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El reino de King Crimson no es de este mundo

El grupo de Robert Fripp ofreció en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid un concierto pleno de músculo e intensidad. Hoy repiten en la capital, y los días 24 y 25 estarán en el Auditori del Fòrum de Barcelona.

King Crimson, con Robert Fripp a la derecha del todo ABC
Pablo Martínez Pita

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Un concierto de King Crimson es algo serio. Aquí no hay bromas. Solo al principio, cuando Mel Collins coló con su flauta una notas del himno español, y al final, cuando el bajista Tony Levin cogió su cámara de fotos para dar la señal al público para que sacara sus móviles y grabara ya lo que quisiera. Es decir, los saludos de despedida, nada de música.

Hasta ese momento estaba estrictamente prohibido manipular aparato electrónico alguno. El mismo Robert Fripp levantó el dedo acusador, en mitad del concierto, para señalar a alguien que debía de haberse saltado esa norma que una voz y unos carteles dejaban bien clara antes del comienzo del recital. Ni siquiera se permitió la entrada a fotógrafos de prensa.

Son las exigencias de una banda que se lo puede permitir. Vienen con una música que está más allá de los estándares corrientes y al oyente se le exige un comportamiento por lo menos que no sea molestoso. Lo que se da por supuesto en un concierto de música clásica, vamos. Y ellos rondan este nivel con un rock progresivo que también tiene algo de jazz y mucho de vanguardia.

En primera línea del escenario hay tres baterías. Allí, Gavin Harrison, Jeremy Stacey y Pat Mastelotto hacen un continuo alarde de músculo, de imaginación y de recursos, y funcionan con una precisión fuera de toda lógica, con un constante diálogo entre ellos, tocando a la vez o relevándose sin un atisbo de duda.

En realidad todo funciona así en la corte del rey Crimson. El guitarrista Robert Fripp conduce este proyecto desde 1969 y siempre se ha rodeado de músicos superlativos para llevar la música a otra dimensión. En esta ocasión el equipo de lujo estaba formado, además de los tres baterías y el líder, por Tony Levin (bajo y voz), Mel Collins (saxo, flauta) y Jakko Jakszyk (guitarra, voz).

Juntos condujeron a los presentes a un apasionante viaje lleno de curvas, excesivo para cualquier oído cómodamente convencional, pero sería raro que hubiera alguno por allí, cuando había tantos fans impacientes por escuchar a esta mítica formación (las entradas estaban agotadas para las cuatro jornadas incluidas incluidas en la visita a Madrid y Barcelona). Es de reseñar el magnífico sonido del Palacio Municipal de Congresos, donde se podía escuchar a la perfección cada matiz sonoro que nacía del escenario. A pesar del alboroto que armaban sobre todo los tres percusionistas, la voz de Jakko Jakszyk se oía perfectamente, distinguiéndose cada palabra y cada sílaba. Al igual que cada nota de las guitarras, el bajo o los instrumentos de viento.

Además, se pudieron escuchar temas de sus primeras épocas como «Pictures of a City», «The Court of the Crimson King», «Epitaph», «Cirkus»... Costó aterrizar tras este recorrido galáctico.

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