U2 sorprende a 90.000 «terrícolas»
Fiebre en las gradas, sí, pero en TODAS las gradas. Por primera vez, el espectáculo fue, con perdón, redondo. Los de gol norte veían los ojos de los del gol sur —o, mejor dicho, los intuían, ya que esto de los macroconciertos reduce a los ... seres humanos a minúsculos clicks de Famóbil— y los de la pista miraban atónitos un escenario que parecía como recién llegado de Plutón. Si no fuera porque ahí estaban Bono, The Edge, Larry Mullen y Adam Clayton tallando los acordes de «Breathe», uno se creería preso de un fotograma de «Encuentros en la tercera fase», pero no. Nada que ver.
No había en el Camp Nou teclados de baratillo ni párvulos juegos de luces, sino un aplastante montaje destinado a consagrar a U2 como la banda de formato XL por excelencia. Bienvenidos al «360 Tour», la gira que en apenas dos horas deja obsoleto el concepto stadium-rock y obliga a estrujarse las meninges en busca de un nuevo apelativo. Uno religioso, quizá. Porque lo de anoche no tenía más objetivo que reforzar la fe del creyente y convertir al infiel por la vía de la conmoción.
Quizá por eso se arrancaron los irlandeses soltando de una tacada cuatro temas de su último trabajo, «No Line On The Horizon», y reforzando el perfil eléctrico de «No Line On The Horizon», «Get On Your Boots» y «Magnificent». A lo grande y con el escenario empequeñeciendo a los irlandeses, la noche siguió con una atropellada «Beautiful Day» y una eufórica «I Still Haven't Found What I'm Looking For» que, anudada al «Movin' On Up» de Primal Scream, dio paso a uno de los momentos emotivos de la noche: el homenaje al recientemente fallecido Michael Jackson. A él le dedicaron una oportuna «Angel Of Harlem» que Bono remató con un par de estrofas del «Man In The Mirror» de Jackson.
Con «The Unforgottable Fire», impecable rescate de uno de sus primeros discos, la pantalla circular se desplegó completamente para transformarse en una suerte de torbellino gigante de leds y el escenario se convirtió en un ser vivo. Más vivo incluso que «City Of Blindind Lights» y «Vertigo», citas menores a su anterior disco y, junto a la versión retocada y sintetizada de «I'll Go Crazy If I Don't Go Crazy Tonight», protagonistas de uno de los momentos más flojos.
Las infalibles «Sunday Bloody Sunday» y «(Pride) In The Name Of Love» enderezaron el rumbo, «Walk On» llenó la pantalla mensajes comprometidos y discursos sociales y, ya en la recta final, el delirio se apoderó del Camp Nou: épica estremecedora para «Where The Streets Have No Name», camiseta del Barça para una «One» algo desmejorada, guitarra cristalina y Bono con chaqueta reflectante a juego en «Ultraviolet (Light My Way)», cascada de coros en la inevitable «With Or Without You», despedida espiritual con «Moment Of Surrender»...
Capítulo aparte merece Bono, el nuevo mesías del pop. Solo a él se le puede ocurrir conectar en medio del concierto con la Estación Espacial Internacional, charlar con los astronautas y, acto seguido, ponerse a cantar «Unknown Caller» como si nada. ¿No querían a la banda más grande del mundo? Pues aquí la tienen, jugando a lo suyo.
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