Ismael Serrano ya no finge la dignidad del goleado

El madrileño presenta su nuevo disco, 'La canción de nuestra vida', en el que pone en entredicho algunos de los lugares comunes de los cantautores aunque sin perder su esencia

Ismael Serrano: «Quería escribir sobre la vida que quedó congelada por la pandemia y a la vez buscar una mirada hacia adelante»

Ismael Serrano, junto a Jacob Sureda (izquierda) en el primer concierto de presentación del disco «La canción de nuestra vida» J.G. STEGMANN

Josefina G. Stegmann

Alcalá de Henares

El cielo de Alcalá de Henares estaba eléctrico. Llovía y no llovía. Salía el sol y el arcoíris pero desaparecían, ambos, cuando intentabas enseñarlos. Ahora que ya nos convertimos en expertos meteorológicos sabíamos que aquella famosa y «temible y amenazante», diríamos los medios, DANA ... se acercaba sigilosa a la ciudad que vio nacer, dicen, al gran Miguel de Cervantes.

El fin del mundo o la DANA, cuyo aviso nos llegó en forma de alerta al móvil (el mismo que hace temblar a los surcoreanos cuando los vecinos del norte empiezan a lanzar misiles) y nos paralizó el corazón, no fue impedimento para que una mujer atravesara toda su ciudad para ir hasta Madrid y volver, ya de madrugada a Alcalá, cargada de libros en un bolso de tela.

Sus vecinas, medio ebrias tomando la penúltima en la terraza del único bar que quedaba abierto, la recibieron con ilusión: «Esta mujer es la mejor, y cuánto le gustan los libros», celebraban, mientras ella hacía equilibrios para que el peso de aquella montaña de poesía que cargaba en el hombro derecho no le inclinara tanto el cuerpo, ni los casi 70 años que también la empujaban hacia abajo.

El bar estaba justo enfrente del Teatro Salón Cervantes, donde Ismael Serrano decidió dar el pistoletazo de salida a su nuevo disco 'La canción de nuestra vida'. Concierto al que el cantautor invitó a sus familiares y amigos, como dice siempre, para que conozcan también sus nuevas canciones. Aquellos a los que les dedicó tantos versos, aquellos que lo acompañaron (en silencio o no tanto) durante tantos años de carrera.

La mujer del bolso invadido de libros no sabía que ese día cantaba Ismael. Pero de repente, la arrebató el recuerdo de su hijo. «Le encantaban las canciones de Ismael, las cantaba todas, todo el día», recordaba. Hablaba en pasado y uno no entendía muy bien el motivo: si era porque se trataba de un 'capricho serraniano' fugaz del pasado de un chaval que ahora prefería el autotune o la insoportable cantinela de los 40 principales, donde Ismael no suena (un incomprensible trauma, aunque no lo diga). Pero nada de eso. Su hijo «que ahora tendría la edad de Ismael», recordaba la mujer, había muerto. No dijo el motivo, pero parecía evidente que la presencia de Ismael, que hablaba animado con sus amigos de la facultad y con alguna pesada fan, conmovió a aquella mujer. La animaron a saludar al cantautor y se negó. Pero costó poco convencerla. Ismael, con la copa de vino vacía en la mano, la recibió, la saludó y la oyó poniendo toda su atención -con esa mirada tan suya y tan difícil de soslayar- como hace con absolutamente todo el que se le acerca. Sea quien sea. Caiga quien caiga. La mujer se fotografió con el admirado de su hijo fallecido y regresó a la mesa de sus amigas, agradecida por haberle insistido en saludar a quien puso versos en los labios de su pequeño. «Gracias», dijo satisfecha y algo emocionada.

Nuevo discurso, misma vigencia

A esa mujer Ismael le dejó huella. Cómo para no. De alguna forma veía en Serrano al niño que se le fue. El caso es que este cantautor, imposible saber cómo (o sí), consigue dejar huella en todos. Con cada nuevo disco y de diferentes formas. Gracias a Dios, no todas esas formas duelen y si lo hacen, no laceran como la muerte de un hijo.

A veces parece que tan solo aferrándose a sus primeras canciones, a sus eternos himnos ('Papá cuéntame otra vez', 'Vértigo', 'Ana', 'Pequeña criatura', 'Qué va a ser de mí', o la que ahora levantaría ampollas 'Tierna y dulce historia de amor') uno encontrará esa belleza abrumadora, esa emoción incontenible o esas lágrimas inesperadas, incluso cuando la canción no puede llegarte tan hondo porque habla de un hijo que no has tenido, de una ruptura que no te ha roto tanto o de una reivindicación política que no compartes. Pero, sea como fuere, consigue marcarte con su voz y dejarte una muesca en el corazón.

Ismael te llega, te emociona, te rompe, te abre en canal. Y sí, también lo hace con las canciones nuevas. El Ismael del disco 'La canción de nuestra vida' de 2023 no es el mismo del de 'Atrapados en azul' de 1997. No. Ya no le canta orgulloso al desamor y a la derrota como hacía antes. Es más, ahora reivindica que hay que 'Saber ganar', como titula uno de sus nuevos temas: «Yo orgulloso siempre me jacté de apostar al caballo equivocado. La derrota a mí me sentaba muy bien, y resulta que esta noche hemos ganado»…«Me cansé de la pose del vencido. Reconozco que quizás la he practicado en exceso, y, cómo no, en cada partido, yo fingí la dignidad del goleado». Qué lejos quedan estos versos de aquellos otros en los que decía: «Iré a buscarte a los sitios acordados aunque tú no vengas, aunque me hayas olvidado»…«Me tendré que acostumbrar a esta fría soledad, como un viejo con días contados a su enfermedad».

En el nuevo disco también renuncia a algo que ya dejó entrever en el anterior 'Seremos', con la canción Soltar: «Hoy nadie va a morir de amor», decía. Serrano ya no le guarda rencor a aquella mujer que lo abandonó, ni le promete odio eterno. En su nueva canción, con el elocuente título: 'Esto no es una canción de desamor' dice que no cantará desde el rencor; que esto no es un himno a la derrota y que ya no saldrán puñales de su boca…

Ismael Serrano en el teatro Salón Cervantes de Alcalá de Henares J.G.S.

'Burbujas de amor', de Juan Luis Guerra

Y entre ese nuevo y algo sorprendente Ismael asoma un homenaje a Juan Luis Guerra con un 'Burbujas de amor', que cuenta con unos arreglos que ya hubiera querido hacer el rey de la bachata. También vuelve (cómo no) la reivindicación política, con 'La fábula de los conejos' que le canta a la izquierda y en la que solo le falta nombrar a Yolanda Díaz y a la cúpula de Podemos.

Los cambios de Ismael se ven también en la parte teatral, que ha ganado mucha presencia en sus conciertos en los últimos años. Manteniendo un muy acertado sentido del humor que arranca sonrisas y risas ante el respetable, ya no bromea con el novio harto de escucharle que acude a su concierto porque su chica se lo pide. Ahora, en cambio, una fan espontánea que sube al escenario le confiesa que en realidad fue sola al concierto y recuerda que eso no tiene nada de malo.

El Ismael de hoy se adapta a los tiempos que corren, quizás con un discurso políticamente correcto presente en exceso, y en el que ya no cuela lo del chico que se acomoda en una butaca porque no le queda más remedio (aunque sigan existiendo y aunque entre ellos aparezcan, sin quererlo, una legión de nuevos seguidores).

Nuevos 'himnos'

Y para los no tan nuevos, para los nostálgicos, si oyen con atención, asoman nuevos himnos, nuevos 'Vértigos', como el caso de 'Estaré ahí', dedicada a su pequeño hijo Martín: «No escuches al profeta que augura tus fracasos. Creer no es suficiente pero sí necesario»; «La vida es tan hermosa que parece verdad». Y otra vez vuelve esa belleza abrumadora, esa emoción incontenible o esas lágrimas inesperadas…

Entre el nuevo y el viejo Ismael hay vigencia. Lo fundamental, lo esencial, lo que hace que lo escuchemos incluso los nostálgicos del año 97 ¿Qué es? Su POESÍA. Sí, con mayúsculas.

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