El Cuarteto Seikilos caligrafía la historia española del cuarteto de cuerda en la Fundación BBVA

Crítica de música clásica

La formación recupera obras de El grupo de los ocho, un movimiento que surgió en los años treinta del siglo pasado

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El Cuarteto Seikilos ABC

Crítica de música clásica

'El grupo de los ocho' y su entorno

  • Obras Fernando Remacha: 'Cuarteto de cuerda'; Julián Bautista: 'Cuarteto de cuerda nº 3; María de Pablos: 'Sonata romántica'
  • Intérpretes Cuarteto Seikilos
  • Lugar Palacio del Marqués de Salamanca, Madrid

«Cuando todo parecía haber alcanzado, por fin, la calma y la felicidad… llegaron las tremendas vicisitudes de la Guerra Civil». Rodolfo Halffter vivió intensamente la década de los treinta, como prólogo a su exilio mexicano. Fue, sin lugar a duda, «la más importante» ... de su vida, señala su biógrafo Antonio Iglesias, quien fundamenta la opinión en quinientas páginas que siguen siendo necesarias para entender a uno de los grandes agentes musicales de la España del siglo XX; el perfil artístico de un tiempo honradamente ambicioso e inevitablemente fragmentado tras la guerra.

Aquella época «importante» lo fue, en lo musical, porque además de Rodolfo Halffter hubo otros muchos dispuestos a dar forma a una ambición común. Se sabe y se ha escrito con rigor sobre todo ello, profundizando en uno de los contrasentidos de la música española: tan llena de buenas descripciones desde la perspectiva historiográfica pero incompleta de imágenes sonoras capaces de construirla, incluso en sus momentos fundamentales. Todavía hay cabos sueltos en la recuperación del legado dejado por los autores que protagonizaron el resurgir musical de los treinta: el de Rodolfo Halffter y el de otros coetáneos.

La biografía de Antonio Iglesias se publicó hace treinta y tres años por la extinta Fundación Banco Exterior en su Colección Memorias de la Música Española, proyecto que dejó varios textos necesarios. Asumiendo una misma responsabilidad, la Fundación BBVA integra ahora, en su Red Leonardo, becas de investigación científica y creación cultural que, en el plano musical, atienden a lo contemporáneo y a lo histórico. En este se trata de dar visibilidad a lugares resguardados, que al igual que los «paraísos perdidos» de Borges habitan en la memoria que es lo único que realmente poseemos.

Merecería la pena estudiar el mecenazgo musical de las instituciones bancarias españolas, el de las inexistentes como Caja Madrid, con incidencia muy clara en el ámbito madrileño, y el de las activas. La Fundación March es un caso muy evidente y si se indaga en su archivo se verá que fue y sigue siendo un actor decisivo en la recuperación del patrimonio musical, incluyendo el de la última República española.

Pero importa ahora la Fundación BBVA y de forma específica la beca concedida a Lorenzo Meseguer, cuyo proyecto 'Los cuartetos del Conservatorio' explora la generación de los años treinta y otras inmediatamente posteriores. Se trata de editar la música y grabarla en colaboración con sus compañeros del Cuarteto Seikilos, un grupo decididamente comprometido con el repertorio español bajo la premisa de un principio de calidad que resulta especialmente interesante en el entorno de la reconstrucción histórica, demasiadas veces dominada por la buena intención antes que por las buenas realizaciones. Un doble CD aparecerá en los primeros meses de 2026 agrupando cuartetos hasta ahora inéditos en el mercado discográfico.

A partir de aquí, o de manera simultánea, surge la divulgación de lo que se ha fijado y de ahí su presencia en la temporada de música de la Fundación BBVA muy relacionada con sus propias becas. El viernes, en la imponente sede del palacio del Marqués de Salamanca, en Madrid, el Cuarteto Seikilos interpretó un programa titulado 'El grupo de los ocho y su entorno', un lema impreciso para un contenido musical realmente ambicioso.

El grupo de los ocho es una convención histórica materializada el 29 de noviembre de 1930 en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde se presentaron varios jóvenes compositores con la intención de defender la «música moderna» española. Les definió la poca consistencia asociativa y las desiguales trayectorias compositivas de sus miembros. Fernando Remacha y Julián Bautista estuvieron entre ellos. El primero ya había escrito su cuarteto de cuerda en 1924, una obra en la que el sentido neoclásico y sinóptico de su primer movimiento, y el dialogante melodismo del segundo, dejan paso al muy interesante movimiento final. Los límites entre lo popular y lo actual que en él se ponen en juego retrotraen a la comprensión de la tradición en el territorio de lo contemporáneo, de la conciliación y de lo cívico, lejos de la cita literal. La idea está presente en la época y, es curioso observar cómo la defiende la pintora Maruja Mallo, de quien estos días se ofrece una extraordinaria exposición en el Museo Reina Sofía de Madrid comisariada por Patricia Molins.

El cuarteto de Remacha es una confirmación de un pulso artístico dominado por lo inmediato. Sin embargo, el cuarteto 3 de Julián Bautista, el único localizable de su autor, expresa un estado de pérdida inevitable. Fue escrito en 1958 y apenas queda rastro de la alicaída españolidad que Bautista definió desde su exilio argentino en partituras como la 'Fantasía' para clarinete y orquesta. La interpretación ofrecida por el Cuarteto Seikilos tiene mucho que ver con la posibilidad de entender los dos primeros movimientos con sentido oscuro, dramático, compungido, contrastante con la potencia del cuarto. Todo ello enmarcando al 'Lento', sin duda un punto culminante de una obra sólida, cuyo descubrimiento es toda una revelación. Las sucesivas entradas de los instrumentos sirven de prólogo a un poso de misterio personal, muy en la línea del críptico Shostakovich que, por entonces, ya ha escrito seis cuartetos. El que Bautista pudiera conocer la obra del ruso es solo una idea, no un dato, que sirve para describir el grado de interiorización de la obra.

Esperanza, resignación y talento pueden ser los adjetivos que mejor definan el concierto del Cuarteto Seikilos. Porque tras Remacha y Bautista vino la segoviana María de Pablos, ajena al grupo pero dispuesta a convertirse en una coprotagonista necesaria. La recuperación de su legado artístico es uno de los hechos relevantes de los últimos años y a ello ha contribuido la 'Sonata romántica' para cuarteto. En su segundo movimiento asoma el perfume generacional pero lo significativo es ver la obra desde la expresión personal, sin redundancia en el tópico estilístico. La estricta construcción musical que domina el primer movimiento es todo un ejercicio de habilidad; el enmascarado 'minuetto' del tercero, una muy interesante muestra de competencia. Pero, por encima de todo ello, la autoridad del 'Adagio-Allegro' final justifica todos los elogios.

El Cuarteto Seikilos, de la mano de la Red Leonardo, de la Fundación BBVA, está restableciendo estas obras y, quizá sin pretenderlo, obligando a replantear algunos postulados. El grupo de los ocho y sus coetáneos quisieron promover una música nueva basada en la simplicidad formal y la intrascendencia melódica. Abundan los testimonios que corroboran la idea. Lo que ahora se plantea es otra solidez musical, otra trascendencia expresiva: la superación de lo sencillo hacia una esfera relevante que, no por casualidad, llega de la mano de un género tan esencial como el cuarteto de cuerda.

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