Los valses vieneses, tan navideños como los villancicos
El popularísimo Concierto de Año Nuevo, que este año volverá a celebrarse con el aforo completo y dirección de Daniel Barenboim en el Musikverein de Viena, aunque solo para vacunados y con mascarilla, se ha convertido en un clásico y su fórmula se imita en todo el mundo
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Iniciar sesiónEl Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena contará este próximo 1 de enero, nuevamente, con público (y con la dirección de Daniel Barenboim , si no se resiente de sus problemas de espalda). Después de que el Covid obligara ... el año pasado a celebrar con el impresionante Musikverein vacío el concierto de música clásica sin duda más popular del mundo, los responsables de la orquesta vienesa anunciaron esta semana que el acto se llevará a cabo con el cien por cien del aforo, aunque los asistentes deberán estar vacunados o haberse recuperado del Covid y deberán llevar en todo momento una mascarilla FFP2.
Ésta es, indudablemente, una buena noticia para los organizadores de una de las citas más esperadas en el mundo de la música, con una audiencia media de 55 millones de personas (mil millones de audiencia potencial) en casi un centenar de países a través de la televisión. El Concierto de Año Nuevo en Viena, con los valses y las polcas de los Strauss como columna vertebral, se ha convertido con el tiempo en una tradición navideña más, hasta el punto de que le han brotado imitaciones en todo el mundo, tanto en la forma como en el repertorio.
En Madrid, por ejemplo, el Teatro Real celebrará el primer día de 2022 un Concierto de Año Nuevo protagonizado por la Orquesta Clásica Santa Cecilia, bajo la dirección de Kynan Johns, con los Strauss y alrededores en los atriles; el Teatro de la Zarzuela , por su parte, organiza el 30 de diciembre su Concierto de Navidad, con sus conjuntos dirigidos por Guillermo García Calvo y un programa compuesto por fragmentos de zarzuelas.
El Auditorio Nacional de Música va a acoger, entre el 16 de diciembre y el 8 de enero, trece conciertos de Navidad y Año Nuevo, organizados por entidades como la Guardia Civil, la Fundación Padre Arrupe, la Fundación Excelentia, el Ciem Federico Moreno Torroba, el Grupo Concertante Talía, Misiones Salesianas por un Mundo Mejor, NK Prodarte, Filarmonía de Madrid o la Fundación Sinfolírica. A ello hay que sumar los diversos conciertos con programas populares (música de cine, fundamentalmente) que se van a suceder en las fechas navideñas en el propio Auditorio.
Valses navideños
Y es que el ejemplo de Viena ha cundido en las salas de conciertos de todo el mundo, y los valses y las polkas -en España hay que sumar romanzas y fragmentos de zarzuela- se han vuelto una tradición musical casi tan navideña como los villancicos. La historia se remonta al año 1941, en que se celebró por primera vez el Concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena (fundada en 1842), bajo la dirección de Clemens Krauss -el 30 de diciembre de 1939 hubo un concierto que se considera el prólogo del de Año Nuevo-. Fue una velada matutina titulada 'Concierto de Johann Strauss', y la propaganda nazi la quiso utilizar a pesar de que muchos lo consideraron una «expresión de la individualidad vienesa», como cuenta la propia Filarmónica.
La II Guerra Mundial marcó los primeros pasos del Concierto. Clemens Krauss lo dirigió durante los años de la contienda, pero al concluir los aliados le prohibieron dirigir durante dos años -fue investigado por asociación con el nazismo-, y fue sustituido por Josef Krips en 1946 y 1947. Krauss volvió a ponerse al frente de los vieneses el 1 de enero de 1948, y lo haría durante seis ediciones más, hasta su fallecimiento, en mayo de 1954. La situación en Viena no mejoró tras el final de la guerra, ya que la capital austríaca, tomada por la Rusia de Stalin, estuvo durante una década dominada por los soviéticos, y el Concierto de Año Nuevo se impuso de algún modo como símbolo del Paneuropeísmo que culminaría con la creación de la Unión Europea.
Fue precisamente Clemens Krauss, director entre 1930 y 1933 de la Filarmónica de Viena -donde sucedió al legendario Wilhelm Furtwängler -, quien más hizo por vencer las resistencias de los músicos hacia la música de los Strauss. El carácter 'aristocrático' de los integrantes de la formación -cuyas decisiones artísticas, financieras y adminnistrativas se toman de forma democrática- les hacía huir en sus primeros años de vida del 'repertorio popular más vienés'. Según se explica en la propia Filarmónica, «probablemente los músicos no querían poner en peligro el ascenso social que habían experimentado asociándose a la 'música popular'. Esta actitud hacia la dinastía Strauss sólo cambió gradualmente. Un factor determinante para ello fue que los miembros de esta singular familia de compositores gozaban del máximo respeto entre grandes autores como Franz Liszt, Richard Wagner y Johannes Brahms ».
El primer encuento entre un miembro de la dinastía Strauss y la Filarmónica de Viena se produjo en 1873 -la orquesta había ofrecido su primer concierto en 1842-; fue Johann Strauss, hijo -el autor de, entre otras piezas, el celebérrimo 'Danubio azul'-, quien se puso al frente de los vieneses para dirigir en el Musikverein un vals que había compuesto para el Baile de la Ópera de Viena. El compositor y los músicos se volverían a encontrar en varias ocasiones, pero el idilio no terminaba de producirse hasta que en 1925, con motivo del centenario del nacimiento de Johann Strauss, hijo, se interpretó una de sus obras dentro de un concierto de abono de la Filarmónica y, más tarde, se le dedicó un programa completo a sus obras.
Clemens Krauss creía firmemente en la música de los Strauss (familia compuesta por Johann, el padre, y sus hijos Josef, Johan y Edward) y durante su etapa al frente de la Filarmónica de Viena instauró la costumbre de dedicar a estos compositores un concierto anual. Fue el germen del futuro Concierto de Año Nuevo.
La inmensa popularidad del concierto se cimenta en su retransmisión televisiva; la primera vez que las cámaras entraron en el Musikverein para ofrecer el acto fue en 1959. La televisión austríaca, ORF, coproduce desde entonces la emisión con la Unión Europea de Radio-Televisión (UER-EBU-Eurovisión). La demanda de entradas para asistir a los conciertos (hay uno el 30 de diciembre, otro el 31 y la gran gala de Año Nuevo) ha crecido tanto que la Filarmónica de Viena decidió hace unos años venderlas únicamente a través de su página web y mediante un sorteo . Se ha querido evitar así que las agencias de viajes y empresas de reventa acapararan las entradas. «De este modo, los amantes de la música de todo el mundo tienen la misma oportunidad de adquirir estas entradas tan deseadas», se explica en la página web de la Filarmónica de Viena.
El próximo 1 de febrero se abrirá el plazo para participar en el sorteo de las entradas del concierto de 2023. El número de entradas para el Concierto de Año Nuevo está limitado a dos, y el número de entradas para la Actuación Previa y el Concierto de Nochevieja puede ser de hasta cuatro. Los precios oscilan entre 35 y 1.200 euros para el Concierto de Año Nuevo; entre 25 y 860 euros para el Concierto de Nochevieja, y entre 20 y 495 euros para la presentación previa del 30 de diciembre.
La costumbre de que cada año dirija el Concierto un director invitado diferente -que eligen los músicos- es relativamente reciente. Tras el fallecimiento de Clemens Krauss, que lo dirigió en doce ocasiones entre 1941 y 1954 -con el paréntesis de 1946 y 1947, en que lo sustituyó Josef Krips -, se hizo cargo de la dirección del concierto el entonces concertino de la Filarmónica de Viena, Willi Boskovsky , que tomó su batuta durante veinticinco ediciones, de 1955 a 1979. De esta época viene la costumbre de terminar con 'El Danubio azul' y la 'Marcha Radetzky' como propinas -obligadas-fuera de programa.
Dieciocho directores
Los problemas de salud de Boskovsky le hicieron abandonar la dirección y los filarmónicos decidieron confiársela al estadounidense Lorin Maazel , que lo dirigió de 1980 hasta 1986 (volvería a hacerlo en cuatro ocasiones más: 1994, 1996, 1999, 2005). Un memorable concierto dirigido por el legendario Herbert Von Karajan en 1987 inauguró la costumbre actual de invitar a un director diferente cada año. El concierto ha contado desde entonces con catorce batutas. Zubin Mehta es quien más ediciones ha dirigido (seis); le siguen Riccardo Muti (cinco) y Mariss Janssons (tres). Daniel Barenboim dirigirá el 1 de enero su tercer concierto. Han repetido Claudio Abbado, Carlos Kleiber, Nikolaus Harnoncourt, Georges Prêtre y Franz Welser-Möst. Y la nómina se completa con Seiji Ozawa, Gustavo Dudamel, Christian Thielemann y Andris Nelsons, que lo han dirigido en una ocasión.
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