Lahav Shani y Daniel Harding triunfan en el arranque del Festival Internacional de Santander

Tres jornadas musicalmente impecables marcan un comienzo espectacular de la cita cántabra

La ópera vuelve al Festival de Santander

Lahav Shani, con el Orfeón Donostiarra Pedro Puente

Cosme Marina

Santander

Son ya 72 años los que lleva el Festival Internacional de Santander (FIS) inundando de música Cantabria durante el mes de agosto. La que es una de las grandes citas estivales de nuestro país ofrece durante cuatro semanas una actividad de alta intensidad que ... tiene su epicentro en el Palacio de Festivales de Cantabria, extendiendo sus efectos a la totalidad del territorio cántabro.

En la jornada inaugural, el 5 de agosto, se interpretó una de las obras clave de la historia de la música, la 'Sinfonía número 9 en re menor, op. 125, Coral' de Ludwig van Beethoven. Con la sala Argenta llena hasta los topes, la Orquesta Filarmónica de Róterdam unió sus fuerzas al Orfeón Donostiarra –una de las joyas corales de España– y a un soberbio cuarteto solista, bajo la dirección de Lahav Shani, titular de la formación holandesa.

La 'Novena' es una garantía, también un peligro, al ser una de las partituras más populares. Es un reclamo y, precisamente por ello, no sirve una interpretación acomodaticia. Ambas características no entran en el lenguaje de un maestro ya de referencia como Shani. Ofreció en Santander una versión vibrante de la obra, plena de contrastes y de riquísima expresividad, tanto en los tres movimientos iniciales como en el Presto, en el que brillaron la excelencia del Orfeón, en una partitura en la que siempre aporta, y el trabajo realizado por los cantantes –Chen Reiss, Carmen Artaza, Matthew Newlin y José Antonio López–. Shani ensambló con delicadeza todos los mimbres y llevó al extremo la fortaleza de la masa coral. El resultado fue refrendado con ovaciones interminables.

El FIS es un ciclo de contrastes. Frente a la magnificencia de la inauguración, al día siguiente, en el hermoso Santuario de la Bien Aparecida –patrona de Cantabria–, Jorge Jiménez y Tercia Realidad sumergían al público en la intimidad del violín barroco con la figura de Farinelli como hilo conductor. Bajo el título 'El violín de Farinelli' llevaron a los asistentes hacia el mundo del célebre castrato a través de adaptaciones de algunas de las arias más célebres que para él escribieron compositores como Porpora o Broschi, contextualizadas con otras instrumentales de autores de la Corte de Felipe V. La excepcional calidad de Jorge Jiménez –uno de nuestros mejores instrumentistas– y del resto de los integrantes del grupo –Daniel Lorenzo, Ruth Verona, Pablo Zapico y Daniel Garay– consiguieron que las transcripciones de las arias se adaptasen al formato del quinteto de forma impecable.

En la tercera jornada, el protagonismo fue, ¡y de qué manera!, para la Orquesta de Cámara de Europa, una de las formaciones europeas de primer rango, fruto de su colaboración habitual con los mejores maestros y solistas desde su fundación en 1981. Siguen por ese magnífico camino trazado y a Santander han llegado con el que es uno de los directores más solventes de la actualidad, el británico Daniel Harding. Prueba de ello fue un programa denso, concebido casi como un juego de espejos, con cuatro obras de dos autores –Sibelius y Beethoven– a través de dos de sus sinfonías la cuarta en ambos casos– y dos obras de enlace con el mundo del teatro, interpretadas a modo de obertura, la de 'Coriolano' de Ludwig van Beethoven y la suite de 'Pelleas et Melisande' de Jean Sibelius.

Y en el campo sinfónico el tránsito hacia la luz, desde la tiniebla heladora y sublime, en su belleza trágica, de la 'Sinfonía número 4 en la menor, op. 63' de Sibelius hasta llegar a la frescura clasicista y vivaz de la 'Sinfonía número 4 en si bemol mayor, op. 60' beethoveniana. La Orquesta de Cámara de Europa dejó claro que es un instrumento versátil y de altísima calidad y que, de la mano de Harding, los resultados alcanzan cotas altísimas.

El maestro británico moldeó cada obra de forma precisa, consiguiendo pasajes verdaderamente únicos, especialmente en la articulación de las texturas sonoras de las cuatro partituras, deliciosos los tiempos lentos y aquietados de cada obra, y un concepto global inmaculado.

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