La pasión española de Springsteen

A la puertas de una nueva gira por nuestro país, un libro, «Bruce Springsteen en España», repasa las tres décadas de amor correspondido

La pasión española de Springsteen lobo altuna

MANUEL DE LA FUENTE

Aquel día de abril de 1981 las calles del centro de Barcelona amanecieron empapeladas con carteles que anunciaban un concierto para el martes 21. Era un anuncio de Gay and Company, probablemente la más potente promotora de música en vivo del momento. En la parte ... de abajo se informaba de la visita de un grupo mítico, uno de los más grandes de la historia de la música popular, los Clas h. Pero encima, con una tipografía menor, aparecía otro nombre: Bruce Springsteen , ese tipo con pintas de colegón al que un periodista, Jon Landau, había señalado el camino: «He visto el futuro del rock and roll y se llama Bruce Springsteen». Hasta entonces, solo unos pocos iluminados sabían de la existencia de Bruce, de un disco llamado «Born to run», de alguien considerado el nuevo Dylan , aunque realmente el tipo con quien primero flipara fue Elvis .

La cita sería en el Palacio de los Deportes de Montjuic. Quienes por allí pasaron jamás lo llegarían a olvidar. Y si hubiera sucedido, ahí quedaron para siempre las crónicas: «El retorno de los héroes» (ABC); «La emoción y la verdad del rock» («El País»); «Debut triunfal» («La Vanguardia»); «Springsteen fue la vida» («El Alcázar»); «Un gran éxito en Barcelona» («El Periódico de Catalunya»... El flechazo entre Bruce y España se había producido, y el amor, treinta años después, perdura. Como entre auténticos tortolitos.

Después, el 23 de junio de 1985, durante la gira del «Born in the USA» y en Montpellier, muchos españolitos fueron springstinianamente destetados. Desde Madrid partió en peregrinación rockanrolera un tren que tras recoger otros puñados de romeros musicales en Zaragoza y Barcelona cruzó la frontera a los acordes del «Downbound train». Con aquel viaje sucede lo que siempre ha dicho Keith Richards , que «las mejores noches son las que no se recuerdan». Pero todos recordamos, al menos, un momento, cuando Bruce antes de lanzarse con el «Can't help falling in love» de Elvis lanzó a los cielos tormentosos de la ciudad francesa : «Sé que muchos habéis venido desde España. Quiero deciros muchas gracias, gracias, gracias por venir».

Y el chavalote de Nueva Jersey ha sido agradecido. Por eso esta primavera volverá. Y por eso también no puede ser más oportuna la publicación de «Bruce Springsteen en España» (Quarentena Ediciones) , un libro que trata de forma exhaustiva, emocionada, rendida en ocasiones, repleta de historias, de innumerable material gráfico, memorabilia, entresijos de los conciertos, la vida y milagros del Jefe sobre nuestra Piel de Toro.

Increíble pero cierto

Los periodistas Jordi Bianciotto y Mar Cortés son sus documentadísimos autores. «La documentación y redacción ha durado un año y medio. ¡Y justo el libro salió de imprenta el día que se ponían a la venta las entradas para el primer concierto en Barcelona! Increíble», explica Mar Cortés.

Los autores están convencidos de que la conexión Bruce-España es real y dan pruebas, como apostilla Cortés: «Ha actuado cuarenta veces y siempre con una gran respuesta del público», mientras que Bianciotto destaca que «sin necesidad de exagerar ni caricaturizar esa relación, es evidente que España es una de sus plazas calientes».

Sin llegar al fundamentalismo springstiniano (hay fans que le han visto más de doscientas veces), Mar y Jordi saben de lo que hablan: «He estado en 23 conciertos» (Mar). «No soy coleccionista de conciertos. Le he visto 17 veces» (Jordi), y, por supuesto, guardan en su corazoncito rockero los más señalados. Para Mar, «el de 1985 en Montpellier, mi "primera vez"». Jordi coincide: «Fue muy intenso y especial. Luego, el Camp Nou en 1988, cuando Bruce se convierte en fenómeno social en tu propio país, algo impensable pocos años atrás».

Quizá cuando se zampe este libro, el «Jefe» arda en deseos de contratar a Mar y a Jordi. Así que ellos están preparados: «¡Me pido la chica!», exclama Mar. Jordi prefiere un elegante segundo plano, «quizá Roy Bittan».

Ya lo sabes, Bruce, si la E. Street Band necesita personal, cuenta con Mar y con Jordi. Y con nosotros, claro. Pero que conste que yo me pido acariciar la vieja Fender.

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