Estrella Morente: Sin poder sacar a la abuela al sol
El peor verano de mi vida
La cantaora flamenca recuerda que lo dejó todo para encerrarse en Madrid con la bailaora Rosario Muñoz, «la más artista de toda la familia», en el verano de 2021, cuando ya no podía ni salir a pasear
Fernando Tejero, entre japutas y sin lengua
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Iniciar sesiónYo le iba a preguntar directamente por el peor verano de su vida, pero a menudo las entrevistas nos llevan por derroteros que no esperábamos. La conversación con la cantaora flamenca Estrella Morente empezó de manera extraña, como si en realidad fuera una charla ... que tuviéramos a medias y nos limitáramos a seguir donde la habíamos dejado. Por cuestiones domésticas, empezamos media hora tarde, tiempo que aproveché para escuchar esa 'Salve' de la 'Misa flamenca' de su padre, Enrique Morente, en la que aparecen ella y su hermana Soleá cantando, cuando eran unas crías. Y como aún me quedó tiempo, me distraje comparando una vez más las 'Siete canciones populares españolas' de Manuel de Falla que Estrella Morente grabó con el pianista Javier Perianes y las que grabó Victoria de los Ángeles con Alicia de Larrocha -el ejercicio es una delicia, háganlo algún día-.
Cuando por fin empezamos a hablar y se lo comento, da un respingo. «¡Victoria de los Ángeles, mi padre la adoraba!». Podría haber sido pose, pero no. Resulta que incluso llegaron a hablar de algún proyecto conjunto, y la canción 'Ai, qué linda moça' interpretada por la soprano fascinaba al cantaor. Tanto, que quiso que sus hijas la versionaran. Las cogió por separado y las metió en un estudio para grabarla. Ninguna de las dos sabía que había hecho lo mismo con la otra, así que «tenemos ambas esa grabación, y yo algún día quiero sacar la mía».
A partir ahí empiezan a desfilar por la conversación no solamente Manuel de Falla, sino un ramillete de referentes que van desde Franz Schubert, Beethoven, Granados y Albéniz hasta Lola Flores, Michael Nyman y Rosalía. Nos detenemos en esta última: «Yo desde aquí le digo a Rosalía que no se la ha atacado desde el flamenco, sino que la han atacado algunos flamencos». «No solamente me encanta, sino que siento la obligación como profesional, como aficionada y como ciudadana de a pie de respetarla, porque Rosalía tiene muchas curiosidades y esas curiosidades la están llevando a muchas cosas y el flamenco está entre ellas». Se la ve tan entusiasmada que por un momento tengo la impresión de que va a terminar la frase con un «tra-trá».
Estrella Morente deslumbra en el Tío Pepe Festival
Pablo van VroenhovenLa artista dejó impregnado al Tío Pepe Festival de la sutil sencillez de los cantes festeros de su infancia y de las profundidades del amor añorado en un concierto que levantó las palmas y los «¡olé!» de sus fans.
Estrella Morente también recuerda con cariño los tiempos en que sus mañanas empezaban con Radio Clásica, la emisora que sintonizaba su padre: «Lo primero que escuchabas era música clásica y luego ya venía todo». Ahora bien: «Amo, amo, amo la música clásica pero no considero el flamenco un género inferior porque para mí sería como considerar que una raza está por encima de otra raza». Cada cosa en su sitio… Menos las sombrillas de la piscina desde donde me atiende, que parece que han salido disparadas por una ventolera. Cosas del verano.
Una vez superada la crisis, decido retomar las riendas de la conversación y lanzo por fin la pregunta que habíamos venido a hacer: ¿Cuál fue el peor verano de su vida? Sinceramente, esperaba que me dijera que fue el primero que pasó sin su padre, Enrique Morente; o alguno en que un toro hubiese dado un buen susto a su marido, el diestro Javier Conde. Pero no. «Lo tengo clarísimo. ¡Sí, clarísimo!», me dice. Y entonces entra en escena su abuela, la bailaora Rosario Muñoz, que nos dejó en mayo de 2022.
La cantaora se sentía muy unida a ella, y el verano de 2021 fue durísimo: «Yo dejé todo, trabajo, hijos, marido, familia, todo, y me encerré con ella en Madrid», cuidándola. «Ella era la más artista de toda la familia», sentencia. «Cuando yo vi que mi abuela no podía salir a pasear y no la podía llevar a la playa y no podía llevarla al campo ni al río, ni podía ofrecerle un helado porque ya no le entraba...». «El peor verano de mi vida ha sido sin duda el que pasé con mi abuela, sin poder sacarla al sol».
Por suerte, el arte está siempre ahí, y los escenarios obligan a dejar los problemas de lado aunque sea por un rato. «Es una maravilla, la profesión del arte», si bien no siempre es fácil: «Cada día admiro más a los payasos. No es fácil ser un payaso, que tienen una pena y tienen que salir y ser la figura que entretiene, que distrae». «Tú no puedes llenar a las personas con tus problemas, la gente llega al teatro a olvidarse del mundo, de lo que le ha pasado ese mes, ese año, necesita liberarse».
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