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ABC Cultural

Danza

Una soleá para El Güito, la cabeza del flamenco

José Manuel Gamboa publica las memorias del bailaor más importante de la historia de Madrid

El bailaor haciendo una pose con las palmas de Carmen Linares ABC

Luis Ybarra Ramírez

Suena el rasgueo de una guitarra en un par de compases. Pongamos que hablo de la bajañí, que así se dice guitarra en caló, de Pepe Habichuela. Al cante está El Indio Gitano, voz que emana de las costillas. Y sobre esa base, a la ... que se suman unas palmas que marcan los surcos que han de seguir las botas, aparece El Güito, estilizado como un junco, pero con la pesadumbre de todo un espigón de rocas. Sus movimientos, en la soleá, parecen quiméricos. Basados, según dicen, en piezas de ballets rusos. Esculpidos en las aulas de Antonio Marín, un bailaor cojo que lo inició frente al espejo, los tablaos y la compañía de Pilar López , en la que debutó allá por los 50 y donde se hizo con el premio al mejor bailarín del mundo en el Teatro de las Naciones de París, a los 17 años . Un marco, como recordó en su momento la revista Blanco y Negro, donde «26 troupes extranjeras y 12 compañías de marionetas francesas han presentado, en 13 lenguas distintas, 37 esepctáculos a cual más bello y atrayente a los ojos maravillados de un público selecto y cosmopolita», y en el que el gran Gades era parte del elenco.

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