Carmen Linares: «El saco del flamenco es una cosa, y el del 'flamenquito' es otra distinta»
La cantaora, premio Princesa de Asturias de las Artes en 2022, celebra cuarenta años de carrera, y ofrecerá el mes próximo un concierto en Madrid
Carmen Linares y María Pagés ganan el premio Princesa de Asturias de las Artes
Madrid
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Iniciar sesiónSi hay una figura dentro del flamenco actual que reúna, de forma unánime, respeto y admiración a partes iguales, esa es Carmen Linares. La cantaora linarense ha forjado una carrera basada en la entrega, la seriedad, el conocimiento y la inquietud; además, naturalmente, de ... la calidad de una voz elocuente y diamantina. El premio Princesa de Asturias de las Artes de 2022 -que compartió con la bailaora y coreógrafa María Pagés- es por ahora la cima de una trayectoria de cuatro décadas de arte. El mismo número, cuatro, es el de las leyendas flamencas -Camarón, Enrique Morente, Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar- a las que recuerda Carmen Linares en su espectáculo 'Cu4tro', que hará parada el próximo 20 de junio en el Teatro Albéniz de Madrid, dentro del Universal Music Festival. Comparten escenario con ella Carles Benavent, Tino di Geraldo y Antonio Serrano.
-En cuarenta años ha cambiado todo… También el flamenco.
-Muchísimo. Es sano, y necesario, además. El arte tiene que evolucionar, ha de vivir el tiempo que le toca; si no, se queda estancado. Pero lo que no puede perder el flamenco es su raíz.
-¿También ha cambiado la percepción del público sobre el flamenco?
-Se asociaba con el régimen anterior… Nos hicieron polvo. Los flamencos las pasamos canutas, era todo de volante y castañuela. Pero ahora se ve como lo que es: un gran arte, una de las mejores músicas que hay en el mundo, y que tenemos la suerte de que solo la tenemos nosotros. Afortunadamente, se ha universalizado, pero es un arte genuino de España; si lo tuvieran otras naciones, imagínese lo que hubieran hecho, estaría hasta en la sopa.
«Yo me considero afortunada de haberlo vivido desde niña y de pertenecer al mundo del flamenco. Estoy muy orgullosa de estar ahí y de haber podido aportar cosas»
-Hay mucha gente que lo considera la expresión artística más importante que tenemos en España…
-Claro… El flamenco viene de la música popular andaluza, por la que han pasado culturas muy diferentes, y tiene una riqueza, una armonía, unas melodías… Hay una materia prima extraordinaria; luego está el trabajo de cada artista para convertirla en arte. Yo me considero afortunada de haberlo vivido desde niña y de pertenecer al mundo del flamenco. Estoy muy orgullosa de estar ahí y de haber podido aportar cosas. Tengo una responsabilidad, también, siempre lo he sentido así.
-A lo largo de su carrera ha mostrado siempre inquietud, una mente muy abierta.
-Eso es fundamental porque el arte tiene que volar. Hay un aforismo de Juan Ramón Jiménez, 'Raíces que vuelen y alas que arraiguen', que siempre cito porque no hay cosa mejor definida; incluso hice un disco en homenaje a Juan Ramón que se titulaba 'Raíz de la música'. Si no tienes tu raíz, tu ADN, tu pertenencia, difícilmente puedes volar. Y si no vuelas, te quedas estancado.
-En 'Cu4tro', el concierto que ofrecerá en Madrid, le acompañan tres músicos vinculados al flamenco, pero 'extranjeros', por decirlo así.
-Son músicos de jazz, sí, pero conocen muy bien el flamenco, y eso me da una libertad extraordinaria… Puedo cantar una soleá perfectamente con Antonio Serrano y él me acompaña con su armónica como si fuera una guitarra. Imagínese la de cosas que me puede aportar, me lleva a lugares diferentes. Yo soy cantaora, siempre llevo el flamenco conmigo, pero experiencias así me permiten hacer cosas distintas. Por otra parte, los tres son verdaderas estrellas de la música. Además, canto con dos guitarras -mi hijo, Eduardo Espín, y Salvador Gutiérrez- porque las necesito, y con un bailaor maravilloso, Pepe Torres, con esencia, elegancia y una verdad que me encanta. Ahora el baile se monta siempre muy bien, pero él sale a bailar y está conmigo; le estoy cantando como se hacía antes… Pero con modernidad y juventud. Y nos acompañan mis dos palmeras de Triana… Para poder hacer más cosas, para tener un peso, una base que ayude.
«La guitarra es el instrumento base del flamenco, pero se ha demostrado que se pueden hacer cosas maravillosas con un piano, un saxo o una armónica. Todo depende de la calidad que tenga la música»
-¿Pero usted cómo se siente más Carmen Linares, con una guitarra sola o con todo este acompañamiento?
-Son cosas distintas. Todo este acompañamiento me permite volar más. Con una guitarra… depende de cómo sea, porque un guitarrista moderno te sugiere cosas diferentes, te lleva a otro sitio. ¡Pero escuchar a estos tres: Carles Benavent, Tino di Geraldo y Antonio Serrano! Por supuesto, yo lo que hago siempre es flamenco, pero con esta base… La guitarra es el instrumento base del flamenco, pero se ha demostrado que se pueden hacer cosas maravillosas con un piano, un saxo o una armónica. Todo depende de la calidad que tenga la música. No vas a cantar mejor acompañada por una guitarra que por una armónica.
-Pero la música es muchas veces una labor de equipo…
-Rodearte de buenos artistas es algo muy sabio. Yo tengo ya muchos años y llevo mucho tiempo, y siempre he cuidado ese aspecto muchísimo. Necesito gente a mi alrededor que esté, sobre todo, conmigo. Cuando se trabaja como una familia, eso se nota en el escenario.
-Y le hace mejor…
-Por supuesto. Te da una seguridad que repercute en lo que cantas y por tanto en el público, en cómo te entregas a él. Siempre que voy a ver a alguien, noto cuando los músicos están unidos. El ego se nota mucho… Mucho.
-¿Se está pasando de frenada el flamenco en esa evolución de la que hablábamos? ¿Cómo se siente cuando ve que se llama flamencos a artistas que no lo son?
-No me gusta que se meta todo en el mismo saco. Hay muchos sacos, y el saco del cante jondo y del flamenco es una cosa, y el saco del 'flamenquito' es otra. A mí no me gusta que se le llame así, pero como la palabra flamenco vende, se mete en muchos sitios. Y no da la talla. Por supuesto que hay artistas muy buenos que están haciendo su carrera; que hacen música muy buena y con una buena producción detrás. Y yo eso lo respeto enormemente, pero a eso no se le puede llamar flamenco. Estoy totalmente a favor de que esos artistas evolucionen, de que hagan sus carreras, y si además de eso les gusta el flamenco, mejor. A lo mejor hay alguien que se interesa e indaga en él… El nuevo flamenco eran Lole y Manuel, que tenían una calidad… Las cosas de calidad se quedan, y lo que no se queda, por algo será.
-¿Qué supuso el premio Príncesa de Asturias para usted personalmente? ¿Y para el flamenco?
-En primer lugar fue una sorpresa enorme; solo se lo habían dado a un artista flamenco, Paco de Lucía. Y naturalmente fue una satisfacción enorme verme ahí con María Pagés representando a nuestro mundo. Creo que más que por mí me alegré por el flamenco, la música y el arte que yo represento. Y que nos representa en el mundo. Fue una enorme satisfacción pensar que primero Paco y después nosotras abríamos un camino, una vereda… Hay muchos artistas que lo merecen, y algunos que ya no están, que no lo tienen y no lo van a tener a pesar de merecerlo… Pero que el flamenco estuviera en la misma mesa con grandes científicos, pintores, literatos… fue muy emotivo. Nos dieron una categoría increíble.
-¿Y pesa de alguna manera? ¿O pesan más los cuarenta años de carrera?… En el buen sentido.
-Salgo con el mismo peso con el que siempre he salido. Siempre que piso el escenario es como si estuviese empezando. Cuantos más galardones, más responsabilidad, pero el peso para mí es salir al escenario y llegar al corazón de la gente, llegarle al público y hacerle sentir; esa es la misión de un artista. Eso es lo que a mí más me preocupa. Y lo mismo cantar para 40 o para 2.000 personas. No todos los días te vas contenta del escenario, no todos los días consigues conectar igual con el público. Siempre hay un nivel, claro, del que no puedes bajar, pero lograr que la gente se emocione es muy difícil, y lo que me da más satisfacción.
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