Raphael, pura vida digan lo que digan

Raphael tiene 350 discos de Oro, 50 de Platino, y el único disco de Uranio (fue reemplazado por el de Diamante) entregado a un músico por haber superado los 50 millones de copias vendidas con un disco (por «Raphael ayer hoy y siempre» de 1982, aunque el dato ha sido discutido). También tendrá un dineral ahorrado por estas ventas y sus incontables actuaciones. Pero seguro que nada de eso le saca las lagrimillas que anoche se intuyeron en sus ojos.

Ante más de 10.000 raphaelmaníacos de tomo y lomo (el recinto no se llenó del todo) que aplaudieron a rabiar a lo largo de un recital de más de 40 canciones, más dos horas y media en total, el veterano no pudo contener la emoción. Allí había miles de jubilados, pero también muchos jóvenes -quizá sea el cantante viejuno más respetado por la chavalada, admiradora de su histriónico desmelene-, y Raphael actuó en consecuencia, ofreciendo un recital que poco a poco se fue haciendo muy animado.

«Yo soy aquel», «Cuando tú no estás», una apoteósica «Digan lo que digan», «Escándalo», «Ámame», «Como yo te amo»... docenas de clásicos inmortales manaron una vez más de la todavía poderosa garganta del artista, que a pesar de algún problemilla en canciones como «Eso que llaman amor» (son muchos conciertos ya...), brilló entre proyecciones, explicaciones históricas (temas como «Cupido» los hicimos para que los aceptara la censura»), declaraciones de amor a la ciudad («es un placer terminar esta gira en Madrid, mi hogar»), y emocionantes, muy conmovedoras ovaciones.