura. Mientras tanto, los miembros de seguridad del show detuvieron al agresor para ser entregado a la policía.

Según el portal de noticias TMZ, el arrestado es Nicolás Malvagna, un chaval de Nueva Jersey que ha sido acusado de dos cargos de agresión en tercer grado; un cargo de acoso en segundo grado; un cargo de acoso agravado en segundo grado; y un cargo de intento de agresión en tercer grado. Lo más alucinante es que el muchacho ha admitido que consideró la posibilidad de que su móvil impactara en la cabeza de la artista, y que le pareció que «podría ser divertido».

Al día siguiente Bebe Rexha compartió unas fotos de las consecuencias del golpe, en las que se ve la brecha encima de su ojo izquierdo, completamente hinchado y amoratado. A Bad Bunny le pasó algo parecido, pero en su caso sólo le dieron en una pierna. A Rosalía le dieron una vez en la cabeza, pero fue con un ramo de flores. Y ella, que es muy lista, se baja al foso con los seguidores de primera fila para grabar vídeo-selfies y así aplacar sus ansias. Pero después de ver lo que le ha pasado a su compañera, quizá se deje el casco de motomami todo el concierto a partir de ahora.

En cierta manera, este tipo de artistas se lo tiene un poquito merecido. Porque son ellos quienes han alentado el uso y abuso de móviles en sus conciertos. La vieja guardia del pop-rock siempre los ha odiado, cuando empezaron a proliferar suplicaban a sus espectadores que no los utilizaran durante sus actuaciones, y de hecho hay músicos como Bob Dylan que prohíben acceder con ellos a sus recitales. Pero la nueva ola supo identificar la oportunidad de publicidad gratis y la explotó sin piedad. En los conciertos de Daddy Yankee, por ejemplo, siempre hay un momento en que la estrella del reguetón pide a todos los espectadores que saquen su teléfono, graben un vídeo y lo suban a las redes sociales. En diez segundos, tiene una campaña promocional viral sin dejarse un céntimo. Pero así se ha creado un monstruo que ahora está fuera de control.

Todo esto sucede por un warholiano cambio de paradigma en los espectáculos de música en vivo. Ahora los fans quieren tener casi el mismo protagonismo que los artistas. Ya no les vale con pagar entradas VIP que hagan lucir mejor sus 'outfits'. Quieren, necesitan sus segundos de gloria. Y bien valen los cientos de pavos que cuesta un iPhone si los consiguen. Porque ya ni siquiera necesitan recuperarlos. Cuando los lanzan ya han activado el modo de grabación de vídeo de alguna red social, y aunque el teléfono no vuelva a su poder ya habrá cumplido su misión: retransmitir el momentazo en directo para todo el planeta.