La Fundación Atrio Cáceres convierte la música en una forma de vida
Presenta la segunda edición del festival Atrium Musicae, organizado con dirección artística de Antonio Moral
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Iniciar sesiónEl cocinero Toño Pérez y su socio José Polo, fundadores del restaurante y hotel Atrio de Cáceres, están convencidos de que la música es un remedio infalible contra todos aquellos males que los clásicos llamaban demonios, es decir la confusión, la turbación, ... la melancolía y la tristeza. Por eso crearon la Fundación Atrio Cáceres, dispuestos a que en su ciudad el arte y más exactamente la música se convirtieran en instrumento de transformación y cambio en el contexto de una sociedad dispuesta a coexistir más allá de la inmediata monumentalidad de un espacio histórico elevado a la categoría de Patrimonio de la Humanidad y de la excelencia culinaria que ellos mismos defienden desde Atrio, tres estrellas Michelin y distintivo de un clúster que incluye al también, y más accesible, restaurante Torre de Sande y al reciente hotel casa palacio Paredes Saavedra.
Los programas que actualmente desarrolla la Fundación Atrio Cáceres explican la ambición del proyecto. Por ejemplo, el denominado Acordes, dedicado a niños de entre 4 y 6 años y destinado al desarrollo de habilidades relacionadas con la creatividad, el comportamiento, la autoestima, la memoria y la capacidad de razonamiento, todo ello dentro de un ambiente lúdico. O el denominado Innovación y talento, para jóvenes de entre 20 y 30 años y adultos mayores de 50 para quienes la música puede ser una herramienta para la promoción del bienestar psicosocial. En el desarrollo de sus proyectos, la Fundación Atrio Cáceres camina en colaboración con la Universidad de Extremadura, trabajando en áreas muy diversas y procurando en todos los casos hacer accesible la llamada 'sensibilidad para la música'.
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La expresión parte del trabajo del neurólogo y famoso divulgador Oliver Sacks, a quien se debe conmovedores ejemplos acerca del poder de la música y de su capacidad de sanación: ese mecanismo de imprecisa ubicación que suscita emociones, pensamientos y mundos, que reconstruye la sensación de colectividad, la posibilidad 'de poseer un cuerpo y una sensación primordial de vida y movimiento'. Así se proyecta en Cáceres, donde apurando las iniciativas y tratando de otorgar también una marca personal que trascienda el territorio, la Fundación Atrio Cáceres presenta la segunda edición del festival Atrium Musicae, organizado con dirección artística de Antonio Moral. Entre el jueves 8 y el domingo 11 de febrero se anuncian seis conciertos ubicados en lugares emblemáticos de la ciudad, desde la Concatedral de Santa María, al Gran Teatro, del Palacio de Congresos a ese otro lugar imprescindible en la región, a medio camino entre la ciencia ficción y el regocijo, que es el Museo Vostell dedicado al legado fluxus del alemán Wolf Vostell y situado en Los Barruecos, un magnífico paraje declarado Monumento Natural.
Algunas citas musicales son evidentes como el concierto de la Orquesta de Extremadura y Coro de Cámara de Extremadura con Andrés Salado, y en el que se unirán el 'Réquiem' de Mozart con fragmentos de la música que Henry Purcell escribió a la muerte de la Reina Mary de Inglaterra. Está también el concierto del trompetista Manuel Blanco y el organista Daniel Oyarzábal, además de las 'Variaciones Goldberg' en versión de Diego Ares, cuya grabación ya acumula premios de referencia. En cualquier caso, el festival pivota sobre la presencia de la pianista Elisabeth Leonskaja, a quien se le encomiendan tres conciertos cargados de intención: las tres últimas sonatas de Beethoven, testamento pianístico de un autor dispuesto a presagiar el futuro, la actuación con el vienés Cuarteto Kandinsky en un programa dedicado a Robert Schumann, y el original programa 'Leonskaja & Friends', en el que toma relevancia la música de Franz Schubert con la recreación de un encuentro musical protagonizado por la voz y el piano, y en el que participan el pianista Julius Drake, la soprano Katja Maderer y el barítono Jonas Müller.
Atrium Musicae impulsa la normalización de la vida musical en una ciudad que, paradójicamente, escuchará algunas de estas músicas por primera vez. Quiere esto decir que el camino solo ha empezado y muy a pesar de que en las últimas cuatro décadas la transformación urbanística y social de Cáceres haya sido históricamente decisiva. En este sentido, entre las acciones más recientes está la adquisición del emblemático edificio Clavellinas por parte de la Fundación Atrio Cáceres con el fin de instalar una Escuela de Música de Alto Rendimiento. Una forma de «asumir y gestionar en el futuro aquello que hayamos podido crear en nuestro paso por Cáceres. No somos ni más ni menos que el deseo de devolver a la sociedad un poquito de lo que nos ha dado en lo que siempre hemos querido considerar un proyecto de vida».
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