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ABC Cultural

Enrique Morente y sus «modernuras»

Así calificaba su mujer todo el interés del cantaor por fusionar el flamenco con artistas tan dispares como Max Roach, Chick Corea, Sabicas, Lagartija Nick, Chef Khaled o Sonic Youth... con los que «¡alucinaba!»

J. VILLANUEVA

ISRAEL VIANA

Confesaba Enrique Morente en un programa de televisión que su mujer, Aurora, le decía casi como a modo de reproche: «¡Siempre estás con las “modernuras”!». No le faltaba razón, porque el cantaor granadino fue siempre un artista rebelde e inagotable a quien ese gusto por las «modernuras» le hicieron ganarse apelativos tan poco comunes en su terreno como el de «artista en continua experimentación», «el flamenco más revolucionario» o «el más punk de los cantadores».

«No he conocido a nadie en mi vida que artísticamente sea tan inquieto como lo era él»

Todo lo que le hacía sentir algo, lo que le «removía» por dentro, le interesaba. Sin importar su procedencia. «No he conocido a nadie en mi vida que artísticamente sea tan inquieto como lo era él, con tantas ganas de conocer otras músicas», asegura Javier Liñán , la persona que descubrió a Los Planetas en 1994 y los fichó, junto a Los Enemigos , para RCA. Conoció bien a Morente, con el que también trabajó durante 10 años en Virgin, publicando joyas como «Lorca» (1999), «El pequeño reloj» (2003) y «Morente sueña la Alhambra» (2005).

Lo que más le llegaba era el flamenco más ancestral, el más antiguo –«esa es la música que más me emociona», confesaba en 2006–, pero admiraba al mismo tiempo los sonidos más vanguardistas, la poesía más clásica, la pintura cubista, el rock, el jazz, la música clásica, los ritmos cubanos y africanos y hasta el ruido de grupos tan experimentales como Sonic Youth : «Era una persona extremadamente curiosa –nos cuenta Liñán–. Yo fui con él al Primavera Sound, a ver a grupos como Animal Collective , Sonic Youth… ¡y él alucinaba! Cuando escuchó a Sonic Youth en directo, le encantó. Se le veía disfrutar mientras exclamaba: “yo quiero algo así. Quiero esas guitarras, esos ambientes, esas texturas”».

«El ruido expresar sentimientos»

Solía decir cosas como que trataba de «ser un artista diferente cada año» y que «había que moverse porque si no nos quedamos dormidos». Por eso, cuando le surgió la oportunidad de colaborar con el grupo neoyorkino, uno de los cameos más «raros» de su carrera, no se lo pensó dos veces. Primero, en un concierto en el Festival GreenSpace de Valencia, en 2005 , donde interpretó junto a la banda un martinete absolutamente hipnótico, donde el ruido de las guitarras de Thurston Moore y Lee Ranaldo se iba haciendo dueño del escenario, con la voz rasgada del cantaor en el fondo. «No es necesario entender la música, sino sentirla –reconocía a hace dos años–. Sonic Youth te atrapa sin quererlo, te coge desprevenido… No es un sonido asequible, pero, aunque no siempre, el ruido sirve para expresar determinados sentimientos que no caben en una canción clásica».

«Él era el único de todos sus músicos que entendía de otras músicas y quería aprender de ellas»

Liñán recuerda cuando acompañaba al cantaor y su amplísimo cuadro de músicos, «de excelentes guitarristas». «Pues él era el único de todos que entendía de otras músicas y quería aprender de ellas. Porque una cosa es ser un músico muy bueno y otra un creador como él, con ese cerebro y esas ganas de hacer cosas».

Aquella colaboración con Sonic Youth quedó grabada después en una nueva edición del disco grabado en 1995 junto a Lagartija Nick, «Omega» , convertido en todo un referente de la renovación del flamenco. Un obra en la que Morente –junto a otros artistas flamencos como Vicente Amigo o Tomatito y el grupo de rock granadino–, adaptó poemas de Lorca y temas de Leonard Cohen , costándole no pocas críticas de los más puristas y ortodoxos, que consideraron aquel trabajo como una traición al flamenco y una falta de respeto al cante… que abrió, sin embargo, caminos desconocidos hasta el momento.

Esa capacidad para reinventarse a cada momento no le ha abandonado hasta el último momento. Un día antes de ser ingresado, grababa una versión de «Ángel Caído», de Antonio Vega, junto al pianista de jazz Federico Lechner y pocos días antes había cumplido su sueño de cantar frente al Guernica de Picasso , en el Museo Reina Sofía, donde improvisó unas seguiriyas.

De Camarón a Max Roach

Desde que subió por primera vez al pequeño escenario de la madrileña peña flamenca «Charlot», a principios de los 60, Morente ha recorrido los escenarios de medio mundo (México D.F. en 1971, París en 1972, el Lincoln Center de Nueva York en 1973…) y ha colaborado no sólo con los más grandes del flamenco ( Camarón , Sabicas , Tomatito, Manolo Sanlúcar o Pepe Habichuela ), sino con consolidados artistas argelinos, como Chef Khaled ; alemanas, como Ute Lemper , o marroquíes, como Abdessadek Chekara ; pero también grandes músicos africanos y cubanos, o las famosas Voces Búlgaras «Angelite» y orquestas como la Sinfónica de Madrid , la Andalusí de Tetuán o la de Cámara de Granada . Y no le ha faltado tampoco el valor para ser el primero en musicalizar a los poetas cultos o subirse al escenario con los más grandes de la historia de jazz, como Chick Corea o Pat Metheny .

Antonio Luque: «Era casi como más joven que yo, lleno de vida. Es difícil imaginarse que ya no esté»

En la Bienal de Flamenco de Sevilla de 1992 protagonizó una de las muestras más increíbles de fusión, en un concierto inolvidable con Max Roach . El percusionista estadounidense aportaba 12 músicos (nueve percusionistas) de su banda M'Boom y Morente traía 14 flamencos, entre los que se encontraba jóvenes como Raimundo Amador y los componentes de La Barbería del Sur. «Creo que las músicas que han tenido caminos paralelos en el tiempo pueden continuar escuchándose entre sí para convencernos de que no hay más que una sola música: la de nuestro propio mundo interior, en el sentido más íntimo y universal de la palabra», escribía el cantaor en el programa.

Y tampoco se ha olvidado de otros grupos de rock y pop como Amaral , Chambao , Los Planetas o Sr. Chinarro , cuyo alma máter, Antonio Luque , nos cuenta cuando Morente llegó por casualidad al estudio en el momento en que grababa su disco «El fuego amigo» con Jota , de Los Planetas. Alguien sugirió de manera espontánea que se metiera en el tema «El rito». No se lo pensó. «Yo estaba muy cortado. Tuve que meter mi voz con la suya ya grabada… a ver quién cantaba después. Tuve que echarle mucho valor», nos cuenta Luque, quién coincidió también con él en el concierto de Sonic Youth en el Primavera: «Para mí no era nuevo, e incluso me parecía ya una cosa un poco cansina, mientras que Enrique mantenía ese entusiasmo por cosas tan raras». «Era casi como más joven que yo, lleno de vida. Es difícil imaginarse que ya no esté», apostilla.

Morente, irrepetible... pasado, presente y futuro de un flamenco que se ha quedado huérfano de este genio libre y rebelde del cante.

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