50 años de la muerte de Nino Bravo: las leyendas urbanas de 'Libre', entre el Muro de Berlín y la dictadura de Pinochet
Se han dicho muchas cosas sobre su canción más famosa, pero no todas son verdad
La exposición 'Nino Bravo: una mirada artística' plasma la vida y obra del cantante
Luis Manuel Ferri Llopis no fue siempre Nino Bravo. A mediados de los años 60, cuando actuaba con su grupo Los Superson, se llegó a presentar en algún momento con el nombre de Linuel (abreviatura de Luis Manuel), tal como cuenta la primera biografía ... autorizada del artista, publicada el año pasado por el escritor Darío Ledesma con el título de 'Nino Bravo. Voz y corazón' (editorial Milenio, con prólogo escrito por su viuda María Amparo Martínez Gil).
Fue ya después de hacer la mili cuando el locutor de radio Miguel Siurán tomó las riendas de su carrera y lo bautizó como Nino Bravo, un alias que no le trajo suerte a la primera de cambio porque sus primeros lanzamientos fueron un fracaso comercial. Sin embargo, cuando ya estaban a punto de despedirle de su discográfica, en diciembre de 1969 llegó conquistó el número uno de las listas de ventas con 'Te quiero, te quiero', compuesta por el gran Augusto Algueró, quien también le brindaría otras joyas como 'Noelia', dedicada a la Miss España de 1969 Noelia Afonso, de la que el compositor se había enamorado platónicamente sin que nadie lo supiese hasta el momento de la publicación del libro de Ledesma.
En la biografía también se aborda la leyenda urbana más sobredimensionada de la carrera de Nino Bravo: su supuesto origen en la historia de Peter Flechter, un joven obrero alemán de dieciocho años que murió ametrallado intentando cruzar el Muro de Berlín en 1962. Ledesma asegura que es un mito «elevado a la categoría de cuasiverdad», sobre el que se han escrito ríos de tinta en multitud de medios (probablemente también en este).
Fue compuesta en 1972 por José Luis Armenteros mano a mano con Pablo Herrero, quien ya desmintió el bulo en una entrevista hace años tal como refleja el libro: «No se inspiró en esa historia. Fue menos épica, mucho más doméstica, menos importante. Esto fue el producto de una rebeldía, de una generación que había nacido en España justo después de la Guerra y que vivimos la dictadura a base de bien y una fuerte represión que se extendió hasta el año 75 que fue cuando murió Franco. Sin embargo esta canción es del año 72, él estaba todavía vivo. No teníamos que mirar a Alemania. Lo estábamos viviendo aquí. La falta de libertad era manifiesta».
El autor de libro lo confirma a ABC: «No sé exactamente cómo se gestó esa leyenda, supongo que alguien vio la similitud entre esa historia y la canción, y lanzó la teoría a la red allá por el 2003. La prensa recogió el testigo y desde entonces se publica todos los años en el aniversario de Nino y en el del muro de Berlín, dándolo como un hecho».
Una utilización perversa
Se decía que en otra dictadura, la de Pinochet, se había utilizado la canción de la forma más perversa imaginable. Pero esto sí es cierto. Nino Bravo había estado en Chile en febrero de 1971, cuando se presentó en la duodécima edición del Festival de la Canción de Viña del Mar. Volvió en septiembre del mismo año para participar como artista invitado en el Especial de verano en el Estadio Español de Las Condes, en Santiago, y desde entonces se convirtió en una figura venerada en el país, aunque con consecuencias imprevistas para el cantante.
Unos meses después de que Nino Bravo falleciese en el trágico accidente de coche en la carretera de Valencia a pocos kilómetros de Madrid, Chile sufrió el golpe militar liderado por Augusto Pinochet y el hit se convirtió en un arma de guerra, algo totalmente contra natura. Fue adoptada como un cántico anticomunista, la tocaban los músicos del Ejército de Chile, los militares la hacían sonar a todo volumen en los cuarteles donde se retenía y torturaba a la gente y, en consecuencia, acabo siendo una de los himnos de cabecera para los simpatizantes de la dictadura militar. En febrero de 1974, incluso fue interpretada en el Festival de Viña del Mar por Bigote Arrocet, que acabó cantando de rodillas frente al público en el que se encontraba el propio Pinochet. Cuatro años después, Arrocet volvió a repetir el 'homenaje' en el mismo escenario.
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Todo esto quedó documentado gracias a la musicóloga e investigadora chilena Katia Chornik, profesora de la Universidad de Manchester que reunió miles de testimonios como este de un represaliado que pasó dos meses de 1973 en un campamento de prisioneros: «Mientras esperábamos en las graderías para ser interrogados entonábamos 'Libre' a aquellos que se formaban para ser liberados. 'Libre' era una catarsis, mezcla de alegría por los que se iban y esperanza para los que nos quedábamos. Desgraciadamente, la dictadura y sus esbirros civiles o militares la usaron para su propia propaganda. En las celdas la ponían de fondo para que no se escucharan tanto los gritos de los torturados».
Tal como explica en su artículo 'La apropiación de 'Libre', de Nino Bravo, durante el régimen de Pinochet', Josefina Lewin Velasco, Licenciada en Historia y en Estética por la Universidad Católica de Chile: «Junto a la destrucción del legado marxista, el gobierno de Pinochet también emprendió una campaña de restauración en el plano cultural». Y, enlazando las dos historias que han hecho crecer los mitos sobre 'Libre', la historiadora sentencia: «La canción circuló en una serie de espacios orientados a legitimar la nueva institucionalidad durante los primeros años del régimen militar, pero el uso que se le dio a su composición en estos escenarios silenció lo que ella reclamaba en su contexto de producción, esto es: la liberación de una juventud que estaba siendo oprimida por otra dictadura, la franquista».
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